Violado por la policía alemana

Salí lentamente de los baños de la estación. MI culo aún notaba la presión de aquella polla que me acababa de desvirgar y sentía el gusto del semen de aquellos machos en mi boca. Olía a sudor, a sexo, a pollas de otros hombres. Estaba en shock y rememoraba lo que acababa de ocurrir.

Me apoyé contra la pared mientras miraba la gente pasar ensimismada en sus cosas. De repente oí una voz potente hablar en alemán a mi lado. Eran dos policías, vestidos de azul, muy altos y musculados. Les dije que no les entendía y me pidieron la documentación. No llevaba nada encima. Me preguntaron en inglés de dónde era y qué edad tenía.

Español, dijeron. Qué hacías ahí? Nada, respondí. Debieron de ver mi nerviosismo y uno de ellos me agarró la cabeza. Qué es esto que tienes aqui? No supe qué responder. Debía de tener restos de semen por el pelo.

16 años y practicando la prostitución en la estación, dijeron. Nos tendrás que acompañar.

Empecé a temblar y me asaltaron las lágrimas. Me dejé llevar mientras todo el mundo me observaba. Me moría de vergüenza. Me expulsarían de la residencia. MIs padres me matarían. Joder...

Entramos en un coche de policía y arrancaron. Me fijé mejor en ellos. El que condúcía parecía el de mayor edad, sobre 40 años. Pelo rapado al cero y cara cuadrada, de ojos oscuros y penetrantes. Mandíbula partida y manos fuertes, con dedos cuadrados y uñas cuidadas. El otro tendría como 35 años y tenía el pelo castaño y los ojos muy azules. Era algo más delgado pero podía apreciar su cuerpo fibrado. Pensé en escapar, abrir la puerta y salir corriendo. Ellos hablaban en alemán y reían de vez en cuando.

El rapado me miró de reojo y me preguntó en inglés cuánto cobraba por una mamada. Le repetí que no era un puto, que no había hecho nada. Se me ocurrió decirles que me habían violado en la estación. Que el vagabundo me había violado. Noté cómo se miraban. Pénsé que algo había cambiado. Que se compadecerían de mi y me llevarían, como mucho, al hospital. De repente el coche se paró. No me había fijado, pero habíamos salido de la ciudad.

Ambos salieron. Abrieron la puerta y el rapado me sacó con brusquedad. Estábamos en una carretera, aparcados en el arcén. Me llevaron entre los dos tras los árboles. Yo les gritaba y pedía ayuda. Pensaba que me darían auna paliza y me dejarían medio muerto en el bosque. Al llegar a un claro, me empujaron y caí al suelo. No podía dar crédito a mis ojos. Los dos a la vez se quitaron los cinturones y se sacaron las pollas. Estaban empalmados y tenían dos buenas pollas, gordas y duras, ya bien húmedas y brillantes. Sabía qué me tocaba hacer.

Me acerqué y me puse a mamar sus pollas. A fondo, con ganas. Ahora estaba realmente cachondo. Me quitaron la camiseta y se pusieron a apretar mis tetillas. No paraban de decirme que era una puta y que iban a romperme el culo. Me trataban con dureza y me escupían en la cara. Se reían y me pegaban y yo estaba realmente caliente. Lamía sus huevos, gordos y y peludos, sudorosos y duros. A la vez les pajeaba y tocaba sus culos. Metía mis dedos en sus agujeros y notaba cómo enloquecían de placer. Entonces el más joven se apartón y me arrancó el pantalón. Me puso a 4 patas y escupió en mi ojete. Yo puse mi culo en pompa y miré al rapado, que me estaba follando la boca fuertemente. Al ver mi culo pude ver su cara de vicio. Me miró y dijo: nice ass...

Le dijo algo en alemán al otro. No pude entenderlo, pero el efecto fué que su polla entró en mi culo a la primera, de un golpe de sus potentes caderas. Quise gritar, pero el rapado tenía su enorme rabo en mi boca y al ver mi cara de dolor la metió más a fondo y de repente me dió una bofetada. Se me saltaron los lágrimas y continué mamando. Agarró mi cabeza y mantuvo su polla a fondo en mi boca. Mi cara contra su pubis velludo, casi sin poder respirar y con la otra polla en mi culo, hasta las pelotas. Esperaba sus corridas, pero no llegaron. Change, dijo el rapado, que parecía llevar el mando.

Estuvieron un largo tiempo follándome la boca y el culo, con fuerza, como animales poseidos. Yo creía desfallecer. Sus grandes manos tocaban todo mi cuerpo y azotaban mis nalgas; apretaban mis pezones y tiraban de mi pelo. Cada vez que cambiaban de posición sufría al notar sus pollas romper mi culo. De repente los embites del calvo fueron en aumento y descargó su semen en mi interior. Su orgasmo fue ruidoso, con gemidos y palabras en alemán. Nada más sacarla, se limpió los restos de semen en mis nalgas y el otro salió de mi boca con prisa. Rápidamente me la metió, con más facilidad, gracias al semen de su compañero y comenzó a follarme con renovadas fuerzas, como si la corrida del otro le hubiera puesto más cachondo. A los pocos segundos, el policía comenzó a correrse en silencio. Yo pude notar cómo me llenaba con enormes cantidades de semen caliente. Sacó su polla y caí boca abajo en la tierra.

Me giré para mirarles, sin saber qué hacer. Los dos me observaban con una media sonrisa en sus caras. Ví que aún tenían las pollas fuera, medio morcillonas. Se acercaron y orinaron sobre mi. Mi humillado cuerpo, sin fuerzas, recibió sus fuertes chorros de pis caliente. El calvo dirigía su meada a mi culo, como tratando de eliminar los restos de semen que salián de él. El de pelo castaño se meaba en mi cabeza, buscando mi cara. Yo miraba al suelo y notaba la presión de mi polla dura contra la hierba. Al cabo de un rato acabaron. Me volví justo a tiempo de ver cómo se alejaban a grandes pasos.