El domingo iba a transcurrir en la finca del Amo. Tocaba recoger la remolacha, y ahí me tenía, con el espinazo doblado, al sol, el collar de perro en el cuello, en pantalón de deporte y zapas. Supongo que le gusta verme así cuando me pone a currar. 

No temí nada cuando recibí el leve calambre del velcro electrificado que rodeaba mis testículos y que el Amo activaba a distancia cuando me necesitaba en la casa. Era normal, a veces me pedía una cerveza fría de la nevera, otras un café, otras follarme... Cuando llegué su voz tronó desde la cocina, y no tenía buena pinta. 

Me arrodille ante Él mientras abría la basura. 

-¿Qué puedo hacer por usted, Amo?
-Mira el cubo de basura ¿Qué ves? 
-Basura orgánica, Señor. 
-Qué fino hablas, esclavo.- Con la mano hundió mi hocido en la basura. -¿Y en la basura orgánica no ves algo de color amarillo, anormal? 
-¡Sí, Amo, una cáscara de plátano!
-¡Cógela con la boca, y déjala en el suelo!.- Diligentemente cogi el desecho me coloqué a cuatro patas y la dejé en el suelo.-¿Qué hace una cáscara de plátano en la basura, gusano de mierda? Porque sólo estamos tú y yo, y YO no he comido ningún plátano, así que aquí alguien se ha tomado una libertad que no tiene ¿eh?.- Y con el pie acercó mi cabeza aa la cáscara de plátano. Me había pillado, el que calla otorga, y eso estaba haciendo. -¡Cómetela! Acerqué el hocico y como pude empecé a masticar la cáscara que estaba mezclada con posos de café y salsa de la cena del día antes. Lo peor fue tragar el tallo superior, pero tuve que hacerlo, urgido por mi dueño a acabar. -Montón de mierda, no quiero volver a repetir que tú no puedes tomar ninguna decisión por tu cuenta, si quieres un plátano, me lo ruegas ¿Entiendes?
-Sí, Amo. 
-No, no creo que lo hayas entendido.- Exclamó sujetando la cadena de perro a mi collar.- ¡Vamos!

Le seguí a cuatro patas, aunque sabía lo que me esperaba, sólo dudaba si serían 20, 30 o 50 latigazos. Mejor eso que la fusta en los testículos, pensé mientras me ataba las manos y separaba mis pies con una madera.