EL CERDO VII

Llegaba el término del sexto mes, Rubén se desnudó frente a Agustín. En esta ocasión no subieron a la recámara como era la costumbre, Agustín lo recibió en el jardín, era una tarde fría de otoño, y Rubén sintió un estremecimiento en el cuerpo por el frío.

Se quedó con las pinzas con cara de cerdito de cristal en los pezones y Agustín se las quitó con fuerza, las dos al mismo tiempo, provocándole un grito innecesario.

-No quiero que hagas trampa cerdo- le dijo Agustín- espero que hayas cumplido porque te tengo un premio especial, pero si fallaste te lo vas a perder.

La báscula fue benévola, dos kilos exactos, Agustín lo palmeó en las nalgas lampiñas que por orden de su Amo se rasuraba cada tercer día para mantenerlas tersas

-Ponte en cuatro patas, puerca- le ordenó Agustín, Rubén obedeció de inmediato, sus carnes ya empezaban a moverse como una masa bofa y sus movimientos eran mucho más lentos que hace medio año.

Agustín pasó sus manos por todo el cuerpo para inspeccionar su rasurado, la cabeza seguía a coco, su cara lampiña, gorda y grande, su papada y sus cachetes rebosaban grandes en su cara y se agitaban cuando se movía, sus glúteos tersos empezaban a caerse, y sus piernas empezaban a tomar una forma rolliza aunque conservaba unas pantorrillas duras y unos muslos firmes por el peso que estaban destinados a cargar.

Rubén había dedicado mucho tiempo diario a mantenerse como el Amo lo había dejado el mes anterior, su trabajo era Perfecto, había un pelito en su huevo derecho que se veía que ambos habían pasado por alto desde la primera vez y Agustín lo arrancó con fuerza, Rubén volteó a mirar nervioso aAgustin pero Agustín nalgueándolo con rudeza le dijo - no importa cerdo, a mi también se me pasó ese pelo, ten cómetelo- Rubén abrió la boca, Agustín lo depositó en su lengua y Rubén lo tragó.

-Párate- le ordenó Agustín, Rubén obedeció con esfuerzo por el peso de sus trece kilos extra, cuando estuvo de pie Agustín tomó de una mesa de jardín que había junto a él un cinturón de castidad muy grande, era un cinturón de metal que se colocaba en la cintura, tenía en la parte de enfrente una plancha plana que apretaría sus huevos y verga y tenía un tubo delgado de plástico que salía de una pequeña concha dentro del cinturón para que los orines salieran por el, el tubo terminaba en la parte trasera del cinturón, de manera que Rubén se vería forzado a orinar sentado cuando lo trajera.

Lo ajustó apretado, Rubén sentía una ligera incomodidad en sus huevos que se aplastaban con el frente del cinturón pero la sensación era llevadera.

Agustín le puso el candado, y le puso la llave en la boca - sostén esto- le dijo, Rubén abrió la boca y sostuvo la llave con la lengua de fuera.

Agustín se acercó a un basurero de un metro de alto y abrió la puerta, olía a desperdicios de comida, estaba rebosando de todo tipo de basura, desde plástico y cartón hasta papel de baño usado y muchos restos de comida.

Tiró su contenido en el piso, el hedor se expandió por el jardín. Luego tomó la llave y metiéndose adentro de la basura la tiró al suelo, y con sus botas revolvió la basura y la llave - se ensuciaron mis botas cerdito, límpialas- dijo señalando una mancha de adherezo cesar que estaba en la punta de su bota, Rubén se inclinó y lamió la bota hasta que quedó limpia- las suelas cerdito- le dijo- no querrás que tu Amo ande por la casa ensuciando el piso- Rubén lamió la suela de ambas botas con devoción. Cerrando sus ojos, olvidando que habían pisado basura y concentrándose en satisfacer los deseos de Agustín.

Agustín retiró sus pies de la cara de Rubén y se colocó detrás de él amarrándole los brazos a la espalda.

-Bien cerdito, esa basura está preparada especialmente para ti, no hay vidrios, ni hay clavos, nada de lo que está ahí te puede hacer daño, quiero que uses tu hocico de cerdo para buscar la llave.

Rubén miró el montón de basura y sintió que aquello sería un trabajo de mucho tiempo, entonces Agustín añadió - se me estaba olvidando- le puso una venda en los ojos- lo vas a hacer sin ver... empieza- si en dos horas no has encontrado la llave, voy a tirar esa basura y vas a tener que ir con un cerrajero a que te quite el candado.

Rubén empezó tímidamente a avanzar con la nariz por delante empujando la basura de un lado al otro sin método, se metió adentro del montón de basura y trató de tocar con la nariz por la zona donde había caído la llave, reconoció cáscaras de plátano, papel de baño, alguna ensalada comida a medias, comida viscosa que olía muy fuerte... después de un rato de dar vueltas sin éxito, decidió hacer una estrategia y tanteando el terreno empezó a mover con su boca basura por basura y a recorrer el piso con la nariz hasta encontrar la llave. Sus brazos se cansaban y a ratos se tiraba unos minutos en el piso para descansar, cuando se reincorporaba sentía que algo húmedo le recorría las piernas y las nalgas, continuó cambiando las cosas de lugar con su boca, no sabía si el Amo lo seguía mirando o no pero de cualquier manera con las manos amarradas no se podía descubrir los ojos, dejó de pensar en qué era cada cosa que agarraba con su boca, se concretó a moverla de lugar...

Estaba muy entrado en buscar la llave cuando sintió un chorro de líquido caliente recorrer la calva de su cabeza y su espalda, el olor era fuerte y totalmente familiar, su Amo lo estaba orinando, siguió buscando sin prestar atención al chorro, y antes de que su Amo terminara de orinar encontró la llave mojada de orines que tomó con su boca y se la ofreció a dónde venía el chorro de orines a Agustín.

-¡Muy bien cerdito!, excelente, has hecho un extraordinario trabajo como siempre. Chupa la llave, no me la vas a dar toda puerca. Rubén la chupó, Agustín le desabrochó el cinturón de castidad y sin dejarlo levantarse le empujó con sus manos la cabeza hacia la basura, luego le untó el lubricante frío que acostumbraba ponerle, Rubén escuchó el sonido de la cremallera de Agustín bajar y el ruido del cinturón bajando a sus rodillas, sin quitar la cara de la basura esperó unos segundos y sintió a Agustín penetrarlo hasta el fondo.

-¡Gruñe como cerdo, puerquito! Te quiero oír gruñir mientras te cojo- Rubén gruñó con todas sus fuerzas, estaba cansado y al mismo tiempo muy excitado, sentía cómo la basura se embarraba en su cara mientras Agustín arremetía contra el.

Le desató las manos pero no le quitó la venda de los ojos, lo volteó con fuerza boca arriba, Rubén se desparramó como un cerdo obeso sobre la basura y Agustín le levantó las piernas y se la metió nuevamente de golpe, empezó a cogerlo frenéticamente,Rubén no dejaba de gruñir y hacia gestos de placer que excitaban a Agustín y lo hacían embestir con más furia, finalmente descargó su semen adentro del cerdo, que lo recibió gruñendo más fuerte.

-Quédate ahí- le ordenó. Recogió la castidad y le empezó a golpear la verga erecta a Rubén- baja tu erección, ¡bájala!- Agustín aumentaba la fuerza de los golpes y como azotarle la verga con la palma no era suficiente empezó a palmearle los huevos, finalmente la verga de Rubén se puso flácida, Agustín le colocó de nuevo el cinturón y las pinzas de cerdito- Quiero esto limpio antes de que te vayas. La llave me la voy a quedar yo hasta la próxima semana. Puedes bañarte con el cinturón no le pasa nada. Terminas de limpiar y te vas.

Rubén se miró cubierto de manchas de muchas cosas, recogió la basura con sus manos y con cierto desagrado se puso la ropa, salió de la casa escuchando a lo lejos a Agustín cantando debajo de la regadera.