Enredo

Enredo mi vida en tus cactus venenosos y punzantes.

Tu olor podrido de trabajo y descuido personal terminan por excitarme y enredarme el día.

La ternura de tu corazón provoca una erección; la sonrisa de tu abrazo derrite y expulsa las babas más enredadas en mi entraña sexual.

Al salir de nuestra frustrante amistad, caigo en el barro todos los días. En la cloaca de mierdas colectivas, para alimentarme de ellas e infectarme con el pecado ajeno y contaminar a otros con el mío propio.

Suspiro y me estimulo en tu cama cuando te vas, sin que lo sepas, perdido en tus malos olores, y bebiendo café hecho con tus calcetines pegajosos y jugosos.

Yo en cambio, cuido mis olores para cuando me quieras acceder: meticulosamente limpio y virgen, listo para una cena carnal que no llega y no llegará. Que me decepciona hasta el infierno de mis inseguridades y mis estados más autodestructivos de perezas y sangre azucarada.

Pido consejo a mis amistades, solamente para ignorarlo y clavar más adentro de mis grasas el cuchillo mopo y lento del hacer todo mal y todo el bien no hacerlo.

¡VAYA ENREDO!