Lo veía siempre por el barrio. Daba igual la hora, que por ahí estaba. Siempre con la cara sudorosa y la camiseta algo encogida por el uso. El moro tenía unos 40 años y típico cuerpo de obrero de la construcción.

Cuando me lo cruzaba en el burger, en el chino o en el super me taladraba con la mirada. Lo hacía a cierta distancia y educadamente: mantenía la mirada unos segundos, sonreía y se daba la vuelta insinuando un culazo a pesar de los pantalones holgados. Si se acercaba mucho se podía sentir su olor a macho. Probablemente se duchaba frecuentemente pero no olía a desodorante, colonia o cosméticos. Olía a hombre, sensual. Alguna vez a gel de baño masculino tipo Adidas o similar.


Con la operación bikini a la vuelta de la esquina me apunté a un gimnasio cerca de casa. Por los horarios tenía que ir nada más abrir y muchos días el moro estaba allí entrenando con tan solo unos shorts de correr y unas zapas viejas. En el vestuario se ponía en el centro a la vista de todos, y tardaba su tiempo en cambiarse. Iba y volvía de la ducha totalmente en pelotas, mostrando un flácido y gordo rabo y 2 grandes bolas. Era muy peludo, especialmente en los bajos y estaba musculado y muy marcado, salvo el abdomen en donde se notaba algo de grasilla. Casi siempre le veía hacer sentadillas desde mi elíptica. Daba la sensación de que elegía la mejor posición para que su culo fuera visto por todos. Además el cabrón levantaba kilos y kilos de pesas casi sin despeinarse, y afortunadamente no era uno de esos chulitos gemidores que dan vergüenza ajena. Un día que me dió un tirón en una máquina -y pegué un gritito de mariquita herida, sin ser yo nada de eso- le faltó tiempo para tirar al suelo cada una de sus mancuernas de más de 50 kg y ayudarme.


Una vez supo que yo estaba bien, me propuso sexo a voz normal para que otros machos del gym le escucharan:

- Quiero que me folles la boca y el culo y sentirte dentro de mí. Y yo sé que tu también quieres probar mi culito de morito en celo

El monitor se acercó y el moro le miró como el acostumbraba. Cuando el monitor estaba junto a mí, el moro me dijo:

- El ya perdió su oportunidad y tu no deberías perderla

Cuando el monitor se interesó por mí hice yo lo propio:

- Pues a mí me daría morbo follarme un culo así, xo este tío esta un poco loco.

- Estamos todos igual - dijo el monitor señalando a otros tíos del gym a cada cual más buenorro. - hemos hecho una porra y el que se folle al moro y el que gane la porra tendrán el gimnasio pagado todo el año y una fiesta costeada por todos cada mes.

El monitor era lo típico, un chulito cotilla y con muy buen cuerpo (a base de anabolizantes y trampas, mayormente) y tenía unos ojazos azules de escándalo. Le pedí que me diera un poco de reflex para el tirón y cuando estábamos en el vestuario, frotándome el producto en el hombro le me...