Adoptando un hijo/cachorro I: las inyecciones

Daddy estaba impaciente y algo molesto. Su nuevo hijo ya había cancelado en dos ocasiones anteriores el momento de su entrega en adopción y esta vez ya iba a llegar con más de 30 minutos de retraso Eso no podía consentirse, no era un buen principio, así que no le iba a quedar más remedio que enseñarle desde el primer instante que la informalidad y la impuntualidad tenían consecuencias.

Por eso cuando por fín llegó JD (el hijo), Daddy tuvo que recibirle con dos pares de bofetadas, aunque luego también le besó para que viera que en realidad era un Daddy cariñoso aun siendo también muy estricto.

Enseguida le mostró la habitación, le indicó que se quedara en ropa interior y que se pusiera en posición apoyado en la cama mostrando bien el culo para recibir los 45 azotes que iba a darle, uno por cada minuto de retraso.

Se los dió alternando intensidad y velocidad, los primeros con la mano, después con una pala de cuero y finalmente con un látigo de cuerdas. Algunos, sobre todo los últimos, fueron azotes más fuertes para que comprendieras cómo serían si continuaba portándose mal.

Después tuvo que demostrar que sabía quitarle a Daddy los calcetines con la boca y lamer bien sus pies, cosas que hizo bastante bien para ser la primera vez.

JD prometió no volver a llegar tarde y Daddy entonces lo abrazó, besó y acarició un rato como forma de prepararle porque a continuación iba a tener que ponerle sus primeras inyecciones en el culete y sabía que iban a ser bastante dolorosas.

Daddy siempre receta inyecciones porque considera que son una disciplina muy instructiva que ayuda a formar el carácter de los hijos y a que no sean unos blandengues.

El tratamiento para JD iban a ser una inyección en cada nalga en el comienzo de la tarde, otras dos en la noche, una al ir a la cama y otra un par de horas después, y otras dos por la mañana cuando lo despertara. De haber sido una visita diurna sólo le habría puesto un par a la llegada y otro par antes de irse, pero al pasar noche no quedaba mas remedio que ampliar el tratamiento y pincharle también por la mañana.

Daddy sabe que las inyecciones a los nuevos hijos nunca les gustan. Hoy dia se recetan muy poco y no están acostumbrados a ellas, por eso es tan importante habituarles desde el principio y ser muy estricto con ellas, sin hacer caso cuando dicen que les duelen mucho o incluso cuando lloran.

JD demostró mejor aguante del que Daddy esperaba. Se mareó un poco con la primera inyección porque Daddy optó por ponérsela de pie, igual que normalmente se ponen en cualquier centro de salud, y se quejó bastante con algunas, pero fue un hijo valiente y no lloró ni fue necesario darle más azotes para que se las dejara poner.

Daddy, por supuesto, le consoló y calmó con mimos después de cada inyección, le dejó mamarle y lamerle entero, e intentó hacerle ver que las inyecciones eran imprescindibles, cosa que a JD no le hizo mucha gracia, pero que Daddy espera comprenda mejor con el tiempo porque si se las pone aunque no le gusten es por su bien y para educarle como es debido.

Igual que también por su bien Daddy le dijo que debía apuntarse a un gimnasio e ir regularmente para mejorar y tonificar su cuerpo, porq JD tiene un cuerpo y un culo jovenes y muy atractivos, como corresponde a du edad, pero necesita definir y endurecer un poco más.

Una vez puestas las primeras inyecciones y calmado suficientemente el dolor en las nalgas que le habían producido, Daddy ordenó a JD tuvo ponerse un suspensorio para ir preparando la siguiente etapa, que era empezar con el adiestramiento como cachorro, con máscara de perro incluida para entrar mejor en el papel…..