LAS BATAS BLANCAS

 

Siempre me ha puesto los hombres con bata blanca, a otros les gusta los maduros, los jóvenes, los trajeados, los pijos, los osos,…, a mí, los hombres con bata blanca relacionados con la medicina.

 

Cuando era estudiante, vivíamos tres personas en un apartamento que pagábamos a medias. Una de las otras dos personas era gay como yo y estudiaba enfermería. No me gustaba especialmente pero le sentaba estupendamente las batas blancas, y en ocasiones satisfacíamos juntos nuestras necesidades sexuales.

 

Una tarde que estaba yo solo en casa porque el tercero estaba de viaje, llegó el estudiante de enfermería, me saludó y se sentó cansadamente a mi lado en el sofá. Me empezó a contar todo lo que practicaron ese día en clase y rápidamente noté como la conversación levantaba mi lívido. En un momento de la conversación me pidió si me dejaba que hiciera prácticas sobre mi cuerpo y yo le dije que si.

 

Entonces se levantó, se colocó una bata blanca algo arrugada que había traído de clase en una bolsa, y me pidió que fuéramos a la cocina donde me hizo tumbarme boca arriba en una mesa alargada que había y que iba a hacer de camilla. Me desnudé de cintura para arriba y me tumbé en la mesa. Me tomó la tensión, y me daba golpecitos por mi pecho, tripa, y manoseaba cada una de mis costillas. Aquel pequeño sobeteo me había puesto la polla morcillona, pero el seguía con sus golpecitos y sobeteos hasta llegar a la cintura; entonces y sin preguntar, me desabrochó el botón del pantalón, me bajó la cremallera de la bragueta, y me quitó los pantalones y los calzoncillos dejando al aire mi pene erecto.

 

Yo no decía nada, solo sonreía en señal de asentimiento. Entonces me pidió que me diera la vuelta y me pusiera boca abajo, cuando de repente noté un pinchazo en mi culo que hizo que diese un respingo que rápidamente él tranquilizó con su mano y diciéndome con un tono pausado: “hoy hemos practicado como poner inyecciones, no te preocupes que solo te clavo la aguja sin inyectarte nada”. De repente, noté otro pinchazo en el otro lado de mi culo que me hizo dar otro respingo, pero que aquella situación de indefensión y clavado con dos agujas en mi culo provocó que me excitara aún más. Luego me las quitó y frotó con un algodón humedecido en alcohol las zonas donde había clavado las agujas, y también frotó con el algodón mi agujero del culo. Entonces me pidió que me pusiera de rodillas pero totalmente agachado con mi cabeza descansando en la mesa. Con mi culo bien abierto y a disposición de mi enfermero, me metió un termómetro por el culo para ver la temperatura, y cuando pasó unos minutos me lo quitó para ver la temperatura que tenía.

 

Estaba como en la gloria disfrutando de aquel reconocimiento. A continuación empezó a meterme una sonda por el culo, y otra por mi pene. Aquella postura con esas sondas metidas en mi culo y pene me habían terminado por ponerme a tope y no creía que aguantara mucho más. Entonces empezó e introducirme un líquido por el culo que me llenaba por dentro hasta que una vez todo dentro, me empezó a retirar la sonda del culo. Estaba en la gloria, de rodillas boca bajo, lleno de líquido por dentro y con una sonda en mi pene, y con mis ojos cerrados imaginando que iba ser lo siguiente.

 

Cuando noté que ya no me hacían nada, empecé a descargar por mi culo el líquido que me llenaba por dentro, y entonces levanté la cabeza y abrí los ojos. Entonces vi que mi amigo el enfermero estaba allí frente a mi cara haciéndose un pajote que terminó por coopérese tirando grandes borbotones de lefa llenando mi cara y cabeza. Al sentir toda aquella lefota mojándome la cabeza, empecé a correrme yo también saliendo lefa de mi polla por la sonda y fuera de ella.

 

Cuando ambos hubimos descargado toda nuestros semen, me terminó de quitar la sonda de mi polla, y nos vestimos.

 

Aquello me gustó mucho y desde entonces siempre me han gustado esas prácticas médicas, jejeje

A mi me gusta, espero que a vosotros también jeje.