Sergio se mudó a casa de su jefe. Marcos fue haciéndole de todo, experimentando con él. Le obligó a hacerse depilación integral y a usar ropa interior femenina todo el tiempo, le pegaba por el gusto de pegarle, bofetadas, azotes, le escupía la cara, le llevaba a la ducha y le meaba encima, a veces le hacía estar en la casa por horas con un plug gordo metido en el culo. Lo interesante de todo es que cuanto más cosas le hacía y cada vez que se le ocurría algo nuevo, Sergio lo recibía todo de muy buen grado, a Sergio le gustaba sentirse una posesión. A veces se quedaba pensando en la suerte que había tenido de que Marcos fuera a su vez su jefe en el trabajo y “su señor” en la casa, que su vida estuviera en sus manos las 24 horas, los 7 días de la semana. Estaba entregado al 100% y estaba feliz del tiempo que llevaba sin tener nada que decidir. Complacer y sobre todo obedecer era su fuerte, su objetivo, su destino.
Un día, después de muchos años, Marcos estaba cómodamente sentado en un butacón mientras miraba a su sumiso limpiar. Le había ordenado limpiar las esquinas y rincones del salón a cuatro patas y con un plug con cola metido en el culo. Sergio a punto de cumplir sus 30 años estaba espectacular. Al no haber dejado de ir nunca al gimnasio, su cuerpo, ahora depilado por completo, era magnífico. Además cuidaba mucho su pelo ondulado, usaba champú y acondicionador femenino.
Marcos se puso a pensar en que otra cosa pudiera hacerle, sabía que cualquier cosa que se le ocurriera sería bienvenida por su dócil y joven pareja, repasaba y no encontraba ya nada. Hasta que se le ocurrió que podría hacerle servir a otro macho, sin saber a priori ni quien es ni como es. Sí sabía que ese macho tenía que tener también un buen pollón. Sergio le había reconocido mil veces que su mente se extinguía delante de una buena polla. Al día siguiente habló con un amigo que les conocía y le dijo lo que quería, no era para que fuese él sino para que buscara un desconocido. Muy pronto éste le respondió que tenía un candidato y quedaron para el fin de semana que era el anterior al cumpleaños de Sergio. Aunque tendría otros regalos, ese sería su regalo principal, servir a quien su dueño le saliera de los cojones.
• Marcos: “Sergio ven, tengo que decirte una cosa”
• Sergio: “Dígame jefe”
• Marcos: “Queda poco para tu cumple y es un número redondo, 30 años y quiero hacerte, además de otros regalos… digamos, un regalo muy especial”
• Sergio: “No tiene que regalarme nada, tengo lo que necesito, servir a un macho como usted es para mí un regalo que me ha dado la vida”
• Marcos (con sonrisa maliciosa): “No es un regalo de esos… no es un objeto”
• Sergio (ya intrigado): “Entonces…”
• Marcos: “Vas a tener que servir a otro macho… sin saber quién es, sin conocer ningún dato, ni edad, ni nada… ¿lo harás?”
• Sergio (asombrado, pero internamente excitado): “Nunca podría decirle a usted que no a nada”
• Marcos: “Perfecto, vas a ser una puta obediente entregada por tu propio macho… y tienes que ser perfecta, tienes que hacer que goce a tope, no me puedes hacer quedar mal”
• Sergio: “Por supuesto… pero… sólo una única condición… ¿puedo?”
• Marcos: “Si lo que me vas a decir es que tenga buena polla, ya lo sabía”
• Sergio: “Es que de otra forma no funciono”
• Marcos: “Lo sé maricón, ahora ven, ponte de rodillas y mámamela”
Llegó el día planeado. Sergio estaba espectacular, se había hecho una lavativa a consciencia, se había duchado prestando atención a cada parte de su cuerpo, se había puesto una mini jaula de castidad y encima una tanguita que cumplía bien su cometido, cubrir por delante y dejar esas estupendas nalgas al aire. Su cuerpo se veía perfecto, musculado hasta el punto adecuado, y su piel blanca y suave. Se había secado el pelo, que lo tenía tipo melena hasta los hombros, con un secador acentuando sus ondas, sus risos. Se miraba en el espejo y comprobaba que estaba muy apetecible. Pensó en ponerse unos tacones pero lo descartó, no sabía los gustos del macho al que tendría que servir, podría no gustarle el rollo demasiado femenino y optó por quedarse descalzo. Tampoco sabía si Marcos le haría ir a recibirlo al salón o si le dejaría allí en la habitación, así que optó por quedarse acostado en medio de la cama, miró el móvil y vio que quedaban muy pocos minutos para la hora señalada. No tuvo que esperar casi nada, enseguida oyó sonar el timbre. Marcos abrió la puerta, lo recibió él y no llamó a Sergio.
• Marcos: “Buenas tardes, eres Raúl, ¿no?”
• Raúl: “Muy buenas, sí, soy Raúl”
• Marcos: “Supongo que tienes claro a lo que vienes”
• Raúl: “Sí, a follarme a tu puta”
• Marcos (sonriéndole): “Me gusta cómo eres… bueno ¿qué te apetece, tomar algo, ir al baño o ir directo al grano?”
• Raúl: “Vengo limpio, me acabo de duchar y prefiero ir al grano, tengo los cojones repletos”
• Marcos: “Pues nada, pasa a la habitación, allí te espera… es aquella puerta, yo me quedo aquí”
Sergio empujó la puerta que estaba entornada y vio a Sergio que estaba acostado boca abajo y que al sentirle entrar se puso de costado.
• Sergio: “Buenas tardes”
• Raúl: “¡Cojones, no me esperaba esto!”
• Sergio (sonriéndole): “¿No le dijeron?”
• Raúl: “Sí, lo que no tenía idea es de la tan alta calidad del material”
• Sergio: “Gracias, así que soy un material para usted”
• Raúl: “A mí trátame de tú, deja eso de usted para tu macho, para tu dueño… y bueno, lo que sí me dijo mi amigo que eres más que maricón y más que sumiso, que había que usarte literalmente, que estabas más que acostumbrado al uso y maltrato”
• Sergio: “Bien informado… en fin, o en otras palabras, que estoy aquí para que haga conmigo lo que le salga de los cojones, lo que quiera, mi macho me ha dicho que tengo que satisfacerle en todo”
• Raúl: “Pues puta, empieza por quitarme la ropa”
Empezó por quitarle la camisa, luego le quitó los zapatos, los calcetines, y al final decidió bajarle los pantalones junto con los calzoncillos. La polla de Raúl salió disparada como un resorte. Como era habitual en él se quedó unos segundos paralizado mirándola.
• Sergio (a los pocos segundos): “¡Cojones, qué pollón!”
• Raúl: “¿No lo esperabas?”
• Sergio: “Bueno sí, la única condición que le puse a mi macho para que me entregara a otro fue que tuviera buena polla… pero no me esperaba tanto… con esta tranca puedes hacer conmigo literalmente lo que quieras”
• Raúl: “¡Cállate puta y mama de una jodida vez!”
• Sergio (tragándose todo lo que puede): “Argh”
• Raúl: “Cojones, además de tremendo culazo tienes buenos pectorales, tremendas tetas… deja que te las chupe”
• Sergio: “¡Ay sí, qué rico! me encanta que me las chupen, y tú macho lo haces divinamente”
• Raúl: “Espera que ahora te las pellizco y verás”
• Sergio: “Te gusta torturarlas y que me duelan, ¿verdad cabronazo?”
• Raúl (mirándole a los ojos): “Mucho”
• Sergio: “Entonces sigue, pero déjame acariciarte la polla mientras me las trabajas”
• Raúl (cambiando un poco su posición): “Lógico zorra, yo atendiendo a tus tetas y tú a mi polla”
• Sergio: “Por supuesto, hago mucho deporte sobre todo glúteos y pectorales para que machos como tú disfruten de buena carne”
• Raúl: “Maricona que eres… y ahora me doy cuenta de que debajo de esa tanguita de maricón tienes una jaulita de castidad… quítate la tanga, quiero verla bien”
• Sergio (casi que sin dejar de mamar, sosteniendo la polla con una mano, usa su otra mano para sacarse la tanguita): “Ya está macho”
• Raúl: “¡Cojones si es que es mínima! he visto otras pero ésta…”
• Sergio: “Sí es de las más pequeñas”
• Raúl: “Pero para poder usarla tienes que tener una polla súper chica”
• Sergio (levantado la cabeza, mirándole a la cara): “Yo ni siquiera la llamo polla, siempre digo pollita”
• Raúl: “¡Qué perfección! un cuerpazo como el que tienes, depilado, con ese culazo, esas tetas, ese pelo ondulado precioso hasta los hombros, esa cara tan guapa y encima casi sin polla… por lo menos para mis gustos eres lo ideal… nacido para esto”
• Sergio: “También pienso lo mismo, desde hace años estoy convencida que nací para hombres que sí que son machos, machos con trancas como esa tuya que me va a empalar”
• Raúl: “¿Ya estás pensando en metértela por el culo?”
• Sergio: “Desde antes que llegaras, soy muy anal”
• Raúl (poniéndose de rodillas en el suelo): “Pues vamos a hacerle caso a ese culo tuyo, ponte en cuatro en el borde de la cama que te lo quiero comer”
• Sergio: “¡Ay qué lengua!”
• Raúl: “Es con ese culo, esa raja sin un pelo, da gusto”
• Sergio: “Así, así, que además de que me lo laman me gusta que me lo chupen”
• Raúl (al rato e incorporándose, poniéndose de pie): “No me aguanto más, te la clavo”
• Sergio (recibiendo el pollón de a una): “¡Ay, qué machote! a lo bestia y sin esperar”
• Raúl: “¿Esperar qué? si tienes un culo abierto, receptivo, si lo que tienes es un coño entre las nalgas”
• Sergio: “La verdad es que sí, pero no pares macho, relléname con ese enormidad, reviéntame”
• Raúl (sujetándolo por la cintura y ya en pleno mete y saca): “Toma polla, toma”
• Sergio: “Ay, ¿qué es esto macho? si es que hasta pienso que me llegas hasta el estómago”
• Raúl: “No exageres maricón, ahora boca arriba sobre la cama y pon tus pies sobre mis hombros, que te quiero follar así”
• Sergio (colocándose como le dijo): “Así me va a llegar a la garganta, es que eso que tienes es enorme”
• Raúl: “La verdad es que no me quejo, pero tú no te quedas atrás con ese culo… y lo puta que eres… es que me dan ganas de darte un buen par de hostias en esa cara de zorra viciosa que tienes ahora mismo”
• Sergio (encantado de lo que acababa de oír): “¿Y a qué esperas macho? dámelas, pero dámelas bien, como todo un macho”
Raúl al oírle salió fuera de sí y empezó a darle unas buenas bofetadas, fuertes desde la primera y al ver como después de unas seis el sumiso no hacía nada por defenderse y seguía mirándole a los ojos con vicio, le cogió duro por el pelo para inmovilizar su cabeza y le pegó otras seis más.
• Raúl: “No sigo pegándote porque no te quiero dejar marcas en la cara, así que vamos a tus nalgas, que ahí importa menos”
Cambiaron otra vez y Sergio volvió a cuatro patas. Raúl empezó a azotarle con la mano pero pronto se dio cuenta de que necesitaba algo con qué pegarle, miró a su alrededor y lo único que vio fue unas chanclas de Marcos que estaban al lado de la cama, cogió una.
• Raúl: “Te voy a dar con esto maricón, una pena que no haya traído mi paleta de madera, toma”
• Sergio: “Ay, así que tienes una paleta de madera”
• Raúl: “¿Qué te pensabas maricón? ¿Qué eres el primero a quien le doy lo suyo?”
• Sergio: “Ay, ay… sí, eso es lo que es ser un macho de verdad”
• Raúl: “Ya no aguanto más, me tengo que correr… te quedas así que te la voy a dar a cuatro patas… si quieres quítate la jaulita para que tú también te corras, pero siempre conmigo o después de mí”
• Sergio (quitándosela): “Gracias… y sobre la posición, la que quieras, cómo y cuando quieras, no concibo otra cosa que no sea que el macho se corra cómo y cuando le salga de sus putos cojones”
• Raúl (con la polla ya dándole por el culo): “Toma polla, toma pollón”
• Sergio: “Sí, dame con todo”
• Raúl (al rato): “No puedo más, me corro maricón”
• Sergio (tocándose la pollita): “Sí, dámela toda, inúndame el culo con tu leche”
• Raúl: “Toma leche, me corrooo”
Sergio se corrió segundos después de Raúl, los trallazos que sintió por el culo le ayudaron, ya había establecido cierto reflejo de correrse al recibir leche en el culo. Pero la cantidad que recibió por el culo no tenía nada que ver con lo poco que soltó él.
• Sergio: “Ha estado muy bien, ¿verdad macho?”
• Raúl: “Más que excelente, eres muy, muy buen maricón”
SERGIO SUMISO V - Una vuelta de tuerca más
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