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Álvaro

Escrito por: nibelungo

Nos conocimos a través de una web de contactos y en seguida se produjo en mi una especie de feeling que hizo que me sintiese atraído por él. Su arrolladora personalidad me conquistó. En su perfil indicaba que tenía 56 años, más tarde me confesó que realmente tenía 59, no era relevante, ya que hacía deporte bastante a menudo y no aparentaba la edad que tenía.

Él vive en Madrid pero viaja mucho por su trabajo y se desplaza a Barcelona al menos una vez al mes. Tras varios intentos infructuosos por fin pudimos quedar en el restaurante de su hotel. La verdad es que estaba bastante nervioso, me había enviado alguna foto de él completo de espaldas y de su pecho, pero era muy celoso de su intimidad y nunca me llegó a enviar una foto de su polla o de su cara.

Esperaba sentado donde me dijo. Me acerqué intentando dar una falsa sensación de seguridad, temía que mi tonto enamoramiento lo asustara o condicionara.

- Hola ¿Álvaro? —dije con el tono más serio y firme que pude.

- Hola Mario, encantado de que nos conozcamos finalmente.

Se levantó y me ofreció su mano, que yo estreché con determinación. Su sola presencia imponía, no solo tenía un cuerpo de atleta a sus 59 años y que yo ya había apreciado en su foto de espalda, si no que su mirada fuerte y firme denotaba una persona con carácter. Nunca le llegué a preguntar de que trabajaba, sabía que no me lo diría, pero supe de seguida que era alguien importante dentro de la empresa, alguien acostumbrado a dar órdenes y tomar decisiones. Con su 1,80 no es que fuera mucho más alto que yo con mi 1,75 pero imponía más. Siempre he sido una persona extremadamente delgada a causa de una rara enfermedad que tuve durante la primera década de vida. Álvaro en cambio había nacido con una genética privilegiada, una musculatura natural que mantiene con el paso de los años.

No llegue a sentarme a la mesa cuando me dijo.

- ¿Te importa si vamos a mi habitación?, aquí hay gente que me conoce y en mi habitación podremos hablar y actuar con total libertad.

- Claro, lo que usted diga.

No se porqué le llamé de usted, ¿fue un acto reflejo por sentirme inferior delante de él?, ¿quizá porque es mayor que yo?, él me pidió expresamente que nos comportáramos como buenos amigos mientras estuviéramos en público y que dejáramos las formalidades de la sesión para cuando estuviéramos en su habitación. Me sentí un completo estúpido, como si fuera un puto novato en su primera sesión.

- Disculpa, un descuido.

- No te preocupes, también estoy un poco nervioso.

Cuando entramos en el ascensor pulsó el botón de la tercera planta.

- ¿De cuánto tiempo disponemos? —le dije

- Suelo dedicar unos 30 minutos para comer, pero no pasará nada si me tomo 1 hora, he avisado para que no nos molesten.

Se abrieron las puertas del ascensor y se encontró con quien debía ser un compañero de trabajo que esperaba frente al ascensor para bajar. Noté como se puso tenso.

- Hola Álvaro, te estaba buscando, me ha llamado nuestro cliente preguntándome si en la reunión de mañana estará presente…

- ¡Para!, eso son asuntos privados que no se pueden comentar en público. Ahora estoy con un amigo —inclinó la cabeza ligeramente hacia mi— como ya os he dicho voy a estar ocupado y tendré el móvil desconectado, así que no me molestéis hasta que yo os avise. ¿Ha quedado claro?

- Si jefe.

Salimos del ascensor dejando un poco contrariado al subordinado. Mientras le digo.

- Algo me dice que le caerá una buena bronca.

- Ya puedes apostar a que si —dijo en un tono molesto.

Abrió la puerta de la habitación con la típica tarjeta llave y me dejo pasar primero, cuando entré cerró la puerta tras de mí y la bloqueó.

La habitación era la típica de ejecutivos, cama king size con mesa de despacho y un sofá, la habitación estaba muy ordenada y pulcra.

Nos quedamos ambos mirándonos fijamente. Como si no supiéramos que hacer. Finalmente Álvaro tomó la palabra y me dijo:

- ¿Repasamos los límites de la sesión?.

Le pegué una sonora bofetada en la cara que se la hizo girar de golpe y le dije.

- ¿Quieres que repasemos los límites? Bien, empieza por arrodillarte y tratarme con el respeto que no has tenido fuera.

Álvaro se arrodilló con la cabeza gacha.

- Disculpe mi Amo. Por favor, recuerde que dijimos de no dejar marcas.

Otra bofetada le hizo girar la cara en dirección contraria.

- ¿Me estás dando órdenes o insinúas que soy estúpido?

- No mi Amo, no era mi intención, discúlpeme.

- Desnúdate

Álvaro se levantó y sin levantar la mirada empezó a quitarse la ropa, cuando llegó a los calzoncillos dudó un segundo de más. Se bajo los calzoncillos tapándose la polla con las manos.

Como había deducido su buena genética hacía tener un cuerpo con poca grasa y una musculatura natural.

- ¿Por que te cubres la polla?

- Amo, me da vergüenza.

- Las manos, enlaza los dedos y póntelas detrás de la nuca.

- Si, mi Amo

Mostró su polla, no era especialmente grande pero tampoco pequeña. Mediría unos 9 cm. Pero había algo raro. Parecía que la tenía dura, ya que se elevaba sobre los huevos.

- ¿Tienes una erección?

- Si, mi Amo.

Me acerqué y se la toqué. La tenía muy dura. Definitivamente me había equivocado. Tenía una polla pequeña y se avergonzaba. El ser superior, el genéticamente perfecto tenía un micropene, ironías de la vida.

- Túmbate sobre la cama, boca arriba y no muevas tus manos de la nuca.

Mientras Álvaro se recostaba boca arriba, saqué un pequeño paquete de mi bolsillo y lo abrí delante de él que miraba expectante. Era una jaula de castidad tamaño mini.

- Con la mierda de polla que tienes seguro que te queda grande, pero no la venden más pequeña. No te muevas.

Aunque tenía la polla dura conseguí ponerle la anilla en la base de la polla, pero poner la jaula era otro cantar, aunque tenía una polla pequeña, estando dura impedía que se la pudiera enjaular.

- Eres una putita, me lo quieres poner difícil. ¿No?

Saqué el cinturón de mis pantalones, lo enrollé sobre mi mano dejando un palmo de cuero suelto, me acerqué a la polla que notaba como palpitaba de emoción.

El primer azote lo esperaba, quizá no esperaba el dolor que le produciría, ya que su grito salió más fuerte de lo que esperaba. Agarré sus calzoncillos que estaban en el suelo y le ordené abrir la boca, se lo introduje.

Volví a su polla y empecé a azotarla con saña, sus gritos iban en aumento ahogados por el calzoncillo, aún y con eso mantuvo sus manos detrás de la nuca. Al cabo de unos minutos su polla amoratada había bajado, me propuse ponerle la jaula, pero al tocarle la polla, esta empezó a crecer rápidamente.

- Vaya, tenemos a un semental. Tu mismo, si no puedes controlarte el castigo será tu recompensa.

Volví a centrarme en sus genitales y esta vez no tuve piedad, atacaba tanto su polla como sus huevos, Álvaro gritaba de dolor y no paraba de moverse, en varios momentos intentó taparse con sus manos abandonando su postura de sumisión, se la apartaba de un manotazo y le obligaba a mantener la posición de sumisión. Su polla había pasado de un tono amoratado a casi negruzco.

- Ahora seguro que no se te pondrá dura. Deberías de agradecérmelo.

Le quite los calzoncillos y me dijo jadeando.

- Gracias Amo

Le pude colocar la jaula y cerrarla con la llave.

- Si te portas bien, cuando acabe la sesión te daré la llave. ¿de acuerdo?

- Si, Amo.

- Gírate y eleva tu culo.

Le puse una almohada bajo su estómago, eso dejo expuesto sus glúteos.

- Tienes un culito muy apetecible. Después si me apetece quizá te folle. ¿Te gustaría?

- Amo, sería un honor que follara a este humilde esclavo. Por favor abuse de mi cuanto quiera.

- Me parece bien, pero ahora te quiero oír gritar.

Le volví a meter los calzoncillos y desenvolví el cinturón de mi mano. Con mi mano izquierda hice presión sobre sus manos que mantenía en la nuca, forzándolo a hundir la cara sobre el colchón, con la derecha le lancé el primer azote, le sacó apenas un quejido amortiguado por el calzoncillo y el colchón.

El segundo no tardó en llegar y tras este un total de 20 azotes, cada uno más intenso que el anterior, durante el castigo Álvaro se movía con desesperación, pero mi mano sobre sus manos en su nuca le impedían abandonar su posición. Con el culo rojo como un tomate le agarró del pelo y lo fuerzo a elevar la cara, tan roja como su culo.

- Dime Putita, ¿te lo estás pasando bien?

- No mi Amo, pero continue, lo único que deseo es hacerle feliz.

- Me haces feliz, mira mi polla —le muestro un buen bulto bajo el pantalón— está a punto de reventar.

Empiezo a manosearle el culo con fuerza, mientras le miro la cara y veo como sufre de dolor.

- Te voy a reventar el culo. ¿Te parece bien?

- Por favor mi Amo, me hace muy feliz ser su Putita.

- Dime, ¿tienes tu culo limpio?, no quiero sorpresas.

- Si, mi Amo, tomé precauciones.

- Se que hablamos de follarte con condón, pero me apetece a pelo. Dime mi Putita, ¿me dejarás hacerlo?

- Amo, no estoy seguro.

- Venga, me harías muy feliz si me dejas follarte a pelo. Ya verás lo bien que lo pasamos.

- De acuerdo mi Amo, confío en Usted.

Me quito la ropa y tengo mi polla dura como una roca y babeando lo suficiente como para no necesitar lubricante durante la penetración. De todas formas le abro los glúteos y le lanzó un salivazo al ano y le introduzco un par de dedos para lubricarle el interior, Álvaro se queja levemente. Apoyo mi glande en su ano, tomó fuerza y lo penetró de golpe. Al arquear la espalda y elevar la cabeza su grito fue más alto de lo normal. Ni me preocupo. Empiezo a follármelo con fuerza, intenta utilizar sus manos para apartarme mientras grita desesperado, le agarro uno de los brazos y se lo retuerzo contra la espalda.

- Aguanta mi Putita, tu sufrimiento no durará mucho.

Estaba follándomelo salvajemente y eso provocaba que no aguantaría mucho y tras unos 10 minutos follándomelo a lo bestia estaba llegando al clímax. Le saque la polla del culo y fui hacia su boca.

- Abre la boca.

- No mi Amo. Eso no, por favor.

- ¡¡¡QUE ABRAS LA BOCA, TE HE DICHO!!!

Álvaro abrió la boca le agarro del pelo y empiezo a correrme dentro de ella, puso una mueca de desagrado mientras se tragaba la lefa.

- Ahora límpiala.

- Si, mi Amo

Tenía en la polla una mezcla de lefa, sangre y algo de mierda que Álvaro se esforzó en dejar bien limpia. Cuando ya acabó le dije.

- Bien hecho, me lo he pasado muy bien Putita

- Muchas gracias. Yo también mi Amo.

- ¿Te gustaría repetir?

- Lo deseo con toda mi alma, Amo.

- Me alegro, a mi también me gustaría. Dime ¿que hacemos con la jaula de castidad?

- Por favor Amo, no puede dejármela puesta, no creo que vuelva a BCN hasta dentro de un mes y no aguantaré.

- ¿Cuando tomas el avión hacia Madrid?

- Amo, el vuelo sale pasado mañana a las 15:45h

- Haremos lo siguiente, te quedarás con la jaula puesta, yo trabajo cerca del aeropuerto. Me acercaré y dejaré en un casillero de consigna las llaves. Te mandaré un mensaje pasado mañana a las 12:00, para que vayas con tiempo y te la puedas quitar en privado, no sea que al pasar por Cheking salten las alarmas.

- Por favor Amo ¿y si se le olvida?

- ¿Confias en mí?

- Si, mi Amo.

- Entonces no se hable más.

Nos vestimos para salir de la habitación pero antes de abrir la puerta me acerqué y le di un fuerte beso en la boca que él respondió con ganas.

- Gracias Amo.

- Salgamos.

Salimos de la habitación y yendo hacia el ascensor notaba como se colocaba la jaula.

- ¿Te hace daño?

- No, se me está poniendo dura del contacto y es más la molestia que el daño.

- Suerte que la tienes pequeña, llegas a tener una tranca como la mía y estarías viendo las estrellas.

- Por valor, no te olvides del mensaje.

- ¿Que hemos dicho sobre la confianza?

- Tienes razón, perdona.

Una vez en el vestíbulo del hotel, nos dimos un apretón de manos con la promesa de volver a quedar la próxima vez que volviera a Barcelona.

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EPÍLOGO

Mensaje por Telegram

- Buenas tardes Amo, ya estoy en Madrid. Gracias por enviarme puntualmente el código de desbloqueo de la taquilla. Cuando subí al avión, entré un momento al lavabo para volver a colocármela, aunque estaba tan excitado que me costó un poco, tuve que azotarme la polla hasta que bajó, hubiera estado orgulloso de mí. Aún la llevo puesta. He decidido tenerla puesta todo el tiempo que sea posible, siento que está Usted más cerca de mí, controlándome, mi meta es volver a quedar con Usted y no habérmela quitado durante todo este tiempo, sería de mucha ayuda si usted me lo ordenara, me gusta obedecer sus ordenes.

- Hola mi Putita, te ordeno que no te quites la jaula de castidad hasta que volvamos a vernos nuevamente, entonces decidiré si te la quito o te la dejo puesta.

- Gracias Amo, así lo haré.

Álvaro

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