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Skater en Locktober / Día 24

Escrito por: Switchpoblano

Crudo y cansado, Mateo se limita durante el día a mirar a Alejandro ir de un lugar a otro limpiando y ordenando. El dolor de cabeza y los mareos ocasionales le impiden comer y se toma varios tés que Alejandro le sirve.

Mateo se pasa toda la tarde durmiendo, Alejandro termina de dejar la casa en orden y se pasea por el calabozo mirando los objetos de tortura con curiosidad y cierto morbo.

Son esos momentos de silencio, cuando Mateo está dormido o lo ignora cuando la calentura de tantos días sin venirse lo ataca de una manera insoportable.

Se sube al potro para volver a sentir aquella dolorosa sensación en su ano y sus huevos y se baja y se coloca pinzas, el dolor tiene algo que lo excita y al mismo tiempo le mitiga la ansiedad de la jaula, pero ponerse el solo las pinzas no es lo mismo que sentir la humillación de que una mano varonil y ruda le sujete el pezón y lo castigue… Alejandro ya no tiene cerebro para reflexionar sobre el motivo por el que le gusta sentir esas cosas, la castidad ya lo ha llevado a estar en un estado “primario” en donde lo único que necesita y desea es una “sensación” que le mitigue la ansiedad.

Se agarra la jaula con desesperación “cuantas cosas me ha hecho hacer esta chingadera” piensa “si yo fuera el hombre libre la estaría pasando mejor” se dice y luego desesperado camina hacia el cuarto en donde Mateo ronca y se acuesta junto a él, agarra el dildo pequeño y girado hacia Mateo se llena el culo de lubricante y empieza a meterlo y a sacarlo dándose placer.

Mateo despierta con el ligero vaivén de la cama que provoca Alejandro metiendo y sacando el juguete en su culo. Alejandro se le queda viendo nervioso, preocupado de que Mateo se moleste porque ha tomado su juguete sin preguntarle, pero Mateo no dice nada, se levanta de la cama y Alejandro lo escucha orinar, extraña orinar parado y por otro lado el sonido del chorro grueso de meados en la tasa le hace recordar que en esa casa solo hay un Hombre y no es el, este pensamiento lo excita, ha aprendido a disfrutar sintiendo que no es hombre y sirviendo y satisfaciendo al que si lo es.

Mateo regresa con la boca oliendo a menta, se ha lavado los dientes y por unos segundos el olor a pasta dental mitiga el aroma de sudor que emana del resto de su cuerpo. Se acuesta junto a Alejandro girado hacia el, Alejandro conserva el dildo adentro pero ha dejado de meterlo y sacarlo - sigue- le ordena Mateo en un tono dulce y Alejandro se gira para ponerse en cuatro y continúa metiendo y sacando el dildo.

Mateo lo mira unos segundos sudar y menearse sintiendo placer en el ano, luego le quita el dildo de la mano y le ordena - acuéstate de lado, aquí junto a mi.

Alejandro se acuesta de lado en el mismo sentido que Mateo y Mateo le mete el dildo despacio y lo mete y lo saca con una mano mientras pone el otro brazo debajo de su cabeza, para abrazarlo un poco. Le muerde la oreja y Alejandro empieza a mojar la jaula con precum.

-Tú y yo sabemos qué hay algo que no hemos hecho y que es inevitable que suceda- le dice mordiéndole la oreja con mucha suavidad, como un novio que consiente a su pareja

-Si Amo- dice Alejandro estremeciéndose, Mateo no deja de meter y sacar el dildo con dulzura y de besarle la oreja con cariño - creo que ha llegado la hora putita- le dice metiendo el dildo hasta el fondo muy suave y dejándolo ahí por unos minutos

-Tengo miedo Amo- le confiesa Alejandro a media voz a Mateo

- ¿De qué perrita?-le pregunta Mateo con suavidad y cariño

-De hacerlo- le dice Alejandro cerrando los ojos y sujetándose al brazo peludo de Mateo, es como un niño que se sostiene de la fuerza del brazo de su padre

-Pero para eso estoy aquí, para cuidarte y quitarte los miedos- le dice Mateo besándole el cuello.

Alejandro se excita y empieza a gemir, Mateo saca el dildo de su culo y lo tira al piso - prepárame la verga- le ordena Mateo.

Alejandro se gira y se arrodilla sobre la cama a la altura de la pelvis de Mateo, agarra la verga con una mano y se la mete a la boca, Mateo extiende su brazo y jala a Alejandro por la cintura para que se mueva y ponga sus nalgas junto a él, tomando el lubricante empieza a untarlo entre las nalgas de su esclavo, las siente tersas y suaves, recuerda unos instantes aquella cueva peluda que tenía la primera vez que lo desvirgó y mira con deleite cómo Alejandro se ha transformado en su esclavo, su chica… su puta.

Le mete un dedo para calentarlo, Alejandro se estremece y saca la verga de su Amo de la boca para gemir un poco, luego vuelve a metérsela hasta el fondo, y sigue mamando…

Mateo se levanta, Alejandro lo mira con cara de miedo- ¿ya me va a violar?- pregunta Alejandro caliente y ansioso

-No te voy a violar princesa- le dice Mateo agarrándole la barbilla- tú vas a pedirme que te coja, ponte en el vilo de la cama y suplícame que te de verga.

De todas las cosas que ha suplicado Alejandro está es la más difícil, el sabe que es un punto de no retorno, se puede engañar toda la vida asumiendo que nunca mamó esa verga y que jamás se comió su semen… pero no podrá decir que no se lo han cogido por el culo… se gira contra su voluntad, baja la cabeza hasta el colchón para dejar mejor expuesto su coño de hombre y a media voz, como un susurro le dice a Mateo- Amo, ya estoy listo, por favor cójame Amo, por favor hágame suyo- Mateo mientras tanto se unta abundante lubricante en la verga, ver a su esclavo sumiso rogar por ser cogido lo pone muy caliente, levanta el pecho lleno de orgullo, esto que está por hacer es un verdadero triunfo.

Lo toma de la cintura, Alejandro se pone tenso, Mateo le suelta una nalgada que resuena en el cuarto silencioso- ponte flojita zorrita, ahí te voy- le dice y luego con una mano le sujeta la cintura con firmeza y con la otra dirige la punta de su verga al ojete de Alejandro.

Al esclavo le parece que pasa una eternidad entre que Mateo pone su glande contra su culo y el momento en que empieza a empujarlo… finalmente lo empieza a sentir, no es muy distinto a la sensación que le provoca el dildo excepto que esta vez se está entregando a un hombre… y siente su mano en la cintura dominándolo… la segunda mano se posa del otro lado de sus caderas, Alejandro nunca se ha sentido menos hombre y al mismo tiempo jamás a experimentado más placer… mantiene los doblados a la altura de sus hombros y la cabeza contra el colchón, Mateo empuja y empuja hasta que el glande entra completo.

El Amo lanza un suspiro, el esclavo gime agudo, como una puta, y luego empieza a sentir la verga de Mateo entrar y entrar abriéndose paso a través de sus entrañas, es grande y es gruesa, Alejandro tiene miedo de que se la meta toda y cierra sus ojos esperando que solo le meta una parte, se sorprende cuando siente los huevos de su Amo pegar contra su perineo.

Mateo se mueve de una forma extraña, como acomodando su verga dentro de el, Alejandro gime con fuerza porque esa sensación nueva e indescriptible le produce un placer tremendo.

Mateo pega su pecho contra la espalda de Alejandro y le muerde la oreja -ya eres mi puta… ahora si eres completamente mio- le dice. Alejandro lloriquea, de placer y de dolor, no es un dolor físico, es el dolor espiritual de sentir que le han arrebatado la esencia de hombre que le quedaba, ahora si es una puta, la puta de Mateo, le acaba de entregar lo ultimo que quedaba del machito que hace menos de un mes patinaba soberbio por el zócalo de su ciudad.

Mateo se incorpora y empieza a sacar y meter la verga muy despacio, cada vez que la verga entra hasta el fondo, Alejandro se siente más puta, y aquella sensación lo llena y lo satisface de un modo indescriptible.

El vaivén aumenta de ritmo, la jaula de castidad de Alejandro empieza a hacer un sonido rítmico al moverse y golpearse contra su abdomen… Mateo le agarra las caderas con más fuerza y Alejandro extiende los brazos y se deja hacer, ebrio de un placer tremendo, excitado hasta los huesos… suda y gime, se agarra de las sábanas y las aprieta, Mateo sigue aumentando la velocidad y los dos cuerpos bailan mojándose de sudor y de erotismo.

La verga de Mateo grande y gruesa como es entra y sale con delicadeza y decisión del coño de Alejandro muchas veces, el Amo gime como un toro, grueso y viril, y se le hincha el pecho de orgullo; Alejandro gime agudo, como una puta y levanta las nalgas y se ofrece cada vez más caliente y cada vez más ansioso de mas…

De pronto, sin que Alejandro sepa cómo y porqué, sus músculos se tensan un poco y un incontrolable espasmo lo invade, una especie de orgasmo frustrado, incontrolable e incompleto lo consume, es la sensación más placentera que ha sentido en todo el tiempo que lleva encerrado aunque dista mucho de los orgasmos que como hombre ha sentido, se descontrola y mueve sus manos, se trata de agarrar la castidad pero se contiene, y sin poder evitarlo empieza a soltar chorritos modestos de semen.

Alejandro pierde todo el control, no sabe distinguir si se está orinando o se está viniendo, la caja le oprime y no le permite experimentar el orgasmo completo, y no sabe si termina o apenas comienza, gime y gime y de pronto empieza a pedir perdón por lo que sea que le está pasando - Perdón, perdón Amo… perdón- recibe una nalgada fuerte como respuesta y Mateo le sujeta de los cabellos y lo penetra con rudeza, empujando su pelvis a una gran velocidad, taladrando y embistiendo. Alejandro llora y gime, sigue sintiendo en todo su cuerpo, cada terminación nerviosa está en agonía.

Mateo se para en seco y Alejandro siente que el mundo se detiene y que todo el placer se acaba de golpe… Mateo grita, ruge como un león y le jala más fuerte los cabellos y un chorro grueso y abundante de leche moja el interior de Alejandro, una… dos… diez veces… Mateo cae rendido sobre Alejandro con la verga aún dentro de el, luego con mucha calma se la va sacando… despacio… Alejandro siente… y siente más… y más… y nuevos chorros de leche salen de su verga enjaulada…

Los dos hombres se tiran en la cama agotados, Mateo enciende un cigarro

-¿Me das un cigarro por favor?- le pide Alejandro con una sonrisa en la cara, húmedo y despeinado, rendido

-¿No que no fumabas?- le pregunta Mateo sonriendo

-Bueno- dice soltando una carcajada- tampoco me dejaba coger

Mateo le da el cigarro y los dos hombres platican como amigos mientras sueltan humo para terminar de relajarse.

Skater en Locktober / Día 24

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