Escrito por: golosobcn
2717 palabras
Estaba pasando una semana en la playa con cinco amigos míos. Habíamos acabado los exámenes de la universidad y nos fuimos a Alicante a disfrutar del verano, el calor y el sol. Nos pasábamos los días jugando al fútbol en la playa, bañándonos en la piscina, liándonos algún porrillo mientras jugábamos al poker y poco más.
En el apartamento que teníamos alquilado no podíamos realizar fiestas, y además, el casero vivía realmente cerca y paseaba al perro por la zona, así que ni de coña podíamos ignorar lo que nos dijo y montar ahí ninguna locura. Por tanto, nos unimos a una fiesta que montó el conocido de uno de nosotros en la otra parte de la ciudad. Era un chalet realmente caro, y estaba en una urbanización de clase alta. Pillaba muy lejos de la zona donde teníamos nosotros el apartamento, así que fuimos en un autobús urbano que nos dejaba cerca.
Después de pasar la noche allí, fumar y beber como locos y tener los oídos reventados de la música, eran ya las 4 de la mañana y tenía ganas de irme. Mis amigos están locos de la cabeza, y ellos querían pasar toda la madrugada ahí y volver por la mañana, incluso estaban comentando algo de comer churros con chocolate cuando amaneciera (algo muy típico en las fiestas en el sur de España, o al menos, donde yo vivo). Cuál sería mi sorpresa al descubrir que yo también iba a ver un churro y además... de chocolate precisamente.
Salí de la casa y fuí a ver si veía algún taxi, algún autobús nocturno o yo que se. Empecé a andar y estaba todo desierto. Parece mentira que en una zona costera, en pleno Agosto y un sábado hubiera tan poco ambiente. Quizás era porque la zona estaba en la parte más alejada de la ciudad, pero el ambiente me estaba dando muy mal rollo. Justo en ese momento, unos focos me abrieron completamente los ojos. Era un camión, pasaba justo por la calle en la que iba yo, y parecía un puto trailer. No entendía muy bien qué hacía un camión de ese tamaño en una zona así, pero tampoco estaba para pensar mucho porque el alcohol y la marihuana habían ya hecho cierto efecto en mi.
Quizás de verme andar lento o tambáleandome lentamente, decidió parar y preguntarme.
- Hola amigo, sabes por donde llegar a Campoamor? - me preguntó el hombre.
No conseguía verlo del todo bien, pero en ese momento empecé a pensar si era moro, negro o algo así, porque no sólo estaba oscura la noche sino que tampoco se veía su rostro del todo bien. No me equivocaba, encendió la luz del interior del camión al ver que no le contestaba, y pude ver que era de raza negra.
- Me has oido? - volvió a preguntar.
+ Sí, lo siento, es que vengo de una fiesta y voy un poco ciego. No tengo ni puta idea de donde está Campoamor porque no soy de aquí tio.
- Joder, pues estoy jodido - dijo el hombre.
En ese momento no se que me estaba pasando por la cabeza, pero no me ...
El camionero me abre el culo..
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