Jorge

Me encanta tu mujer Jorge, me gusta ver como te quedas sentado en tu silla mientras ves como la voy desnudando poco a poco, ambos de pie frente a ti, le quito la camiseta y toco sus pechos, esos pechos turgentes que aún no han cedido a la gravedad, le beso los pezones y los aprieto mientras ella se queja un poco, sigo bajando y le quito los tejanos que lleva, noto como el vello se le eriza al contacto con mi fría mano para quitarle a continuación sus braguitas blancas, se queda completamente desnuda, tapándose con una mano los pechos y con la otra su coño, avergonzada de estar ante un compañero de trabajo de tu marido.

Nos conocimos hará unos meses y me dijo tu marido que te gusté, que le gustaría hacer un trío que tu marido aceptó, me lo dijo y yo también acepté pero con una condición. Tu marido miraría sentado y no haría nada. Ambos aceptasteis.

Separo tus piernas y quitó tu mano, dejando expuesto todo su coño. Se lo depila muy de tanto en tanto, tiene bastante más pelo de lo que me suele gustar, pero no me importa, me arrodillo y te introduzco mi lengua en tu coño, se asusta un poco, no lo esperaba, pero se acostumbra pronto, no tarda en dar gemidos de placer, hago un poco de fuerza y le hundo un poco más mi lengua, ella disfruta. No esperaba que que un extraño le pudiera dar tanto placer.

Ella disfruta mi mamada, tiene el coño muy húmedo y está deseando mas, tanto que me agarra del pelo y empuja mi cara contra su coño a la vez que eleva una pierna para facilitarme el acceso. Yo paro, miro su cara de desconcierto, quiere más pero le da reparo decir nada delante de ti, tu estás viendo todo lo que está pasando desde el sillón, tienes la polla dura, se ve un ligero bulto a través de tus pantalones.

Está completamente desnuda, me levantó y me pongo detrás de ella, ambos mirándote de frente, mientras te remueves en el asiento.

Con una mano le toco el pecho, ella se excita, le aprieto el pecho un poco más fuerte, se queja, te mira y me suplica al oído, sigue, más duro. Continua por favor.

Mientras le acaricio el pecho con una mano, utilizo la otra y se la acercó al coño, le abro los labios vaginales con la mano y le introduzco uno de mis dedos. Ella gime, tiene el coño muy húmedo y está disfrutando, le aprieto el pecho aún más fuerte. Ambos te miramos. Tu polla está a reventar, me miras y me suplicas que te deje tocar tu polla, te digo no.

- Quédate quieto y mira a tu mujer.

Tu la miras y ella te mira con compasión, aprieto la mano en el coño y le introduzco dos dedos mientras ella te mira, da un pequeño grito de dolor, pero el dolor pasa enseguida y sigue mirándote, su cuerpo tiembla. Siente placer y dolor a partes iguales, te mira, no siente vergüenza. Quiere más y me lo dice mirándote a los ojos.

- Fóllame

Tu mujer te mira y te habla, pero realmente es a mí a quien le dice.

- Por favor, fóllame ya. Lo necesito.

Le meto un tercer dedo, te mira y vuelve a gemir.

- Por favor, no pares.

Le beso el cuello, le beso en los labios mientras te miro. Y te digo.

- Me la voy a follar bien duro y lo vas a ver. Vas a ver como folla un hombre de verdad, voy a penetrarla súper duro a tu mujer y verás como se deja satisfecha a una buena hembra.

Miro a tu mujer y con los ojos me suplica. Me pide que continúe. Le agarró del pelo y la bajo hasta mi cintura, sabe lo que quiero y no pierde el tiempo, me quita el cinturón, desabrocha mis pantalones y los empieza a bajar. Mira mis calzoncillos ajustados y ve mi polla como se desliza hacia un lado. La toca y palpita, estoy muy excitado. La punta de mi polla tiene mucho precum, he humedecido los calzoncillos. Ella lo toca y un hilo se queda pegado a su mano, que se introduce en su boca.

Empieza a mamarmela por encima de los calzoncillos. No le cabe en la boca. Tu polla es pequeña lo sé porque nos hemos duchado juntos en el vestuario. En el mismo sitio donde te dije lo buena que estaba tu mujer y donde tú me dijiste que yo también le gustaba y si me apetecería hacer un trio.

No está acostumbrada a la polla de un hombre de verdad. A una buena polla que en unos minutos la hará gritar de dolor y placer a la vez.

Miro a tu mujercita y veo lo linda que es. Me baja poco a poco los calzoncillos y mi polla sale despedida hacia arriba, es grande, es gorda. Tu mujer la mira e intenta agarrarla pero su mano no puede agarrarla toda.

- Chúpala, métetela entera en la boca.

Miras sorprendido, sabes que le va a costar, no podrá, hasta ahora solo ha estado acostumbrado a la tuya, es pequeña, es fina, no es la polla que un hombre utilizaría para dominar a una buena hembra. Los hombres de verdad tienen buenas pollas, como la mía. Por eso estás sentado mirando, es lo único que puedes hacer, me preguntas otra vez si te puedes tocar, te doy permiso.

Te sacas la pija y enseguida te das cuenta de la diferencia de tamaño, tu mano sostiene tu polla y te das cuenta que tu mano es más grande que tu polla, sientes vergüenza, sientes que tu mujer no te merece.

Mientras ella sigue chupándome la polla, le gusta, llena su boca y disfruta, mientras le voy tocando sus pechos, se me pone más dura aún, a ella le cuesta pero lo intenta, le gusta satisfacerme, le agarró del pelo y te miro. Sabes que viene ahora. Llego el momento de demostrarte como folla un macho.

La pongo a cuatro patas delante tuyo, enfilo mi polla hacia el coñito delicioso de tu mujer. Empujó y grita, grita de dolor y de placer, empiezo a bombearla. Saco mi polla hasta la mitad y se la vuelvo a meter de un empujón, tu mujer empieza a gritar de placer. Sabes que con tu polla no la dejabas satisfecha, nunca ha gritado de esa manera contigo. Tras unos 10 minutos follandomela te miro y te digo.

- Le voy a romper el culo y lo vas a ver.

Le saco mi gruesa y larga polla húmeda por el coño de tu mujer, escupo en mi mano y le unto la saliva en su ano, se que le va a doler pero después gritará de placer. Ya me he follado antes varios culitos virgenes de mujeres y todas hacen lo mismo.

Se la introduzco lentamente, le duele. Lo dice, te mira y jadea, le duele, lo ves en su cara, es su primera vez y casi se pone a llorar, yo no paro. Te mira y te dice.

- Jorge, dile que pare, duele mucho.

Tu te levantas para intentar pararme, yo te ordeno que te quedes quieto. No sabes que hacer. Ella te suplica.

- Jorge, por favor, duele mucho. Dile que pare.

Me miras sin saber que hacer.

- ¡¡¡SIÉNTATE!!! Te grito y tu obedeces.

Ya se la he metido entera, le duele, sigue llorando, te mira, pero ya no te pide ayuda. Sabes que eres lo que eres, un calzonazos que deja que a su mujer la folle un cualquiera con una buena polla.

Al poco tu mujercita se va acostumbrando, empieza a gozar, grita porque le duele, pero a la vez disfruta. Me grita que siga, que no pare, mientras ella se mete un par de dedos dentro de su coñito, quiere llegar al orgasmo a la vez que yo.

Empiezo a estar a punto, dentro de poco me voy a correr dentro del culito de tu mujer, acelero el ritmo y me corro, la lleno de mi deliciosa leche, ella se corre también. Tu nos miras viendo como nos corremos los dos a la vez y gritamos de placer.

Con la polla dura, aún dentro de tu mujer te digo.

- Venga, túmbate al lado de tu mujer.

Te pones tumbado en el suelo con tu mini pija dura y sin correrte, le saco mi gran polla del culo de tu mujercita, lo tiene todo abierto y lo pone encima de tu boca. Toda mi leche cae en tu boca. Sabes que es la leche de un buen macho, la saboreas es mucha y te llena la boca, no te gusta pero te la tragas. Empiezas a tocarte no tardas en correrte. Te digo.

- Tu serás el siguiente.

- Si Señor.

Tu mujer y yo sonreímos.