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Cámping, 3

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Volvía a mi tienda más calmado después de una buena carrera y una buena corrida en el culo del camarero del bar. El macho de la parcela de al lado estaba ya levantado, tumbado y mirando el móvil. Me vio aparecer aún con la ropa sudada de correr. Supongo que después de haberme ofrecido la boca del hijo de su piba, ya no había necesidad de ocultarnos. Nos reconocíamos como los machos cabrones que éramos, y con lealtad para no comprometer al otro.

- Buenos días — Le debí responder al saludo con sonrisa de macho gilipollas. Y el tío se dio cuenta rápido.

Se levantó y se acercó.

- Y ahora me vas a soltar que has ido a correr... Con ese careto de cabrón satisfecho jajajaja.

- Joder, que sí tío. Que he ido a correr. Pero se me puso una putita a huevo y no lo pude evitar.

El capullo se rio a gusto.

- ¿Ayer te quedaste con ganas de más o qué?

- Ya tío, el culito de tu cachorro me dejó malo. Y mi novia ná de ná.

- Joder, mi piba igual. Ella emperrada en hacer las vacas de cámping, pero con los críos delante se corta y estoy a dos velas. Tampoco me puedo largar con su nene a nuestra bola así como así.

- Vamos, que te subes por las paredes como yo, jajajajaja.

El tío se sobaba el paquete y me lo enseñaba ya morcillón debajo del chándal. Así iba el pobre, también salido. Dos machos incorregibles.

- A quién te has tirado, cabronazo.

- ¿Has ido al bar? ¿Has visto al camarero rubito?

- No me jodas....

- Ya emputecido. Debe estar ahora con el coño goteando de la lechada que lleva.

Se escuchó ruido en su furgoneta. Disimulamos. Salió su novia, medio dormida todavía. Tía de unos 45, bien conservada y cuidada, más baja que él, y aún conservaba un buen culo y unas buenas tetas que no parecían muy caídas; guapa, pelo castaño recogido en una coleta.

- Buenos días cariño. Hola. Soy Carmen, no te doy un beso que tengo todavía cara de empanada.

- Ey, yo Pedro. Encantado.

El macho se presentó; ni nos habíamos dicho el nombre.

- Soy Javi por cierto. Nada tío, cualquier cosa que necesites estos días nos dices. Luego me terminas de contar dónde has estado. Hoy estaremos por aquí de relax... Pasaos tú y tu novia a hacer una birra o un vino si no tenéis plan. Así se conocen estas dos y no se aburren jajajaja.

- Ya te vale, como si estuviera mal con vosotros—replicó la novia y le lanzó una mirada recriminando sus palabras— perdona Pedro, pero pasaos luego, no es por vosotros. Encantada de conoceros.

Se apartaron, pero Javi me lanzó un guiño antes de ir a lo suyo.

¿Me lo parecía a mí, o aquel cabronazo estaba maquinando algo? El tío quería que se conocieran las dos tías... Pensaba rápido. Había que reconocer que utilizaba bien las neuronas de macho ... Total, pillé las cosas y a la ducha, que ya tocaba.

Cuando se levantó mi churri, estaba de buen humor —nunca entenderemos a las tías— y le conté que había conocido a la pareja de al lado; majetes, simpáticos y que nos habían invitado a tomar algo cuando quisiéramos. No sé exactamente cuál era el plan de mi colega, pero para apoyarlo tenía que venderlos muy bien a mi novia. Luego ya veríamos.

Por la tarde volvimos temprano de la playa y de tomar unas tapas por ahí. Nada más aparcar, la familia nos saludó. Mi chica se presentó encantadora, porque cuando lo quiere lo es, especialmente con Carmen y su hija, y en un minuto quedamos en vernos en la piscina del cámping. Eché un ojo a Javi y me devolvió una sonrisa socarrona. Pues sí: parece que había pillado el plan y por ahora iba bien. El cachorro nos miraba también con cara cómplice, algo se olía conociendo cómo las gastaba su padrastro. Bañito y tomar unas cañas en la terraza.

El padre se quedó en un bañador slip negro que le marcaba el paquetazo. Su nene en bermudas cortas estampadas típicas de jovencito y con la camiseta puesta. Parecía que no le gustaba el sol ni el agua. Yo en las mías de color azul marino. La hija se fue a jugar con los amigos que había hecho en esos días. Las dos tías se quedaron en biquini en las tumbonas, ya hablando entre ellas. Javi y yo nos tiramos al agua, y fuimos nadando a la otra punta de la piscina.

- Tío, me has dejado palote esta mañana — el cabrón se sacó el rabo debajo del agua para que lo corroborara.

- Te molaría que nos hiciéramos al mariconcito del bar o qué.

- Bueno, veremos. Esta noche, ahora que ya hay buen rollo entre estas dos, te paso a decir algo para ir a tomar un trago..., y a ver qué pasa.

- Hecho.

Seguimos un rato por allí; pasamos a la terraza pero nos sirvió una chica. Seguramente el rubito estaría en la barra donde lo había reventado. Tomamos juntos algo, hablando y dejando caer alguna broma sobre lo poco que mojamos en vacaciones...

Después de cenar; ya casi las once; sentado enredando con el teléfono. Javi se acercó, para mi sorpresa venía también el cachorro.

-Tío, nos vamos a tomar algo al pueblo. ¿Te importa que te lo quite? —se dirigió a mi novia con una sonrisa encantadora... Vaya cabrón, cómo sabe seducir a las hembras. Mi novia sonrió y dijo que sin problemas.

- Me pongo las zapas, ¿pillamos coche? — le respondí.

- Mejor el tuyo tío, la furgo no la puedo sacar ahora que van a dormir.

El tío lo había planeado todo, estaba claro. Cuando la mente de un macho va a lo que va...

Javi se sentó a mi lado, y el nene detrás. Salimos del cámping. Aunque había descargado bien por la mañana, la situación ya me puso.

- Joder, voy cachondísimo otra vez. Lo has montado perfecto tío.

- Te habías quedado con ganas del culito de este maricón... Te lo había prometido colega. Ahora a nuestras anchas sin que nos molesten. Tienes ganas, ¿verdad maricón?

- Muchas papá.

- Tira para algún camino de los que has visto corriendo.

Antes de llegar al pueblo, que distaba unos dos km del cámping, había unas pocas entradas de caminos que conducían a descampados donde a esas horas seguro que no pasaba nadie. Tomé uno, excitadísimo, sobándome el paquete mientras manejaba, viendo de reojo cómo mi colega hacía lo mismo.

- Sácate el pantalón, marica. Vete haciendo un dedito como una nena. Quiero mi agujerito a punto cuando lleguemos.

No se veía mucho por el retrovisor, pero por el ruido intuí que el nene obedecía, y empezaba a jadear mientras se acariciaba la rajita. Llegamos a una especie de prado, alejado de todo. Allí podría estar bien. Cuando paré el coche mi colega me sorprendió con un buen morreo y poniéndome la mano sobre el paquetón que abultaba bajo el pantalón corto.

- Vas duro cabrón. Quiero verte como un puto animal con esta perra. Ven, vamos a ponerla caliente, que vea cómo se las gastan dos machos haciendo mojar a una nena.

Salimos del coche; el papá se fue a la parte de atrás y yo hice lo mismo por la puerta del otro lado. El nene no había dejado de obedecer y seguía jadeando metiéndose un dedito hasta el fondo. Con 19 añitos y ya exhibiéndose como una putita.

Papá le sacó la camiseta, le recostó la cabeza en su hombro, y metió primero uno de sus dedos en la boca.

- Mójalo bien cariño. Enséñale bien a papá y su colega como vas a relamerte con sus pollas.

Metió el dedo bien lubricado en el culito y empezó a masturbar a aquella maricona, que empezó a gemir sin cortarse. Papá le dio un beso para ahogar sus gritos y eso la puso más cachonda, moviendo ligeramente la cadera para engullir el dedo. Papá lo sacó y me lo puso delante.

- Huele tío, no me digas que no huele mejor que el coñito de tu novia.

Aquel cabrón no solo sabía como poner caliente a una hembrita, también sabía jugar con un macho salido. Chupé aquel dedo que era pura delicia, y volvió a hacerle un dedito a su nena. Cuando vi que empezó a comerle las tetitas y aún gemía más fuerte, me acerqué a ver la cara del nene en puro éxtasis. Es lo más tener a una puta entregada en manos de un macho.

- Tu padre sabe como convertirte en una buena perra...

El chaval me miraba y sonreía como una auténtica guarra. Le metí un morreo, comiéndole cuello y bajando hasta la otra tetita. Lubriqué mi dedo en su lengua y bajé al coñito, a masturbarlo con mi colega. Aquella era la escena: dos machos a cada lado haciendo gozar a una putita que se entregaba entre los brazos de sus hombres.

Mi colega me miró.

- La tenemos ya en celo. Cuando está así puedes usarla para lo que te salga del nabo. ¿Verdad que vas a ser nuestro juguete, cariño?

- Lo que queráis... podéis hacer conmigo lo que queráis, soy vuestra puta obediente.

Bfffff. El cabrón aquel sabía lo que se hacía. Tenía mucho que aprender de él. Sabía poner a una maricona en su lugar.

Se bajó del coche. Fuera la noche estaba despejada, y la luna creciente era suficiente para poder ver algo.

- Tráela aquí colega, vamos a ver si es tan buena perra como dice.

La hice bajar del coche y entendí que su padre la quería de rodillas delante de él. Me puse a su lado, se sacó los pantalones por encima de las zapas con total tranquilidad, los tiró al coche, y dejó el bulto magnífico de sus slips oscuros a escasos centímetros de su perra. Me miró y entendí lo que me tocaba. Hice lo mismo y me quedé solo en gayumbos, el mío oliendo al precum que iba soltando desde hacía un rato. El nene miraba los dos paquetes ansioso, pero esperando órdenes como cachorro bien educado.

- Ven y huele bien los cojones de tu padre.

El cachorro acercó la nariz, y se puso a jadear con el olor de los huevos de papá, ese que seguro lo había marcado tantas veces y le hacía mojar el coñito automáticamente. No podía parar de sobarme con aquella escena delante. Lo agarró del pelo y le retiró el hocico. Le cruzó la cara; el nene dio un pequeño chillido pero no se quejó; después de calentarlo, el cabrón hacía ya lo que le salía de los cojones con su perro.

- Vamos a ver si te acuerdas bien del olor de tu macho, perra. Has visto la hostia que te he dado, ¿no? Pues serán unas cuantas más como no lo hagas bien.

Papá se sacó poco a poco los gayumbos, para que la zorra contemplara como salía disparado el rabote durísimo de su padre y dos buenos huevos que se veían imponentes a la luz de la luna.

- Colega, pásame tus gayumbos.

Me los quité, mi polla explotaba con solo rozarla. Sentirme en bolas, con el pollote duro y los huevos colgando en mitad de la noche, no hacía más que ponerme más cabrón. Le pasé mis slips al tío: estaba deseando ver qué coño se le había ocurrido. Agarró los dos gayumbos, que apenas se distinguían oscuros en la noche, y los lanzó lo más lejos que pudo, cayendo entre la hierba que nos rodeaba.

- Si quieres nuestras pollas, sal a buscarlos a 4 patitas y husmea, perra. Quiero que nos traigas a cada uno el nuestro.

- Jajajajajajajajaja, puto cabrón. Voy a aprender de ti a domar perras.

El cabrón se reía. Le molaba tener a su nene así, humillado, rebuscando entre la maleza aquel trozo de tela impregnado de la esencia de los cojones bien puestos del amo de la casa.

- Venga busca, maricón. Que aquí tienes tu premio esperándote.

Javi se agarró su rabo y me agarró el mío mientras se reía. Disfrutaba viendo a su perro esforzarse y a mí viviendo aquella situación a su lado. Me plantó otro morreo que terminó de ponerme animal y le acabé sobando también aquellos cojones bien puestos.

Después de un par de minutos, el cachorro volvió con uno de los gayumbos en la boca y lo dejó a sus pies. Javi los cogió y pudo reconocer los suyos.

- Joder cabrón, lo tienes de verdad bien enseñado.

Sin esperar más el perro fue a buscar los otros y al poco me los dejó a mis pies. Miraba hacia arriba, esperando su recompensa, con esa cara de perro que lo había hecho bien. Papá le lanzó un lapo a las zapas y el cachorro feliz empezó a lamérselas con auténtica adoración.

- Buen chico, así me gusta.

Al siguiente chasquido el nene nos miró de nuevo. Javi agarró mis cojones, les lanzó otro lapo y automáticamente el cachorro los lamió como si fueran los de su dueño. El cabrón me agarró de nuevo el rabo y empezó a pajearme mientras tanto.

- Cabrón, estás salido. Mira las gotas que van saliendo. Esto va a ser la golosina de esta puta. Trae la boca maricón, hay que ser educado con los invitados cuando te dan este caramelo.

Le enchufó mi rabo al nene en la boca y lamió con ansia. Aquel cachorro ya no se atragantaba como la primera vez, ahora iba mucho más perra, y mi pollote gordo, con sus buenos 19 cm, desaparecían hasta el fondo sin problema, sintiendo como la baba rebosaba de su boca y caía por mis cojones. El papá miraba aquello con aprobación y animando a su chico. En un momento Javi se agachó y fue por atrás hasta su culo. Se mojó un dedo e imaginé dónde fue a parar por el gemido que soltó el chaval y que ahogaba tragándose aún más mi rabo. Al final una buena puta es lo que quiere, estar ensartada por todos los agujeros. Papá le estuvo haciendo un dedito hasta que se colocó detrás, y al roce de su polla el nene arqueó la espalda para ponérselo fácil a su macho. Gemía como podía cuando su macho empezó a taladrarle el culo y a agarrarle el cuello para hundirle la cabeza hasta el fondo de mi polla.

- Me flipa cómo cierra el coño cuando no puede casi ni respirar con una polla en la garganta.

El cabrón la bombeaba con más fuerza, resoplando como un toro y follándosela en el suelo como a una perra. Cuando el nene sacó la boca de mi rabo, me miraba como buena puta: usada pero feliz. Le aparté con los dedos algunos de los lagrimones que le caían.

- Tío, abre el maletero.

Javi sacó también el rabo y se levantó. Mi coche tenía un buen espacio detrás, con algunos trastos que aparté. Levanté al nene porque ya vi las intenciones de su padre. Lo puse a 4 encima del maletero.

- Vas con ganas de este coñito desde ayer. Ahí lo tienes, todo tuyo y pórtate como un campeón. ¡Ofrécele bien ese agujero a mi colega, marica!

Le dio unos buenos azotes que hicieron estremecerse al nene, su padre apartó bien las nalgas, y allí estaba aquella delicia de agujero ya marcado por su dueño.

- Comételo anda. Ya verás cómo va de abierto.

Efectivamente, blando y jugoso gracias al pollote del colega. Lo babeé como otro puto perro. A esas alturas ya no quedaba duda de que aquel cabrón dominaba a su hijo, pero que también hacía conmigo lo que quería; era como si me tuviera a disposición para llevar la situación como le salía de los cojones. Se aprovechaba de ver a otro macho como un animal irracional para satisfacer las ganas de ver a su cachorro convertido en una gran puta.

Me erguí y se la clavé sin contemplaciones. Si antes apenas podía gemir el nene con la boca ocupada, ahora chillaba de gusto.

- Aquí puedes gritar maricón, que nadie va a venir a ayudarte jajajaja.

Cogí a aquella zorra por las caderas para retenerla y perforarla sin piedad. Plac-plac-plac-plac. El sonido de un coño húmedo tragando y los cojones rebotando me encabronaba más. Saqué el rabo y su padre tardó un segundo en tomar el relevo y aprovechar ese agujero abierto al máximo, agarrándole del pelo por detrás para reajustarle la postura a su conveniencia. Dos machos turnándose... aquella zorra era de verdad nuestro puto juguete.

- Tío, no voy a aguantar mucho más, voy a soltar lastre...

Grité mientras sentía cómo se derramaba la leche que llevaba acumulando. Saqué el rabo con el coñito todavía palpitando. Pero no duró mucho vacío: le tocaba rematar a papá, que sacó aun más fuerzas para empotrarlo como una bestia. Aquel coñito ya lo había lefado otro, ahora tenía que dejar claro por qué le pertenecía por derecho a aquel cabrón. Y lo demostró... Era un espectáculo ver a aquel machazo así. Solo pude rodearle el cuello con un brazo, exhausto, y mirarlo embobado mientras descargaba y dejaba claro quién mandaba sobre aquel agujero. Esta vez fui yo quien le estampé un buen morreo cuando aun seguía gruñendo. El nene se giró, bajó al suelo, de rodillas, y sin decirle nada limpió con avidez nuestros rabos. Papá le metía algún dedito en el culo y le recogía leche para que lo chupara. El cachorro se había ganado su golosina.

Sin avisar, mi colega empezó a lanzar una buena meada para terminar de descargar a gusto. El cachorro agarró el rabo y empezó a ducharse con su chorro. No pude evitarlo e hice lo mismo, viendo al chaval con un rabo en cada mano poniéndose cerdo con nuestro meo para rematar la noche.

Secamos al chaval con nuestros gayumbos y los dejamos por allí tirados, nos vestimos solo con los pantalones, y montamos de regreso. Esta vez Javi se fue atrás con su nene. Los miraba por el retrovisor, el nene acostado sobre su macho, descansando, y papá cogiendo su rabo y haciéndole una paja.

- Te ha dejado perdido el coche colega.

Cámping, 3

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