Desde que llegó mi amo comenzó mi anulación como ser humano, como un igual. Jamás me ha tratado con dignidad o aprecio. Desde que llegó me puso sus mochilas encima, como su bestia de carga, como su esclavo si voz ni voto.
==Ser esclavo en la intimidad==
En el cuarto y después en la casa donde le serví siempre fui un siervo, un esclavo y un objeto, en ese orden. Las cosas en la casa, los muebles y la comida, pese a que mi amo los compraba con el dinero que yo le hacia ganar, eran prohibidos para mí.
Yo solo podía estar en la casa para limpiar, hacer la comida de mi amo, lavar su ropa, ordenar sus cosas, bañarlo y atenderlo sexualmente. Siempre con cadenas que limitaran mi movimiento, siempre con alguna limitación por alguna atadura que mi amo creyera conveniente en alguna extremidad de mi cuerpo.
Cuando caía la noche o salía, o simplemente no me quería a la vista, solo me encerraba en una jaula muy angosta, siempre con máscara con un solo orificio nasal y nada más y amarrado de las 4 patas. Mientras el bailaba y se exhibía, gozaba de sus prominentes músculos y ligaba a quien el quisiera, siempre en libertad, yo estaba sufriendo la incomodidad de la angostura y de las ataduras, a proósito incómodas por largas jornadas de tiempo.
==Ser esclavo en público==
Cuando me era permitido salir con él, ya he contado como eran los recorridos en las calles. Yo siempre debía ir mirando al suelo, cargando su pesada mochila y la de quien él quisiera cuando comenzó a hacer amigos y todo lo que se le ocurriera. También llevaba un plug anal que vibrarba y daba descargas a control remoto; con este dispositivo mi amo se divertía en exceso al salir a la calle.
Salir de casa significaba exponer mi debilidad frente a su fortaleza, su musculatura frente a mi desnutrición. Cuando salíamos mi amo se encargaba de molerme a golpes, siempre ibamos en camiseta de tirantes y le encantaba que nos voltearan a ver, sus inmensos músculos brillantes por el aceite que yo les echaba, frente a mis desnutridos brazos llenos de moretones, marcas de látigo en la espalda y en los pechos así como en las patas.
A veces íbamos a gimnasios al aire donde hay musculosos siempre exhibiendo su poder, mi amo siempre ha sido el Alfa en esos sitios. Antes de llegar me ponía una gruesa y pesada cadena de acero en el cuello y me hacía caminar a 4 patas, a veces me montaba pero siempre terminaba en el piso ante su inmenso poder y peso por lo que solo me llevaba como mascota.
Y ahí se ponía a hacer ejercicios, montado encima de mi. Dándome fuertes tandas de zapes y nalgadas. Exhibiendo su poder sobre mí frente a esos hombres. Más de uno se arrimaba a observar y a humillarme, mi amo los invitaba a hacerlo.
==Contrastes==
La lista de amigos y conocidos de mi amo se engrosaba, yo había desaparecido del mapa de mis circulos cercanos. Mi amo gozaba del sexo con quien quisiera, yo era abusado por quien el ordenara. Mi amo tenía una casa y disponía de todo lo que en ella hubiera, yo tenía que limpiar la casa de mi amo y dormir en una jaula en la azotea.
Mi amo era atendido, bañado, limpiado y masajeado con aceites para que sus músculos brillaran en la calles, yo era brutalmente golpeado para salir a la calle con marcas que indicaran mi inferioridad.
En los antros y bares, en los gimnasios legales y clandestinos, en las fiestas leather y bdsm, mi amo era el alma de la fiesta, el centro de atención; yo no pasaba de ser el objeto de placer de decenas de amos que mi amo invitaba a torturarme y ultrajarme hasta el punto máximo de su placer. Yo no existía.
Y a la mañana siguiente ser parte de los esclavos que tenian que limpiar y dejar todo impecable, para después lustrar con la lengua las botas de mi amo y todo lo que el ordenase.
Mi amo cogía con quien el quería, en su mayoría con alfas como él, superiores y siempre dominantes, cuando ambos eran activos quien sufría era yo, porque entre los dos (o más) me llenaban todos los agujeros de sus gruesas reatas. Inclusive por el mismo orificio.
Yo también cogía, con quien él quería, claro. Y así hizo mucho dinero, rentándome en bares, antros temáticos, a grupos de extranjeros e inclusive a firmas filmográficas.
Recuerdo las noches en que me violaban varios hombres y gritaba de dolor, mientras mi amo estaba en un spa o en hoteles de lujo dejándose consentir por algún ligue, siendo mimado por algún macho, mientras a mi me penetraban hasta por donde no tenía agujeros.
Mi amo es un ser superior, yo soy un objeto de su propiedad. El manda y hace el uso que considera conveniente de su objeto, que para eso es suyo. Después de la conversión a la que me sometió con sus torturas, sus golpes, y las rutinas a las que me sometió, lo tengo claro.
Reflexiones de esclavo
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