Solía entrar en Grindr los jueves por la noche ya que los findes tenia turno de noche en el curro. Tenia la sensación que los perfiles que estaban conectados de forma mas habitual entre semana eran completamente diferentes a los del finde. Mas discretos, fotos sin cabeza, menos desnudos o incluso perfiles sin foto eran mas habituales de ver por mi zona entre seman. No me quejo, en mi perfil solo hay una foto: yo en slips blancos de pie ante el espejo del salon.

Un perfil me llamo la atención: busco mamón sumiso. La única foto que tenia era en la playa con dos chicas que había pixelado la cara. El aparecía sin pixelar, pero con unas gafas de sol y en calzoncillos, como si el plan de playa le hubiese pillado por sorpresa y no llevase bañador. Me dio mucho morbo esa foto. La naturalidad del momento y lo que marcaba debajo de esos bóxer grises prometía una buena experiencia.

Le mande un tap y al poco le empecé a hablar. En resumen, buscaba a tio pasivo solo para darle de mamar, nada más. Me parecía bien. Había quedado con algunos perfiles similares, mayormente con los nombres de "hetero discreto" que solo buscaban una experiencia similar. Nada de penetración solo daban de mamar como si el sexo anal fuese ya una declaración abierta de su bisexualidad o, quien sabe, su homosexualidad encubierta.

Quedamos en su piso que estaba a un par de manzanas. Nada más entrar, me lo encontré en gayumbos, los mismos de la foto de la playa. Lo primero que me fije fue en su paquete. Tenia la polla morcillona ya que parecía de mayor tamaño de las foto. Luego, vi el resto de su cuerpo. Era como en la única foto que tenia, delgado, fibrado, seguramente de practicar algún deporte pero no de ir al gimnasio, ojos castaños pequeños medio cerrados debido a la sonrisa que mostraba. Una sonrisa picara.
Me llevo al salón. Al entrar, note el ambiente estaba cargado. Tenia ropa la ropa tirada por el suelo: zapatos una camiseta y un pantalón de gimnasia.

-Desnúdate-ordenó de repente.

Me fui quitando la ropa y dejándola en una silla de forma ordenada hasta que me quede en calzoncillos.

-Quítate todo y ponte de rodillas- comentó.

Me bajé los calzoncillos y me puse de rodillas. El se acercó, se bajó tan solo un poco los suyos de forma que solo saliese su polla y sus huevos.

Comencé a mamar. Note su rabo sucio, como si se hubiese pajeado antes y quedasen restos de lefa. No era la primera vez que me pasaba. Siempre he sido bastante sumiso y no me he quejado, por imbécil y por el calentón que suelo llevar en esos casos. Di unos cuantos lametones para quitarle los restos de lefa y luego empecé a salivar para que se lubricase bien su rabo. Mis babas empezaron a caer a lo largo del tronco de su rabo, por sus huevos y finalmente en el suelo. El marcaba el ritmo y no me dejaba que lo tocase ni que me pajease llegando al punto de ser algo mecánico. El movía...