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La Putita

Escrito por: nibelungo

Tengo el sueño muy ligero, cualquier cosa que pase a mi alrededor mientras duermo me despierta de seguida, con lo cual el simple roce de su mano en mi piel me hizo abrir los ojos. Él lo sabe, me conoce bien.

Se que quiere y me preparo, noto como su mano va retirando la sábana que cubre mi cuerpo desnudo, le miro y veo la cara de lujuria que tantas veces me ha mostrado, se lo que me espera y se que no me va a gustar, pero se que le hace feliz y eso me hace feliz, saber que tengo una utilidad, una finalidad para darle sentido a la vida.

Empieza a tocarme el culo, siempre empieza por ahí. Hurga mi ano que no está preparado, por supuesto no me lo va a lubricar al menos hasta que no llegue al tercer o cuarto dedo. Sabe que así el dolor será mayor y se que él lo disfrutará más. Me dejo. Giro la cabeza y le miro su polla, está flácida. Se que podría agarrarla y hacerle una buena mamada, pero no lo excitaría tanto como lo que me espera, me introduce un dedo, sabe que no me provocará ningún dolor ya tengo el ano bastante dilatado.

Mi polla empieza a despertar. Nunca he entendido mi cuerpo, se lo que me espera y se que lo voy a pasar mal, se que me arrepentiré de lo que estoy pensando pero ahora mismo lo deseo, deseo que me haga daño, se que llegado el momento no lo voy a disfrutar, pero de esa manera lo haré feliz aunque eso signifique que yo he de gritar de dolor. Si, como he dicho se que me arrepentiré, creo que ya me arrepiento, pero lo deseo, deseo hacerle feliz y se que esta es la única forma. Sigue con el segundo dedo, empieza a molestar pero no duele.

Recuerdo un día que no me apetecía y empecé a quejarme y gritar antes de que me doliera de verdad, se dio cuenta de seguida. No lo he vuelto a hacer, no soportaría volver a ver la cara de decepción que puso. Se que gritaré de dolor, que le suplicaré que pare y se que él no parará si no digo la palabra de seguridad porque se que me quiere y se preocupa por mi. Pienso en lo que voy a sufrir y la polla se me pone dura a reventar, no entiendo mi cuerpo, se lo que me espera y mi primera reacción es tener una fuerte erección, como si mi placer tuviera importancia en este contexto. Solo sirvo para darle placer y él lo sabe, por eso siempre llega más lejos en cada sesión.

Me introduce el tercer dedo, empieza a doler, pero se hace soportable, no gritaré por esto. Mete su otra mano debajo de mi cuerpo y palpa mi polla, ya sabe que la tengo dura solo lo hace para confirmarlo, sonríe y yo le correspondo elevando mi culo para que tenga mejor acceso y pueda meter los dedos con más saña. Se que me arrepentiré de haberlo hecho, pero siempre lo hago, no entiendo mi cuerpo.

Saca los tres dedos de mi ano y unta su mano en lubricante, la pone recta y me introduce cuatro dedos, sabe que estoy llegando a mi límite, lleva intentando meterme el puño desde hará unos cuatro días, aún no lo ha conseguido, empieza a doler intento moverme para de alguna manera soportar mejor el dolor, suelta mi polla y me agarra del hombro, no me dice nada, sabe que no hace falta, me quedo quieto y empiezo a gemir, no es por mi placer lo que siento es dolor, miro su cara y lo veo feliz, me sonríe. Soy feliz.

Saca la mano, ahora viene lo peor, se que no será lo peor de la sesión eso llegará más tarde, pero me concentro en el ahora. Vuelve a poner lubricante en su mano. Le miro y le veo concentrado, el me mira y me dice.

- ¿Preparado?

Para nada estoy preparado, se lo que me espera y se que hoy al igual que ayer volveré a gritar, solo espero que sea rápido.

- Si, mi Amo

No me entiendo, puedo decirle que no, decir la palabra de seguridad y el parará. Siempre ha sido respetuoso con mis límites y mi salud, pero se que le decepcionaría y no puedo dejar que eso pase. No puedo ver su cara y pensar que le he fallado. Un día me contó que antes que yo hubo otro y lo dejó por decir varias veces la palabra de seguridad. Le quiero, y llegaré hasta donde él quiera que llegue, siempre ha sabido parar en el límite de mis fuerzas, se que eso no cambiará hoy.

Me duele, está forzando mi ano y su puño no entra, lo saca varias veces y lo vuelve a intentar, lo gira como si de esa manera pudiera entrar mejor, pero no entra, tiene una mano grande, lo sé y yo intento aguantar las ganas que tengo de gritar, me duele mucho. Le oigo.

- Venga que ya casi está, un último esfuerzo.

Le creo y me preparo, confío plenamente en él, empuja con fuerza y finalmente entra, arqueo la espalda y grito de dolor, es algo espontáneo para nada preparado y él lo sabe, sabe que no estoy fingiendo. Mi primer instinto es agarrar su mano y que me saque el puño del recto, el dolor es insoportable, pero me controlo y en vez de eso le miro la cara, lo veo feliz, se alegra de que por fin su puño haya entrado, me duele, me duele mucho, pero ver su cara no tiene precio, soy feliz, miro su polla y esta dura, está babeando. Saca su puño lentamente, duele lo mismo que cuando entró pero ahora es un poco más soportable. Lo vuelve a meter, mi cuerpo es listo ya empieza a acostumbrarse, ahora duele menos y él lo sabe, por eso mete su puño con más fuerza, para compensar, quiere oírme gritar, quiere que sufra y yo sufriré y gritaré, por él.

Tras unos 5 minutos con el puño lo deja, mi cuerpo se ha acostumbrado y ya no le excita, miro su polla y ha bajado, tiene una gota de precum tocando el prepucio, me encantaría saborearla, pero así no funciona. Se lo que viene ahora ya se que es peor que el puño. Mi polla no baja, la tengo dura a rabiar. No entiendo a mi cuerpo, se que no recibiré placer alguno y aún así espera que llegue ese ansiado momento que no llegará.

Se levanta y va al armario, agarra un cinturón de cuero. Viene hacia mi desnudo, tiene 50 años y es un dios, es mi dios. Soportaré lo que sea necesario, por él lo aguantaré todo. Me quedo quieto con la cabeza sobre la almohada esperando lo inevitable.

Siempre oigo como corta el aire antes de impactar con mi culo, son unas décimas de segundo y tras el impacto con mi culo siento un dolor difícil de describir, mezcla dolor puro mezcla picotazos, siempre acompañado de mi grito. Se que es el primero de muchos y no se hacen esperar, el segundo llega segundos más tarde. Nunca me han gustado los azotes, a diferencia de otros castigos este siempre duele más el siguiente que el anterior. Se que este segundo azote ha dolido más que el primero y dolerá menos que el tercero, mis gritos van en consonancia. Ya lleva 10 y me revuelvo en la cama intentando evitar el siguiente, le miro con ojos suplicantes estoy llegando al límite, le veo la cara y le veo preocupado. Sabe que estoy sufriendo sin medida, miro su polla, esta dura y sacando precum como si se estuviera corriendo. Lo está disfrutando, me mira y me pregunta.

- ¿Quieres que pare?

Quiero que pare, no aguanto más, pero es solo un pensamiento que no saldrá por mi boca, él está disfrutando con mi dolor y yo disfruto dándole tanto placer, qué raro es mi cuerpo, quiero decirle que si, que pare… y le digo.

- Continua Amo

¿Por que lo he dicho?, continua dándome otros 10 azotes, estoy exhausto él se da cuenta y para. He estado a punto de decir la palabra de seguridad pero él se ha adelantado y ha parado. Le quiero dar las gracias por ser tan misericordioso pero no me pregunta y por tanto no puedo hablar sin su permiso.

Miro mi culo y lo tengo de un rojo intenso, con ligeras trazas de sangre muy sutiles. Se que voy a estar un par de días que me dolerá con el roce de los pantalones o al sentarme, pero ver y sentir esas marcas es la recompensa por haber aguantado y haber hecho feliz a mi Amo.

Agarra al lubricante y se unta el puño, esto es nuevo, nunca había vuelto a un castigo que ya me hubiera aplicado en la misma sesión. Tiene la polla muy dura, se que no irá con tanto cuidado esta vez, me lo ha metido hace un rato y me imagino que pensará que ahora entrará más rápido. Qué raro es mi cuerpo, se que me va a doler más, más que la primera vez que me introdujo su puño hace unos minutos y aún así elevo mi culo para que este más cómodo.

- Muy bien, así me gusta —me dice.

Yo me siento orgulloso, aún sabiendo que es lo que viene y lo espero con miedo no puedo más que sentirme orgulloso y feliz por hacerle feliz.

Esta vez no hay preludio, directamente me introduce los cinco dedos, seguido de la mano hasta llegar a la muñeca. Como me imaginaba el dolor es insoportable. Grito como pocas veces he gritado los ojos me salen de las orbitas, arqueo la espalda en un intento fútil de aliviar el dolor, intento inútilmente con mis manos sacarme la suya de mi muy dolorido recto.

Noto como cierra el puño dentro de mi ano y saca el puño de golpe. El dolor es intenso y mi grito es sincero, rápidamente lo acompaña una sensación de vacío y alivio. Me introduce su polla directamente, tengo el ano sensible por culpa del puño y hace que duela mas de lo normal, le gusta follarme duro, espera que grite y no le decepcionó, mis gritos son directos y sinceros. Alterna su polla con su puño, ya no tiene compasión, se que solo tengo que decir la palabra de seguridad y el parará. Pero se que no la diré, sé que se correrá dentro de mí y me dirá las más hermosas palabras que un esclavo como yo puede escuchar. Le falta poco, acelera el ritmo, que extraño es mi cuerpo, por un lado deseo que acabe ya esta tortura, por otro lado desearía que no tuviera fin, se que mi Amo demuestra su amor a través del dolor y yo le amo.

Entre gritos de placer se corre dentro de mi, tengo el culo tan dolorido que ni lo siento. Solo siento como saca la polla dentro de mí. La mía esta dura como una piedra, llevo cerca de tres meses sin correrme y aún no se si hoy será una excepción. Le miro la cara y veo que es feliz, me mira y sonríe. No hay mayor felicidad en el mundo, todo el dolor sufrido ha merecido la pena por ver esa felicidad tan pura.

Me pone a 4 patas y va hacia mi culo, me lo empieza a chupar y extrae todo el semen de mi ano, lo acumula en su boca y lo mezcla con su saliva, me tumba boca arriba y se acerca a mi boca, se lo que quiere que haga, abro mi boca y quedo a la espera. Pone su mano sobre mi polla y empieza a masturbarme, mientras abre su boca e introduce tanto su semen como su saliva en mi boca que feliz yo cierro y me trago. Mientras aprieta fuertemente mi polla, quiere que sufra incluso en mi placer, me corro abundantemente pero no la suelta. Baja y tensa mi prepucio fuertemente como si quisiera separar la piel de mi glande, me hace daño, grito fuertemente, me mira y sonríe. Soy feliz. Se acerca a mi oído y me dice.

- Te has portado muy bien, mi putita. Me has hecho muy feliz.

Que extraño es mi cuerpo, gracias esas simples palabras soy la persona más feliz del mundo, se que mañana será peor, pero deseo que llegue ese momento pronto y que esta putita pueda volver a hacerle feliz.

La Putita

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