Acabo de cambiar de lugar de trabajo y estoy encantado, ahora vivo en una ciudad que siempre me gustó, con hombres muy guapos, muy machotes, y oigan, feliz de la vida. Todo está tan, tan bien, que hasta pasan cosas sorprendentes, como por ejemplo que un antiguo AMO también se haya ido a vivir por allí y que te lo encuentres por la calle, y, por supuesto, acabes de nuevo de rodillas desnudo ante ÉL.

Vas por la calle y oyes ese nombre por el que sólo una persona en el mundo te puede llamar: "¿Qué haces por aquí, res?" (res porque en mi idioma, el castellano, es un animal, res porque en su segundo idioma significa nada) y antes de girarte ya te tiemblan las piernas de susto, de gusto.

El AMO sigue viviendo en el campo, solo que ahora cerca de mi, una hora en coche, me planto en su casa y no hay tregua: "Desnúdate". res está desnudo y su piel se eriza mientras le ponen una cadena en la cintura de la que salen otras dos extensiones a los tobillos "tócame los pezones como me gusta", lo hago, lo recuerdo, le evito la mirada, sólo me deja mirarle de una forma, pronto os diré cuál.

Está más allá de mi control, cuando estoy con ÉL su palabras suenan imperativas sin que pueda hacer nada para evitarlo. "Recuerda, si te doy una hostia en la cara, no gires la cabeza o te daré el golpe en el oído y eso es peligroso. El AMO te cuida, pero para ello es importante que tú sepas" por supuesto, a la indicación siguió la bofetada mientras me ordenaba seguirle a cuatro patas "Me gusta como suena el roce de las cadenas con el suelo, mala bestia".

Me llevó a su habitación y tras chupársela un rato, me la metió. No le compete al esclavo saber lo que siente su AMO follándole, pero como montar en bicicleta, no se olvida lo que el esclavo siente, y es que su placer no importa, de hecho sentí daño, pero daba igual. Bombeo un rato con el condón puesto, hasta que me pidió que me tumbara boca arriba, y yo ya sabía, sabía que es así como me deja mirarle a la cara, porque al esclavo también se le domina con la mirada "Esclavo, esto sano, así que te lo voy a preguntar una vez "¿Puedo preñarte y estás dispuesto a tragarte mi leche? No te lo volveré a preguntar, si respondes que sí, no volveré a usar condón contigo". Y asentí, justo y el AMO procedió a preñarme.

Satisfecho, el AMO me enseñó donde seria castigado, me esposó a la barandilla de una escalera y quiso recordarme sus látigos "Vas a recibir cinco latigados con cada uno, de menos a más doloroso. Te castigaré cuando te lo merezcas, pero también cuando me apetezca, para mi diversión... Y procedió, cinco por cinco, veinticinco latigazos recibí, y los últimos dolieron... mucho... y me decía "Repite: Gracias AMO por educarme".

Cenamos, y vimos una película, ÉL en su sillón, yo en el suelo, vestido con un mono caqui y sintiendo las cadenas entre mi piel y la tela, a mitad de película me ordenó que ...