DÍA 72. Acudiendo a la llamada del AMO. (relato real)

Aquel sábado había decidido no salir. Cenaría algo ligero y me acostaría después de ver un rato la tele.

Horas antes le había dicho a mi AMO que saldría a tomar una copa, y como era mi obligación, como siempre, le tuve que decir con quién y dónde.

Sobre las 23:15 me fui a la cama, los dos últimos días no había dormido muy bien y necesitaba descansar.

Con el móvil en silencio intentaba coger el sueño hasta que a las 00:19 la pantalla se iluminó, tenía un WhatsApp de mi AMO.

Sólo una palabra, el nombre del local donde estaba de fiesta con sus amigos.

Pregunté si quería que fuera, pregunta absurda porque para qué me iba a decir dónde estaba si no quisiera que fuese.

Así que di un salto de la cama y me metí en la ducha corriendo para prepararme por lo que pudiese pasar. Me vestí con la ropa que sabía que tenía que ponerme y llamé a un taxi. En ese momento ninguno disponible, así que fui a coger el metro.

Eran las 00:49, había tardado media hora justa en estar listo más media hora más en metro, con un poco de suerte en una hora desde su mensaje podría estar allí para ÉL.

Al llegar dejé la chaqueta en el guardarropa y me quedé tan solo con un pantalón, botas, chaleco de cuero y cadena y candado en el cuello.

No tardé en encontrarme con mi AMO y su grupo de amigos, algunos conocidos míos. Saludé a unos y otros a excepción de mi AMO, en su entorno y el mío nadie sabe nada y era mejor disimular. Hasta que un amigo en común “nos presentó”.

Al entrar al local te dan una tarjeta con un número al que van cargando lo que consumes y al salir pagas.

Recibí un mensaje de mi AMO.

- Ve a la entrada y paga la cuenta de la 203.

Obedecí y la persona de la puerta insistía que tenía que mostrarle la tarjeta. Al final entendió que yo me hacía cargo de los gastos de mi AMO. De momento la cosa iba por 24€.

Al rato otro mensaje.

- Pídeme un agua.

Por lo que pude ver mi AMO ya andaba un poco ebrio.

Me acerqué donde ÉL estaba y disimuladamente dejé la botella sobre la barra, estiró el brazo y la cogió.

Permanecí a unos metros como ya había hecho en otras ocasiones cuando habíamos coincidido en algún local.

Al rato lo vi bajar a los baños y la zona del cuarto oscuro y le seguí guardando la distancia.

Encontré una cabina vacía y me metí, no antes de asegurarme que mi AMO me había visto entrar.

Al momento entró ÉL, me arrodillé con las manos a la espalda y pude ver que no enfocaba bien, efectivamente estaba algo borracho.

Le lamí las zapatillas como me ordenó, primero una y luego la otra, hasta que se agachó y empezó a besarme con delicadeza, yo disfrutaba de un momento que no quería que terminase. Me dijo algo, pero entre la música y ÉL que no bocalizaba muy bien apenas pude entenderle, si lo que dijo era lo que yo entendí me pareció muy bonito, aunque estuviese borracho.

Acto seguido se desnudó por completo y me ordenó que le comiese el rabo, desde mi posición me parecía enorme y yo me hacía cada vez más pequeño ante mi Dios.

Pese al alcohol su polla no defraudaba y se mantenía dura como de costumbre.

Cuando se cansó me hizo ponerme sobre el banco de obra acolchado que había en la cabina boca arriba y con la cabeza fuera.

Me folló la garganta con un deepthroat de lo más agresivo, no podía respirar y sus piernas me inmovilizaba la cabeza. Iba de arcada en arcada, pero eso a ÉL parecía no importarle.

Sacó un bote de popper e inhaló de su contenido. Temí, porque sé el efecto que le produce y lo salvaje que se pone. Y efectivamente, la dureza de sus embestidas y la fuerza de sus piernas inmovilizando mi cabeza me tenían totalmente indefenso.

Sacó su polla de mi boca y así como me tenía empezó a morderme los pezones que creía que me los iba a arrancar.

Entre el alcohol y en popper mi AMO estaba irreconocible, parecía otro y realmente me asustaba.

Me dio la vuelta y me empezó a morder las nalgas dejándome el culo marcado con sus dientes y dolorido hasta el día siguiente.

Luego sin contemplaciones me la metió de un golpe y me folló de una forma más agresiva que de costumbre.

Con las prisas no debí limpiarme bien y su polla salió de mi culo sucia. Cogió una zapatilla y me empezó a dar con ella en la cara, también me cayó alguna ostia. Estaba aterrado.

Me metí su polla sucia en la boca para limpiarla y su cara era entre asco y desprecio. Yo quería que aquello acabara y ponerme a llorar.

Me mataba la cara con la que me miraba, entonces hizo algo que no esperaría nunca de ÉL. Con aquellos ojos con los que me miraba cerró el puño con fuerza y levantó el brazo como para darme un puñetazo. Pero no. Lo bajó y empezó a vestirse.

Le puse los calcetines y las zapatillas y lo vi salir de la cabina.

En ese momento me quería ir de allí, pero sabía que si lo hacía podía perderle otra vez y no lo soportaría.

Subí a la sala y separados por la barra yo miraba al suelo, estaba roto. Mi móvil vibró en el bolsillo. Un nuevo mensaje suyo.

- Mírame.

Su mirada sería e intimidante me estaba hablando. Me estaba diciendo lo que yo ya sabía, yo era suyo y para bien o para mal eso era así.

Le envié un mensaje:

- Me quiero ir.

Pero lo ignoró, no me iba a ir hasta que ÉL lo dijera.

En lo que quedaba de noche tomó dos copas más pero muy cortas de alcohol y un agua.

Empecé a reconocer a mi AMO a medida que pasaba la noche, volvió a sonreír cuando pasaba por mi lado y hasta me presentó al que es uno de sus mejores amigos dando lugar a una breve conversación a tres de lo más amigable.

Me empezaba a sentir bien, pero la noche tocaba su fin.

Mi AMO y su amigo se dirigieron al guardarropas en busca de sus chaquetas y yo hice lo mismo.

Entregué la tarjeta a la salida donde habían cargado las consumiciones, casi todas de mi AMO y pagué 63€ aparte de los 24 que ya había pagado anteriormente.

Les esperé en la puerta para despedirme. El amigo de mi AMO se fue por un lado y nosotros bajamos por la calle Aribau dirección a la Gran Vía.

Le dije a mi AMO que iba a coger un taxi y ÉL vio la oportunidad para que le acercase a su casa.

Mientras bajábamos, mi Señor aún algo borracho me acercaba a ÉL echándome el brazo por encima, yo no quería excederme y no hacía nada ante aquella muestra de afecto.

- Ponte a 4 patas.

Allí en medio de la calle hice lo que me dijo, le lamí las zapatillas, hasta me hizo andar un tramo del recorrido así.

Yo, que apenas había bebido, obedecía sin dudarlo.

Mi AMO no dejaba de decir lo dura que se la ponía aquello y me repetía lo perro que era. Me hizo levantar y continuamos andando dirección a la parada de taxis.

- Qué puta eres.

No me lo tomé como un insulto, si no como un alago. Hacer lo que ÉL me decía sin cuestionarlo era lo que esperaba de mí.

Subimos a un taxi, le indicamos la dirección al taxista y comenzamos en trayecto en el coche.

Mi AMO me cogió la mano y la puso sobre su paquete, notaba su polla dura y yo la acariciaba tímidamente. Se la habría comido allí mismo, y estoy seguro que ÉL también lo pensó.

Mi polla babeaba encerrada en su jaula de castidad. Volvía a ser el perrito dócil que se desvivía por mi AMO.

Llegamos al final del destino y antes de despedirnos, otra vez me hizo poner a 4 patas en medio de la calle, le volví a lamer las zapatillas, me bajó el pantalón (tengo que decir que por comodidad desde que estoy en castidad no uso ropa interior) y me hizo caminar así hasta la mitad de la calzada.

Luego me dio las buenas noches y entró en su portal.

Eran cerca de las 5 de la mañana cuando llegaba a casa, había olvidado el mal rato que me había hecho pasar en la cabina del cuarto oscuro y solo pensaba lo cachondo que me pone ese cabrón.

Un nuevo me saje:

- No se puede ser más perra.

- Es mérito suyo. - contesté.

- Acuérdate de buscar una buena vara, ligera pero dura. Vas a flipar perrito, y me vas a amar.

Parece que los papeles estaban más que repartidos. Mi AMO me va a deshumanizar y yo le voy a amar (sea lo que sea eso)