Mis padres no saben nada de mis acosos y de los golpes y palizas que le dan a mi polla, en casa intento disimular aunque sospechan algo, mi comportamiento les hace creer que todo va bien, pero no va bien. Han pasado 3 años desde que vi el video del Nullo, he intentado quedar con muchas personas que me prometían que me extirparían la polla, algunos ni se presentaron, otros sí lo hicieron pero se echaban atrás. Si pudiera lo hubiera hecho yo mismo, pero no puedo, miento, no me atrevo. Tras muchas quedadas infructuosas aun tenía la maldición colgando entre mis piernas. Pero por fin había dado con él, con la persona que me extirparía mi polla y mis huevos. Se llama César, o eso dice, no me importa, también dice que es cirujano, pero por mí como si es un carnicero, quiero que me quiten la polla de una maldita vez y haré lo que haga falta. Tras muchas llamadas telefónicas y videoconferencias decidimos quedar un día para realizar la operación. Es extranjero, italiano, me hace reservar una habitación en un hotel a mi nombre. Nos conocemos en la puerta de la habitación, ni yo se italiano ni el castellano, pero los dos hablamos el inglés con fluidez.
- Por fin nos conocemos, entra y desnúdate.
Me quito la ropa y me quedo totalmente desnudo, él se queda sorprendido.
- La había visto en fotos que me mandaste y en la videoconferencia, pero verla en persona es mas impresionante aún.
- Dime que me la quitarás.
- Claro que lo haré, pero ya te dije que hay condiciones.
- Y yo te dije que no me importaban.
- Correcto, pero mejor dejarlo claro: te voy a extirpar la polla y los huevos. No utilizaré anestesia. Cuando acabe la polla es mía y puedo hacer con ella lo que quiera.
- Me parece bien, quiero que desaparezca de mi vida, puedes hacer con ella lo que quieras. Solo dime cuando empezamos.
- Mañana por la mañana, empezaremos a las 10:00 h, ven en ayunas.
- Cuánto durará.
- Calculo que un máximo 3 horas habremos acabado.
Me fui del hotel hacia la casa de mi único amigo, nos conocemos de toda la vida y ha sido mi único apoyo, el sabe por todo lo que he pasado y mi objetivo. Él es el único que sabe lo que voy a hacer, no me juzga, me entiende y me apoya. Se lo cuento todo, evidentemente está preocupado por mí. Quiere acompañarme, pero no le dejo. Me despido de él y nos abrazamos.
Me levanto al día siguiente, el día, me despido de mis padres, les he dicho que me voy de vacaciones con amigos y estaré incomunicado unos 5 días, no sospechan nada, pero por si acaso pasa algo y no salgo de la operación, les dejo una nota un poco oculta donde les explico el motivo de mi decisión y que les quiero. Llego al hotel y nada mas llamar a la puerta la abre César y me pide que me ponga una capucha. Lo hago. La aprietan fuerte a mi cuello para que no se salga. No veo nada. Noto cómo varias manos me guían por la habitación y me ayudan a subirme a lo que creo que es una camilla. Una vez tumbado, empiezan a atarme, me van pasando correas a través de mi pecho, estómago, tobillos, hasta quedar fuertemente inmovilizado. Siento como con algo afilado empiezan a destripar toda mi ropa, la arrastran a través de las correas hasta que quedó completamente desnudo y expuesto. Mi corazón empieza a acelerarse. Ya no hay vuelta atrás. Empiezan a ponerme lo que creo que es precinto en mi cara sobre la capucha, tapando fuertemente mi boca, me imagino que para que mis gritos no se oigan. Oigo murmullos, algunos hablan en italiano o otros en ingles, todos sorprendidos de ver el monstruo que tengo entre las piernas. Me agarran un brazo y noto como me introducen una aguja, como si fuera una vía intravenosa. Mientras noto como muchas manos me la tocan, la elevan y la dejan caer para ver el peso. Siento como me agarran y aprietan los huevos. Oigo risas y muchos comentarios que no entiendo.
Me dejan y noto como una mano acaricia mi cabeza, es César, me dice al oido.
- No hay vuelta atrás, tu última oportunidad de arrepentirte. Mueve la cabeza de arriba a abajo para continuar y de lado a lado para parar.
Tengo pánico, pero para mí no hay vuelta atrás, inclino la cabeza hacia adelante y atrás afirmativamente.
- Bien hecho, empezamos en unos minutos.
Oigo como algún tipo de material metálico choca entre ellos, como si pusieran una bandeja cerca de mí y todos los instrumentos se moviesen libremente. Me agarran la polla y empiezan a meneármela, creo que quieren que se me ponga dura. Durante un rato lo intentan y consiguen que algo crezca, pero sé que nunca se pondrá dura, hace tiempo que lo intenté y fracasé, tras unos minutos intentando excitarme lo dejan. Elevan mi polla e intentan pasar algo, me hace un poco de daño el roce, pero aguanto, cuesta que pase, con mucho esfuerzo pasan mis huevos hasta lo que creo que es una goma que agarra con fuerza la base de mi polla. Me introducen en total 6 gomas, noto como la sangre no circula por mi polla, al principio es una molestia, después viene el hormigueo, poco a poco empieza a doler, me imagino que se estará volviendo de color morada tirando a negruzca. Tengo la polla muy sensible, el simple tacto sobre la piel hace que me estremezca de dolor. Oigo comentarios, algunas risas. Refuerzan las correas, su presión sobre el pecho hace que me cueste un poco respirar, pero lo tolero. Varias manos me agarran los brazos y me presionan para dejarme aún mas inmovilizado si cabe. Me preparo, mi corazón va a mil. La respiración, solo inspirar a través de la nariz se me hace insuficiente, respiro con mucha rapidez lo que hace que me maree un poco.
Entonces lo siento.
El dolor más insoportable que jamas he sufrido, quiero gritar, lo intento pero no puedo, me muevo de forma compulsiva mientras personas que no veo me fuerzan a quedarme quieto. El dolor es horrible, me están clavando un cuchillo, cada pasada sobre mi polla es un desgarro insoportable. No sé cuánto puede durar este tormento, deseo que acabe pronto. Otra pasada del cuchillo. Grito, grito desesperado porque acabe pronto, me concentro en el premio, pero es imposible, la cabeza se me nubla, la respiración es muy acelerada y el corazón lo tengo desbocado. Se mezcla todo, dolor, mareo, todo se va desvaneciendo, parece que empieza a doler menos, oigo risas y algunos comentarios lejanos. Poco a poco todo se va volviendo negro.
Me despierto y estoy solo en la habitación, tengo un gotero a un lado y veo que el tubo se oculta tras una venda en mi brazo. Tengo una manta que me tapa el cuerpo, me levanto con dificultad, estoy muy dolorido. Aparto la manta poco a poco, quiero ver qué ha pasado, antes de quitarla entra alguien. Es César.
- Alto, alto, ten mucho cuidado. Espera que te ayudo. Ya verás que ha quedado muy bien.
Retira la manta y con cuidado una gasa, veo el resultado, las lágrimas me salen sin querer, ya no hay nada, una cicatriz, un tubo que sale de mi cuerpo y mis piernas. No hay nada. Lloro desconsolado, lloro de felicidad.
- ¿Qué ha pasado?
- Mientras te cortaba la polla y los huevos, no parabas de convulsionar, finalmente te introduje un sedante a través de la vía que te pusimos al principio, me parecía inhumano lo que estabas sufriendo, pero es que tenías una polla que era descomunal y costó mucho cortarla.
Entonces subió una especie de nevera hermética, la abrió y me enseñó su contenido. Dentro estaba mi polla, de un color negruzco mortecino, envuelta en plástico y rodeada de mucho hielo. Viéndola a esa distancia pareció enorme.
- Despídete de ella, no la vas a volver a ver.
- ¿Qué vas a hacer?
- Primero un molde, este tamaño no es normal y merece la pena preservarse. Después lo más seguro que la venda, hay gente poderosa que disfruta comiendo carne humana, seguro que a una polla de este tamaño le puedo sacar un buen rendimiento.
- Gracias.
- De nada. Ahora descansa, estaré contigo un par de días hasta que te recuperes.
César cumplió su palabra y estuvo conmigo un total de 3 días, mucha gente pasó por mi habitación para contemplar si emasculación y felicitarme, muchos habían presenciado el proceso. Incluso me enseñaron un video ya que grabaron todo el proceso, lo veo y recuerdo todo el sufrimiento que pasé, mereció la pena. También pasó mi amigo. Me vio feliz y se alegró por mí. Cuando volví a casa se lo conté a mis padres, no entienden que ha pasado, muchas broncas y decepciones, finalmente lo han aceptado aunque entiendo que me recriminaran que tomara esa decisión sin consultarles.
Han pasado un par de años. Hago ejercicio y me mantengo en forma. Conocí a una chica, se llama Andrea, ella me ve como soy, disfrutamos de nuestra sexualidad a nuestra manera, todas muy placenteras para ambos. La cicatriz está desapareciendo poco a poco, me paso la mano por la entrepierna, no hay ningún tipo de protuberancia, pelo o deformidad, está liso y suave como si fuera un muñeco Ken. Me levanto desnudo y me miro en el espejo que tengo en el dormitorio, mi cuerpo está liberado, la maldición ya no existe. Soy feliz.
Edgar el Nullo - Parte 3 - Fin
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