Hacía poco tiempo que había cumplido los 18 años. Nunca me dejaba llevar por fantasías homoeróticas. Cada vez que alguna de ellas m e alcanzaba el pensamiento, yo la rechazaba al momento aunque sintiera cosquillas en la entrepierna.
Por eso nunca imaginé cómo sería mi primera experiencia con un tio y nunca podría ni siquiera haberlo imaginado. Fue con mi profesor de inglés. Mi madre había contratado al novio de una compañera suya de trabajo, un chico de unos 24 años llamado Christian. Las clases me las daría en su casa, tres horas todos los sábados durante los meses de verano.
El primer sábado llegué muy aburrido y de mala gana pues nunca me gustó mucho el inglés, aunque entonces no sabía cómo me iba a gustar éste. De este sábado no hay mucho que contar salvo que me di cuenta de lo bueno que estaba el profe, de lo rubio que era y de su cara de angel, aparte de que me encantó estar tan juntitos en la mesa.
Al sábado siquiente fui ya, más animado. Cuando llegué llamé al timbre pero nadie me abrió. Volví a insistir y al cabo de 2 ó 3 timbrazos por fin "mi angel" se decidió a abrirme la puerta. Se había dormido, supongo que por una noche loca. Tenía los pelos levantados, ojeras, los ojos cerrados por la luz y.......... completamente desnudo
Yo me quedé estupefacto y por supuesto mi mirada bajó de los pelos hasta su rabo. Una maravillosa herramienta que fláccida no tenía menos de 15 cm
El no pudo dejar de observar mi atolondramiento mientras acababa de cerrar la puerta y mis ojos seguían fijos, como hipnotizados, en su verga. Al levantar los ojos y ver su mirada y lo que me pareció una ligera sonrisa me entró tal rubor que casi me muero de vergüenza.
Aún fue peor cuando, tras decirme que me fuera sentando, mientras él se daba una ducha, mi mirada se quedó fija en su imponente culo, redondo, prieto, firme casi de marmol mientras se iba hacia el baño. Al girarse de repente me pilló escrutándoselo y comiendomelo, hasta ese momento, sólo con la mirada. Ahí si que me creí morir, pero ya le había dado todos los datos, no necesitaba más.
Se duchó a propósito con puerta abierta para que yo viera y me deleitara con su cuerpo. Su estudio era pequeño por lo que pude ver no sólo como se duchaba, sino tambien como se secaba y como al hacer ésto en la entrepierna lo hacía con tal fruicción que mas pareciera que se pajeara. Me daba la espalda con lo que pude observar a placer su culo. De vez en cuando el miraba por el espejo y entonces nuestras miradas se cruzaban. Yo lo unico que podia hacer era echarme mano al paquete y apretarme bien la polla.
Tapado sólo con la toalla se sentó a la mesa:
-Perdona que no me vista, es para no perder más tiempo.
Yo debí de balbucear alguna cosa mientras miraba su torso fornido como el David de Miguel Angel.
-Vamos, empieza a leer, vamos a oir tu pronunciación
Yo empecé a tartamudear mientras no podía evitar que mis ojos se fueran de vez en cuando a su prominente paquete que, debajo de la toalla, sospechosamente, cada vez era mayor.
Tras cada una de mis miradas observé que la toalla dejaba ver cada vez mas pierna y muslo. No hace falta que diga que yo estaba cada vez más excitado y más empalmado y que en algún momento tuve que bajar la mano para colocarme la polla porque en verdad que me estaba haciendo daño. Pareció, ésta, ser la señal que estaba esperando pues me cogió la mano y me la acercó, suavemente, a su rabo bien supererecto. Yo toqué aquello durante unos segundos y fue tal el corte que me dió que lo solté todo colorado.