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Así empezó mi sumisión.

Yo era un niño casi siempre enfermo y con mucha fiebre.

Hasta donde llega mi memoria, es decir tres, cuatro años el medico se desplazaba muy a menudo a nuestra casa para auscultarme.

De tan pequeño no me importaba que me bajará el pijama y me tocara mi cuerpecito.

También recuerdo que con la edad de ocho años me recetó unas inyecciones de vitaminas de hígado crudo por falta de hierro en la sangre.

Durante 10 dias el mismo médico se desplazaba cada mañana para ponerme el tratamiento, unas inyecciones muy dolorosas.

Cada día el médico se sentaba en la silla de madera de mi casa, me tumbada en sus piernas, me daba un azote en la nalga y sentia penetrar la larga aguja en mi nalga.

El liquido entrada como el fuego y yo lloraba en casa sesion.

El doctor Arturo era muy tierno conmigo, me acariciaba un buen rato las nalgas con mucha suavidad. L

a verdad es que estuve unos años bastante mejor.

Al cumplir los trece años tuve una recaída y mis padres me llevaron a urgencias.

Tenia fiebre y una anemia de caballo.

Le dijeron a mis padres que tenia que tomar vitaminas de hierro inyectado.

Al siguiente día llamaron a nuestro médico de cabecera el doctor Arturo.

Se alegro de verme, yo no tanto por el recuerdo de las inyecciones tan dolorosas.

Otra vez le tocaba ponermelas, esta vez durante 15 días.

Por mi edad el doctor no me puso en sus rodillas, sólo me pidió de bajarme un poco el pantalón para dejar vista mi nalga.

Yo era más pudoroso con edad de preadolescente.

Me clavo la aguja y al entrar el liquido cómo el fuego senti mi polla como crecía.

Estaba muy dolorido pero me subi rapido el pantalón.

Que recuerde fue mi primera experiencia de placer dolor.

Esa noche soñé con el doctor Arturo acariciando mis nalgas como de pequeño.

Al siguiente día cuando estuve frente de Arturo viendo cómo preparaba la jeringa, no se que me pasó, me bajé el pantalón y slip del todo.

Mi polla estaba semi empalmada, el doctor se fijo, entoces se fue a sentar en la silla y me dijo mejor ponerte la vitamina cómo cuando eras pequeño.

No me resisti, me acerqué con los pantalones por el suelo y me tumbe en sus piernas.

Mi polla ya estaba al cien por cien de dura, la apoyé en sus piernasy le rozo.

Me introdujo la jeringa, yo me retorci de dolor y el doctor acarició mis nalgas, sentí su mano tocar por detrás mis huevos, fue la mejor sensación que tuve.

Arturo mi doctor era la primera persona que me tocaba y acariciaba mis aún no muy grandes huevos.

El tercer día mis padres estaban trabajando y me dejaron solo en casa, y al cargo de abrir la puerta al doctor.

Don A...