Después de humillarme delante del espejo, camina hacia el pequeño bar que tengo en la sala. Toma dos copas y abre un mueble que me sirve como cava.
-Elige un vino para mi- me dice mirando las botellas que tengo ahí resguardadas.
Sujeto una servilleta en mi brazo para mostrarle un vino tinto alta reserva, sintiéndome por unos instantes orgulloso de ser un buen catador y jactándome de tener en mi cava vinos buenos.
-Ábrelo- me ordena y obedezco, me coloco detrás de la barra y le tiendo una servilleta blanca, corto la cápsula y saco el corcho con habilidad. Huelo el vino aspirando su aroma, celebro que mi Amo brinde conmigo con ese vino tan especial.
Le sirvo poco menos de media copa, lo observo, el Amo Andrés me comprende, mira el color con la servilleta antes de olerlo, mete su nariz fina y bien proporcionada en la copa y aspira mirándome con ojos dominantes, luego lo mete a su boca y lo pasea por el paladar.
Sonrío inconscientemente porque es lo que hago siempre que comparto mis vinos con alguien, Andrés me escupe el vino en la cara… me sorprende aquella reacción pero me excita- es bueno- me dice- sirve solo esta copa- obedezco.
Andrés toma la segunda copa y la baja hacia su verga, comienza a orinar en ella… lo miro mear la copa y lejos de molestarme me excito tremendamente, la copa queda casi llena, se sacude un poco para que caigan algunas gotas que penden de su glande puntiagudo y rosado.
-Ahora tú tienes que catar tu bebida, cerda- me dice sonriendo. La miro a contra luz, es amarilla, de un amarillo ligero, evidencía que Andrés toma mucha agua, me la llevo a la nariz, su aroma es suave, pero huele a meados, a amargo, a sal… sorbo un poco y mantengo sus meados en el paladar… - traga- me ordena y obedezco no sin esfuerzo
-Esta es nuestra última noche cerdo- me dice levantando su copa de vino- salud
Chocamos las copas y bebemos un sorbo, veo su cara de placer al degustar el vino que he elegido para él mientras bebo un sorbo de su orina suave y espumosa…
-Cuéntame- me dice intrigado- ¿cuál es el mejor recuerdo que tienes de nuestra semana- mi mente de inmediato viaja al tercer día de mi esclavitud:
Aquella mañana inicio como la anterior, le mamé la verga para despertarlo y luego me llevó al baño para que sostuviera el papel con mis pezones. Luego le serví el desayuno en la cocina.
-Hoy será un día intenso de entrenamiento- me dijo lavaba los trastes después de darle de desayunar y comerme las sobras en el piso- quiero que subas y te bañes. Te ordené ayer traer cuatro paquetes de rastrillos, tienes una hora para bajar sin pelos en el clitoris y en las nalgas…
Los jóvenes de ahora tienen la costumbre de rasurarse la entre pierna, en mi generación, entre hombres “hetero” eso no es común, al menos yo jamás me había pasado el rastrillo por ahí.
Me tomó la hora quitarme por completo todo el pelo de mis huevos y de arriba de la verga y también rasurarme las nalgas. Me gustó la suavidad que tenían una vez que terminé con todo el proceso.
Me miré al espejo, si antes mi verga se veía pequeña ahora parecía la de un niño. Me invadió una tremenda sensación de vergüenza mostrarme así ante Andrés, ese chico me estaba rompiendo todas mis armas seductoras como hombre, ya no podía mostrarme ante él como un hombre capaz de seducirlo, era más bien literalmente un esclavo que estaba con él para ser constantemente humillado.
Me tomó tiempo agarrar valor para llegar a la cocina, finalmente aparecí delante de Andrés que tenía varias cuerdas acomodadas sobre el desayunador y estaba sentado en la cabecera revisando su celular.
Estaba completamente vestido, lo que me hizo sentir todavía más humillado
-Tardaste 10 minutos más de lo que te permití- me dijo
-Perdón Amo- le dije bajando la cabeza
-Acércate y pon las manos en la cabeza- me ordenó y obedecí. Se rió de mi mientras palpaba mis huevos y sentía la zona de mi… clitoris… completamente desprovista de pelo, me rodeó con sus brazos largos para sentirme las nalgas, me las estujó y me dió nalgadas - muy bien, ya eres ahora si toda una puta- me dijo poniéndose de pie- eres mi puta- me dijo rodeando mi cintura con su brazo como un chulo que agarra a su chica y me apretó las nalgas - ¿estás contenta de ser mi puta?- me dijo
-Si Amo- respondí bajando la mirada
-Abre la boca- me dijo agarrándome la barbilla, la abrí y me escupió dentro de ella
-Trágatelo puta- obedecí,
Andrés se abrió el pantalón y se lo bajó a medio muslo, su verga estaba bien parada, le dió golpes a la mía con ella- Mira, ¿cuál de las dos es una verga de Hombre?- me preguntó
-La suya Amo- respondí- siempre lo ha sido
-Buena respuesta- me dijo - acuéstate boca arriba sobre la mesa- me ordenó y mientras lo hacía se subió el pantalón.
Sentir que se volvía a vestir me hacía sentir muy vulnerable, con mucha paciencia me ató el cuerpo a la mesa: mis pies colgaban y estaban atados a las patas y mis brazos extendidos hacia arriba también estaban bien sujetos de alguna manera al mueble.
No solo no podía moverme, estaba indefenso y a merced de Andrés. Lo miré abrir un paquete de pinzas de madera que me había encargado comprar el día anterior en el supermercado.
Era una locura, me ponía una pinza en una zona del cuerpo y me acariciaba otra… dolor y placer mezclados de una forma exquisita… una a una las pinzas se fueron adhiriendo a mi cuerpo, despacio, se tomaba el tiempo para hacerme sentir dolor y me acariciaba para hacerme pedirle más
Mis pechos, mis costados, mis huevos… poco a poco fui sintiendo pellizcos por todo el cuerpo, Andrés se sobaba la verga dentro del pantalón de vez en cuando, aquella actitud tan varonil mientras me torturaba me ponía muy caliente y mi verga permanecía dura a pesar de las torturas.
Me daba vergüenza que me la viera parada y más vergüenza al tenerla lampiña como un chiquillo. A ratos las pinzas me provocaban gemidos involuntarios, pero traté de aguantar en silencio, respetando su concentración y su placer… “¿qué pasará por la mente de este guapo colombiano?”… pensaba “cuánto poder debe sentir en sus manos al tener a su disposición a un maduro 26 años mayor para hacerle lo que quiera”
Andrés se sentó un rato a admirar su obra… las pinzas hacían una hilera en mis pechos, en mis costados y una esfera de picos en mis bolas
Tomó una vela y la encendió en la estufa… esperó un minuto y luego la giró sobre mi vientre… las gotas caían calientes sobre mi piel, quemándome con una intensidad considerable, eran pequeños golpes de calor intenso, me movía un poco pero estaba bien sujeto… era imposible moverme demasiado… y no me quedaba mas que aguantar y gemir, estaba totalmente a su merced.
Subió la vela hacia mis pezones que ya tenían el intenso pellizco constante de las pinzas, la cera aumentó mi agonía, gemí de dolor y Andrés me acarició la pierna para premiarme por recibir su tortura.
Luego paseó la vela por la misma zona de mis muslos donde me había acariciado… sentía las gotas caer, era una agonía constante… sentía su sadismo y al mismo tiempo su placer, Andrés gozaba con mi cuerpo… yo respiraba hondo y soportaba por él, para él.
Lo miraba reír cuando la cera caía en alguna parte sensible de mi cuerpo y yo brincaba de dolor- jajaja ladra cerdo- me decía y yo ladraba como un perro - más fuerte, ¡mas fuerte!- me ordenaba- wooof wooof ladraba con todas mis fuerzas sintiendo que algo de la tensión que me provocaba mi tortura se aminoraba.
Mientras me llenaba las piernas de cera yo angustiado pensaba que tarde o temprano las dirigiría a mis “partes nobles”, finalmente cuando mis piernas estuvieron bien cubiertas, me pasó la vela por los huevos- ahhhh- grité y esta vez no hubo caricias para contenerme, Andrés sonreía y disfrutaba mi dolor y mis gemidos- ¡¡ahhh!!- grité más fuerte cuando sentí la cera en mi verga, flácida, casi encogida, Andrés la sujetó con su mano libre y la sostuvo para llenarme el glande de cera-¡ahhh por favor por favor!- lloraba, pero Andrés m gozaba con mis suplicas.
Tensaba mis brazos y trataba de protegerme pero no podía moverme… la cera seguía cayendo en mis huevos y en mi verga, pequeños azotes de calor que me daban dolor y a él muchísimo placer.
Me sujetó la verga para llenarla por completo de cera, cómo estaba más cerca sentía el calor de la vela y la cera caer más caliente, me llenó el glande y yo lloraba suplicando- por favor Amo, por favor- Andrés continuó hasta que no quedó un pedazo de piel sin cubrir.
Apagó la vela y sentí un respiro, que duró muy poco, tomó una pinza y la colocó en mi glande lleno de cera dura, respiré hondo, lloriqueando, suplicando con gemidos… pero sabía que no lograría convencerlo de quitármela, así que simplemente rogaba con gemidos para que supiera cuánto respetaba su autoridad.
Una a una me fue quitando las pinzas del pecho y de los costados, dejó las de mis huevos y mi verga puestas y me desamarró- llegaste tarde hace rato- me dijo- pon tus manos sobre la mesa.
Pensé que me daría nalgadas así que como pude abrí mis piernas porque tenía los huevos y la verga llenos de pinzas y paré las nalgas, pero el primer azote de su cinturón cayó en mi espalda.
-Te voy a enseñar a no hacerme esperar- me dijo soltándome un segundo latigazo con su delgado cinturón en la espalda, luego vino otro y otro… y otro
Cada azote hacia que las pinzas en mi entrepierna se movieran provocándome múltiples pellizcos, no me azotaba con todas sus fuerzas pero si con la suficiente dureza que merecía un castigo… me azotó treinta veces y luego me ordenó girarme y una a una me fue jalando las pinzas con movimientos rápidos para quitármelas…
Ya no estaba amarrado y aquellos pellizcos eran muy intensos, puse mis manos en la cabeza para no meterlas y aguantar el dolor para Andrés.
Dejó la de mi glande hasta el final, finalmente la quitó suavemente aunque desde luego la tortura psicológica de pensar que iba a jalarla igual me había mantenido con miedo durante todo el proceso
- Si te veo sobándote te las vuelvo a poner- me dijo- ponte unos pantalones de mezclilla y una playera polo, no te quites la cera- me ordenó.
La textura de la playera polo me raspaba los pezones adoloridos y comprendí que era parte de su plan
Cuando bajé vestido como me ordenó vi que ya me esperaba en el asiento del copiloto del auto con el pantalón abajo y la verga de fuera. No me dijo a dónde íbamos, puso el GPS y yo seguí las indicaciones, fue un viaje de media hora.
En cada alto tenía la orden de masturbarlo , difícil hacerlo con la mano izquierda pero su verga me inspiraba a hacerlo lo mejor que podía.
Llegamos a una edificio sin ningún anuncio afuera- bájate me ordenó- y trae la backpack que está en el asiento trasero- obedecí.
Tocamos el timbre del edificio aquel y se abrió la puerta, entramos. Aquello era un sauna gay, jamás había entrado a uno y desde luego desconocía la existencia de un lugar así.
Nos registró en la entrada como Andrés y Fabiola. El hombre del escritorio en la entrada me miró y luego nos entregó en una bolsa a cada uno unas sandalias y unos pareos.
Andrés me condujo por el lugar hasta unos vestidores - quítate la ropa- me ordenó con voz potente delante de dos chicos muy apuestos y fornidos que se estaban vistiendo.
Me avergonzó que escucharan que el muchacho menor me diera órdenes, pero cuando me quité la ropa sentí todavía más vergüenza: mi cuerpo estaba lleno de cera, y aún conservaba algunas de las marcas de las pinzas y de los azotes en la espalda.
Quedé desnudo, me iba a poner el pareo pero Andrés me lo arrancó de las manos y lo metió en un locker- tu no vas a usar esto- luego sacó de la mochila una cadena de perro y mi la correa - de rodillas- si para entonces había esperado que los chicos fornidos no se dieran cuenta de la dinámica entre nosotros cuando me puse de rodillas delante de Andrés ya era evidente. Nos miraban de reojo y me dió una vergüenza inmensa
Andrés me puso el collar y la correa- de pie- me ordenó. Andrés estaba ya desnudo con el pequeño pareo alrededor de su cintura apenas cubriendo su verga semi erecta y sus nalgas peludas. Metió nuestra ropa en un locker, lo cerró el y se puso la llave en la muñeca.
No solo estaba desnudo, con la cadena en mi cuello y con las evidencias de mi tortura visibles, Andrés tenía la llave de mi ropa, estaba totalmente sujeto a él.
No me dijo nada, simplemente avanzó jalándome la cadena- pon tus manos en la cabeza- me ordenó y obedecí caminando detrás de él.
No sé cuánto tiempo paseamos por las instalaciones del local, yo estaba sumido en mi humillación y rogaba no encontrarme a nadie conocido, bajaba la cara para “esconderme” pues así desnudo con mis genitales rasurados y sujeto a una cadena tirada por un muchacho no tenía muchas opciones.
Sentía las miradas curiosas de los hombres en el local, “¿qué pensarían?, soy la mascota de este chico… me tiene como su esclavo” pensaba… y aguantaba esas miradas fijas y curiosas e incluso muchas risas.
Después de pasearme largo rato por cada rincón del edificio entramos a la zona del vapor. Lo espeso del ambiente me hizo sentir un poco menos expuesto
-Ponte en cuatro- me ordenó fuerte y claro, adentro del vapor habría al menos cinco hombres, uno le hacía un oral a otro en una esquina.
A mitad del vapor quedé en cuatro patas y Andrés se sentó sobre mi. A pesar de la humillación, sentir las nalgas peludas de mi Amo sobre mi espalda fue un placer tremendo… Andrés tiene las piernas largas y peludas, sin un gramo de grasa, sus nalgas son carnosas, no muy voluminosas pero suaves y bien paradas, recubiertas de una gruesa mata de pelos negros, exquisitos.
Me daba nalgadas de vez en cuando, un chico se acercó a él ofreciéndole la verga y Andrés se la mamó, no podía ver porque estaba debajo de él, apenas escuchaba los chasquidos de sus labios y a juzgar por sus piernas delgadas y medió peludas supuse era alguien de su edad… cuánto hubiera deseado por estar en el lugar de ese chico.
Como sucede en los lugares de cruising se acercó un tercero y se mamaron las vergas entre los tres… yo permanecí en cuatro, sometido y sobajado, controlado por mi dueño.
Uno de los chicos que interactuaba con mi Amo me acarició las nalgas y me palpó la verga entre ellas
-¿Porqué estás sentado en el?- le preguntó el muchacho
-Porque es mi esclavo- me dijo dándome una nalgada
-Mealo en la cabeza- le sugirió mi Amo al chico
-No, pobre- respondió el muchacho
-Nahhh le encanta ¿verdad que te gusta que te orinen esclavo?- me preguntó dándome otra nalgada
-Si Amo- respondí levantando la cara
-Ruégale que te orine- me ordenó el Amo
-Por favor Señor, oríneme en la cara- supliqué fuerte sin ver a quién le hablaba porque el chico estaba detrás de mi.
-No soy Señor- escuché que me dijo mientras se paraba delante de mi y me apuntaba su verga… tardó un poco pero finalmente consiguió que saliera un chorro de orines, mantuve mi cara levantada y los ojos cerrados para que me orinara bien la cara, asumiendo que era lo que mi Amo quería. Andrés se levantó y miró la escena detrás del chico riendo a carcajadas
-¿Ya ves? Le gustó ¿verdad que te gustó?- me preguntó
-Si Amo, gracias Señor- exclamé tratando de abrir los ojos. El chico se fue sin decir nada.
El calor en el sauna era sofocante, después de un rato salimos a tomar aire, Andrés no me soltaba la correa y yo avanzaba obediente detrás de él ante las miradas de todos los que pasaban junto a nosotros.
Se tiró en un camastro y se levantó el pareo, me puse a mamar como un perro obediente. Andrés no tardó mucho en venirse- traga perro ¡trágate mis mecos!- me ordenó mientras el orgasmo se apoderaba de su cuerpo… sentí su leche en mi garganta, en mi boca, probé su dulce sabor agradecido… era como un regalo que no me merecía, no importaba cuánto me había hecho sufrir ese día… sabía que nada era suficiente para ganarme ese néctar exquisito.
Tirado sobre mi sofá, aún desnudo, Andrés se bebe su tercera copa de vino y me obliga a terminarme mi segunda copa de meados para que me sirva la tercera.
Yo estoy arrodillado delante de él, tomo de golpe el contenido de mi copa y se la tiendo estirando mi mano, Andrés la toma y se levanta, se masturba delante de mi, no puedo describir lo maravilloso que se ve para mi mi Amo, mi Macho Alfa jalándose la verga con fuerza delante de mi.
Se viene pronto, su leche cae en la copa manchándola en su contorno y depositándose espesa en el fondo, luego toma la botella de vino y me la llena - te lo ganaste- me dice sirviéndose una copa más - salud- chocamos nuestras copas y bebemos. La plática se torna amigable, hablamos de nuestras vidas y de cosas importantes pero más cotidianas.
Andrés un poco mareado se sube a la cama y yo me quedo en la sala recogiendo las copas, las lavo y luego me escabullo a beber lo que queda de vino… pensando que mañana, todo acabará y que ha sido una experiencia extraordinaria.
De Vacaciones con Andrés 5
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