Escrito por: TT
1021 palabras
Con el cambio de año todos nos hacemos algún propósito. Dejar de fumar, ponerse a dieta o apuntarse al gimnasio son los clásicos. Y yo, por seguir la corriente, decidí apuntarme al gym. El escogido fue el típico gimnasio de barrio sencillo y económico. Sala de pesas, salas de clases, vestuario con duchas individuales y sauna un par de días a la semana.
Llevo apuntado desde febrero, apenas un mes y medio, pero ya he disfrutado del placer de hacer ejercicio entre tíos sudorosos. Bueno, más bien he disfrutado de las duchas. Normalmente aprovecho las mañanas para acudir, ya que por las mañanas la afluencia de público es limitada y por las tardes está siempre a rebosar.
Sin embargo la experiencia que os quiero contar sucedió por la tarde. Un día que no podía acudir por la mañana fui a primera hora de la tarde. Estaba trabajando los dorsales cuando lo vi aparecer. Él es un follamigo al que hacía un par de meses que no veía. Yo lo vi conforme entraba a la sala de pesas, pero él no se percató de mi presencia hasta que se dirigió a las máquinas que había a mi lado. Disimuló porque iba con un amigo, pero enseguida empecé a sentirme observado. Yo llevaba la rutina a medias y en un rato ya había terminado, así que me fui al vestuario para desnudarme y meterme a las duchas. Apenas había abierto la taquilla y cogido las chanclas cuando me habló por detrás de mi espalda.
-Cuanto tiempo tío. ¿Te has apuntado al gym, eh?
-Sí, estoy un poco abandonado y me hace falta ponerme en forma.
-Eso está bien. Ahora una ducha, una sauna y como nuevos.
-Sí tío, estoy muerto, jejejeje, hace años que no hacía nada de ejercicio.
-Tampoco es que te haga tanta falta.
-Jajajaja, si soy un tirillas. Bueno, me voy a la ducha, nano.
Ya me había desnudado y tenía la toalla y el gel en la mano, así que lo dejé allí a medio desnudar. Escogí, cómo habitualmente lo hago, la ducha del fondo. Apenas había pasado un rato y estaba aclarándome la cabeza después de lavarme el pelo cuando me tocaron por la espalda. Me giré y ahí lo tenía detrás de mí, desnudo y con un empalme considerable.
-¿Me haces un hueco?
No esperó mi respuesta, se metió a la ducha detrás de mí y empezó a meterme mano. A todo esto no os he descrito al chico. Tiene 23 años, mide 1’86, delgado, está completamente depilado (la última vez que le había visto tenía solo vello en las piernas y en el pubis), con 19cm de polla recta con el glande bastante grande y el prepucio solo le cubre medio glande empalmado. Tiene el pelo castaño y los ojos miel.
-Cuanto tiempo hace que no nos veíamos. He estado muy liado, pero tenía ganas de verte ya.
-Sí, claro, jajaja.
-Sí tío, no conozco a nadie que me la coma cómo tú.
No me dio tiempo para reaccionar, me dio la vuelta y empujó mis hombros hasta dejar su polla a la altura de mi cara.
-Cómemela.
-Tío, ...
En las duchas del gym
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