Me liberó el cuello y di bocanadas tomando aire.
Se plantó delante de mí otra vez. -Y por supuesto que ellas no me dejarían hacer esto -añadió, hostiándome con fuerza en la cara.
Y lo hizo otra vez, más fuerte.
Y otra vez.
Y otra. TOMA
La última me escoció mucho
-¿Qué se dice, marica? -preguntó.
-Gracias.
Me dio una patada en los huevos, no fuerte pero sí lo suficiente para que me retorciera con dolor. -No, maricón. ¿Qué se dice?
-Pégueme de nuevo, señor -respondí rápidamente.
Me llevé otra patada en los huevos, más fuerte que la anterior. Me esforcé mucho por no juntar las piernas. -¡No! - dijo, ya enfadado -¿Qué se dice cúando te golpeo, esclavo?
Me lamí los labios resecos. -Más fuerte, señor. Por favor, pégueme más fuerte.
-¿Así? -preguntó, soltándome otra bofetada en mi cara enrojecida.
-Más fuerte. -gemí
-Oh, cómo, ¿así? -dijo, golpeándome la otra mejilla con incluso más fuerza.
-Más fuerte, por favor -exclamé, aún incluso cuando me estaba zumbando la cabeza.
-Ah, ya lo pillo. Quieres que te de una paliza -me dio tres guantazos más, con la mano, el dorso, la mano. Entonces se rió. -Eso es bastante trabajo, zorra. Puede que después. Ahora quiero que me chupes el ojete sucio. Acuéstate en el suelo.
Lo hice, rápidamente, aliviado de que dejara en paz mi cara por el momento, ya la notaba hasta un poco hinchada. Pero el dolor es una cosa efímera. Mi boca ya se me hacía agua pensando que ahora tendría su culo en ella.
Me miró fijamente mientras m tumbaba. -No me he duchado en toda la semana -me dijo rascándose un sobaco con aire ausente. -Me pica en el ojete desde ayer. He pensado mucho en tu lengua ahi clavada, limpiándome bien. Imaginé que no querías que me limpiara demasiado el culo. Imaginé bien ¿verdad, puto váter?
-Sí -dije mirándole a los ojos. Nunca la habia tenido tan dura.
Se sentó en mi pecho y se deslizó hacia mi cabeza hasta que sus cojones estaban en mi cara. Olía un hedor acre, y bajo él un olor más fuerte procedente de su culo. -Es una pena que no estés siempre para limpiarme el culo, mierdecilla. Piensa en todo el papel de váter que ahorraría. Serías mi urinario y lameculos todos los días. Pero ahora...
Avanzó hacia mí, asentando todo su peso sobre mi cara, encajando su ojete perfectamente en mi boca. -Chúpame el culo, maricón.
Saqué la lengua, a la vez que él hizo fuerza para sacar un poco su culo, y pude hundir la lengua profundamente en su pegajoso, sudado y sucio agujero. El fangoso gusto era fuerte y amargo. La mierda de Luis. Estaba saboreando la mierda de de Luis.
Hizo más presión sobre mi cabeza con su culo. -Sí, joder, chupamierdas. Mete bien la lengua. Lámeme bien ahí por donde cago. Límpialo bien, chupaculos.
Estaba en el cielo del cerdeo. Los pelos del culo con la esencia de la mierda de Luis me rozaban en el labio superior y en el mentón. Mi lengua recorría toda la superficie externa de su ojete, y podía saborear bien todo, tambien la metía a tope por su agujero, mezclando mi saliva con todo el sudor y esencia de su culo, luego las gotas de la mezcla caían en mi boca cubriéndola con el jugo de este pedazo tío.
Lo notaba hacer presión, gruñiendo mientras abría un poco su agujero para dejar paso a mi lengua, desbloqueando con ella más y más capas de su viscoso túnel.
-Ahhhhh -gimió -Fóllame el culo con la lengua, putazorra chupapollas.
Apretó más contra mi cabeza, sintiendo todo su peso encima de mí, tenía la cabeza que me dolia, fuertemente aplastada contra el suelo de madera. Pero toda mi atención del mundo estaba centrada en su ojete sucio y maravilloso. La unión perfecta ente mis labios firmemente apretados contra ese agujero, el vertedero de mierda. Todo bien babeado y lubricado con mi saliva entre mi lengua y su recto.
Otra vez presionó y esta vez se tiró un pedo directamente en mi boca. Solo olí un poco cuando brevemente separé la nariz.
-Joder, si, puto váter asqueroso, cómete mis pedos. -dijo, y empezó a pajearse, señal de que estaba muy cachondo. Él siempre prefería no tocarse y violarme la boca cada vez que quería placer, pero evidentemente en esa posición no se podía. Otra vez apretó un poco, y se tiró un pedo más largo asqueroso en mi boca. Era una adicción.
-Limpia bien toda la suciedad de mi puto culo, maricón comeculos.-gruñó, restregando su ojete por toda mi cara. Hacía todo lo posible por complacerle.
Estaba a tope con su culo, haciéndole el amor a su ojete con mi boca, mis labios, mi lengua. Totalmente absorto con él, sin querer nada más en el mundo que comerle el culo para siempre. Ahora daba con la lengua chupadas más amplias, procurando obtener el máximo sabor posible, como al lamer un cono de helado, y sacar los restos marrones y amargos de su último movimiento intestinal. Mi trabajo era limpiarle, y queria que quedara complacido con mi trabajo.
Se tiró otro pedo, y aproveché para deslizar otra vez la lengua dentro de su agujero, tensando mis músculos de la cara para llegar lo más profundo posible.
Esta vez noté algo ahí, creo que era su mierda lo que tocaba la punta de mi lengua.
Creo que él también lo notó. Se levantó abruptamente y me agarró por la muñeca. -Al baño -me djio. -Ahora.
Trastabillando, lo seguí por el pasillo, y hasta el baño de la primera planta “al menos ya no estamos en la entrada” pensé.
Y también: “¿vamos a hacer eso?¿ahora? No puede ser”
Un sudor frío me recorrió.
Pero se sentó en el váter, me empujó y puso de rodillas delante de él. -Chúpame la polla -me dijo, y no tuvo que decirlo dos veces.
Me metí su polla hasta la base de una sola vez, apretando la punta de su cipote con mi garganta, me encantaba tener rellena la boca y la garganta de su polla, tener su rabo durisimo dentro de mí dándole placer. Centrándome en darle la mejor mamada posible.
Se tiró otro pedo y el olor subió hasta mis narices. No paré de hacerle la garganta profunda.
Ya habíamos hecho esto alguna vez, y mi miedo anterior se disipó bastante. No era la otra cosa, al menos no de momento.
Los músculos de sus muslos se tensaron, y empezó a cagar.
Manejaba mi cabeza mientras le mamaba el rabo durísimo y gordo, aplastando mi cara contra su vello púbico, y gruñía de placer. -Bien, zorra, chupa bien esa polla. Cómemela bien mientras cago, puta zorra inútil.
Así lo hacía. Escuchaba el sonido crujiendo de su mierda mientras salía del agujero, y como luego caía con fuerza en el agua del váter. El olor era parecido a cuando le comía el culo, pero más intenso, más fresco.
Me soltó la cabeza, -Chúpa bien, joder -dijo en un tono que me indicaba que no lo estaba haciendo del todo bien. Ipso facto, incrementé la velocidad con la que subía y bajaba mi cabeza sobre su polla, dándole a mi garganta la follada que él no podría estando sentado en el váter, girando mi lengua arriba y abajo por toda la longitud de su tremenda tranca, mordisqueando suavemente el glande y estrujando su capullo con mi garganta cuando tragaba hacia abajo.
Esforzándome por su semen.
Lo quería en mi boca.
Lo ansiaba.
Escuché que otro gran tronco cayó en la taza del váter, hizo un ruido de alivio y placer, agachó la cabeza y cerró los ojos sintiendo el doble placer a la vez que estaba recibiendo, con este acto degradante que solo yo de todas las zorras que conocía era capaz de hacer.
Durante algunos minutos me centré solamente en su polla, en lo que le hacía más feliz. Dejó también de hablar por unos instantes, parecía satisfecho observando el deleite de mi servidumbre hacia él.
Finalmente, le masajeé suavemente las pelotas, para darle más placer. Soltó un gemido que lo aprobaba.
Con un dedo, suavemente fui acariciando desde sus bolas hasta el perineo, y hasta presionarle suavemente en su pegajoso y caliente ojete.
Pegó un gruñido, y se corrió en mi boca.
Tiró de mi cabeza hacia atrás, dejando solo medio rabo dentro de mi boca, así podía degustar toda la lefa que estaba en mi lengua, lo amé intensamente por permitirme esto.
Cuando estaba muy excitado, se corría fuertemente en abundancia. Tragué tres grandes chorros de densa y caliente leche, quería emborracharme con ello, sentir el subidón al llenarme de su deliciosa leche. Me encantaba tragarme su semen.
Poco a poco, los chorros de semen bajaron en intensidad, me tragué el último, saboreando bien, manteniendo su suave polla en mi boca, mimándola y tratándola de forma exquisita.
Ya no me agarraba del pelo, ahora me masajeaba la cabeza suavemente.
Por experiencia sabía que se volvía menos intenso, casi un tío simpático después de correrse.
Pero también sabía que cuando se empalmase otra vez, sería el doble de cabrón que antes.
Ultra Pig. 2
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