Como era de esperarse, el Güicho no cambió ni madres.
-Los patrones me dijeron que fuera a la casa de empeño a ver cuánto hay que pagar para sacar lo que empeñaste- le dije al día siguiente, mi primo con la espalda llena de marcas se paseaba desnudo en el cuarto con su sonrisa cínica en la cara.
-Primo, tranquilo, yo me hago cargo, no te preocupes. En una semana te prometo que devuelvo todas las cosas- no le creí pero supuse que era amigo del dueño de la casa de empeño y que conseguiría algún trato, así que lo dejé pasar.
Me la pasaba cuidándolo, revisando sus cosas y supervisando a escondidas sus movimientos; así me pude enterar que todos los que lo usaban sexualmente antes de lo descubrieran sus robos volvieron a llamarlo: Don Edgar, Don Felipe, Don Mauro, Don Valentín, hasta los pinches universitarios que nos azotaron lo llamaron tres veces en la semana para que les mamara la verga.
Han pasado cinco días desde nuestro castigo, es domingo y Don Valentín nos pide que vayamos a su despacho, en el Centro de la Ciudad para pintarle las paredes. Ese tipo de trabajos representa un ingreso extra que considero muy necesario para pagarle a todos los inquilinos lo que les debemos.
Obligo al Güicho a ir conmigo a hacer el trabajo. Güicho va de mala gana. Don Valentín nos lleva en su auto, viene vestido con un uniforme de fútbol, nos explica que nos dejará pintando y se irá a jugar, y así lo hace.
Después de cubrir adecuadamente todos los muebles con plásticos grandes para no mancharlos nos pusimos a pintar las paredes. No sé cómo pero la plática derivó en sus años en prisión.
-Primo- me dice animado por la plática -tú me conociste cuando estábamos en el pueblo, yo era un cabrón machín, me cogí a todas las viejas ¡creo que hasta me cogí a tu novia y a la del Juanito- me giro a verlo con odio
-Si cabrón- le digo- no te cogiste a una te cogiste a dos de mis novias- continúo pintando sin ver la reacción del Güicho.
-Desde que llegué a la cárcel traté de hacer amigos, pero nadie me quería y me mandaban todos a la verga, no me hablaban, era una mierda… la primera tarde estaba en los baños y de pronto en segundos se vació todo el cuarto y entraron unos blancos a ponerme una madriza… y todos los días era lo mismo, los pocos weyes que me hablaban me adviertan que si me quejaba me iban a pegar peor.
Cabrón, diario me pegaban, una vez hasta se metieron a mi celda y mi compañero de cuarto que era blanco era el más ojete de todos.
Como estaba amenazando de que si decía algo me iba peor terminaba aceptando que era una riña que había provocado y me mandaban a alisamiento por varios días…. Era un verdadero infierno.
Un día se me acercó un chavillo negro, de facciones muy finas y un poco afeminado. Me tuve que aguantar para no correrlo a golpes cuando me sugirió que si aceptaba ser la perra de uno de los líderes de la cárcel me podía proteger.
Las putizas continuaron, un día que regresé de aislamiento le dije al chico, se llamaba Sifo - cabrón, yo puedo pelear, que me haga la prueba, puedo ser de sus soldados ¡¿porqué me quiere de su puta!- Sifo me dijo que iba a preguntar y al otro día regresó a decirme que como era mexicano solo me iban a aceptar si me dejaba coger por todos.
Ese día llegaron cuatro blancos cuando estaba limpiando el piso del comedor, salieron de la nada primo, es que hubieras visto, se supone que había policías pero de pronto ya no había nadie cuidando y aunque había cámaras según dejaban de funcionar cuando me madreaban.
Total que estos cabrones se me acercaron para pegarme otra vez pero llegaron cuatro compas negros. Pensé que se iba a armar un desmadre pero lo blancos como que se arrugaron y se fueron… Sifo se me acercó más tarde y me dijo - depende de ti que lo qué pasó hoy se repita todos los días hasta que dejen de joderte- ya no aguanté primo… estaba asustado, cualquier mal golpe y me hubieran dejado mal.
-Pues ni pedí carnal- le dije al Sifo- dile a ese cabrón que acepto.
El jefe de Sifo se llamaba… o se llama porque todavía está ahí encerrado… Hakim; su puro nombre daba miedo en la cárcel… tiene como cincuenta años, en ese entonces tenía cuarenta… no te le podías acercar así nada más, Sifo me hizo acompañarlo a su celda
A la entrada de la celda me detuvieron dos de sus hombres, fornidos y grandes, negros, me ordenaron desvestirme y me quité el overol, me revisaron el calzón para asegurarse de que no tuviera nada con lo que pudiera hacerle daño a su jefe.
Así en calzones caminé entre varios hombres, todos negros, te lo juro primo yo todavía tenía aires de cabrón sácale puntas aunque me madrearan diario… pero estar en medio de ellos me hizo sentirme chiquito.
Todos me miraban con cara de matones, olían a sudor y a hierva… el ambiente ahí adentro estaba bien denso, apenas se podía respirar.
Hakim estaba de pie al fondo, era un hombre de cabello muy corto y barba cerrada, ojos muy blancos y la piel color cobre… fornido, de pechos muy anchos y el abdomen ligeramente abultado. Sonreía con una extraña actitud benevolente casi amigable. Era difícil pensar que estaba frente a un cabrón que ha hecho toda clase de chingaderas.
-Hakim, el es Luis, dice que acepta tu propuesta- dijo Sifo detrás de mi. Me quedé quieto delante de él con mis manos cubriendo mis genitales pues aunque traía calzones me sentía vulnerable y desnudo.
Hakim lo interrumpió- Yo sé quién es- le dijo a Sifo sin dejar de mirarme a los ojos. Me costaba trabajo mantenerle la mirada pero no quería verme tan sumiso, sabía que de ese momento dependería el trato que me daría de ahí en adelante.
Pues ese wey no dijo nada más, sosteniéndome la mirada se bajó el pantalón y el calzón a medio muslo, no vi para abajo, seguía mirando a los ojos a Hakim hasta que abrió los brazos como diciéndome que me apurara, entonces me arrodillé… fue algo tan fuerte cabrón que siento que todavía sigo de rodillas después de ese día.
Ya hincado se la vi, había escuchado que los negros la tienen grande pero no mames primo, pensé que era broma. Era una madre bien gruesa, estaba parada y hacía una pronunciada curva hacia la izquierda.
Avancé unos milímetros de rodillas y me la metí en la boca… nunca voy a olvidar ese sudor: a sudor, a encierro, a meados… a hombre… era la primera vez que me metía una verga a la boca y, con perdón primo, tú cuando se la mamaste a Don Pepe te veías bien pendejo y está bien porque nunca habías mamado una, pero yo tenía apenas una oportunidad para quedar bien con mi nuevo dueño… quería que me aceptara si ya se la iba a mamar lo peor que podía pasar era que me dijera que la mamaba de la chingada y que me olvidara del trato.
Por la forma tan curva y por lo gruesota que estaba me costó un chingo tragarla, sentía que no me comía ni la mitad y movía mi cabeza delante y atrás a lo pendejo sin saber lo que estaba haciendo… lo que más me daba miedo era que sintiera mis dientes y el cabrón me los hubiera tumbado de un golpe.
Pero Hakim fue buena persona, me agarró de la cabeza y comenzó a meterla él y a sacarla, muy gentil, como… como un pinche caballero primo, te juro que aunque me sentía humillado desde ese primer momento sentí que me quería y que me cuidaba.
Me acariciaba la barbilla y las mejillas mientras poco a poco me la iba metiendo más adentro, traté de agarrarla con las mano pero Hakim me las quitó con fuerza- No hands bitch… no hands- me dijo eso quiere decir “sin manos perra” pero no ne decía perra como si fuera una puta de la calle, no cabrón, me decía perra hasta con cariño…
El resto de los cabrones de su Banda estaban ahí detrás de mi mirando, nadie decía nada ni hacían gestos, los miraba ocasionalmente y podía ver que me miraban con cierto desprecio pero me respetaban porque era la puta de su patrón.
Hakim les dijo algo en inglés que no entendí y se salieron todos, nos dejaron solos. Me levantó de los brazos y me hizo levantarme, me giró y con sus manos enormes me rompió el calzón, ufff primo cuando lo rasgó sentí como si me desvirgara, mi Alfa me había quitado todo lo que me protegía, estaba solo para él.
Me empujó la espalda con una mano y quedé empinado, primo, no lo podía creer, yo, un hijo de la chingada, el cabrón más ojete del pueblo estaba ahí empinado para un negro.
Me hizo poner las manos contra la litera y me puso saliva en el culo… pensé que me pondría algún lubricante, una crema, no sé, esos cabrones tenían cualquier cosa de contrabando… cuando sentí su glande gigante en mi culito me di cuenta que lo único que iba a tener era saliva, cerré mis ojos y lo sentí clavándose, puta primo ¡literalmente clavándose adentro de mi!
Me dio miedo gritar porque pues cabrón, era la cárcel, te tienes que aguantar en silencio. Apreté mis dientes y gemí lo más suave que pude, cerré mis ojos que tenían lágrimas del puro dolor… pensé que no iba a entrar nunca pero el cabrón logró meterla… sentí miedo de cagarme… porque así se sentía… ardor y ganas de cagar… y la sensación de que te están quitando lo hombre y te están haciendo una mujercita… me sentía así, su mujercita… su perra… su esclava…
Me la siguió metiendo a pesar de mis gemidos sin Piedad, me hacía un poco para adelante y me detenía con sus manotas gruesas aferradas a mi cintura…
Como no dejaba de llorar me metió pedazos de mi calzón en la boca, y siguió metiéndola hasta que estuvo bien bien adentro y pude sentir sus huevos peludos afuera de mi ano… y entonces primo… ufff… te lo cuento y me excito… comenzó a darme verga primero despacio, mi ano dejó de arder y empecé a sentir muchas cosas, unas ganas de orinar, de hecho creo que me mee un poco, luego cosquillas, nervios, dolor, placer, arggg, siguió metiendo y sacando cada vez más fuerte hasta que en verdad parecía una pinche metralleta… el calzón en mi boca estaba empapado, escurría saliva… pinche taladro me dió con todo hasta que de pronto lo escucho gemir bien agitando y comienza a morderme la oreja, la mordió duro sentí que me la arrancaba, grité de dolor y de lo que sea que pasaba en mi culo y luego sentí calientito… exquisito, la sentí claramente hincharse y expulsar su leche… cada vez que soltaba leche gemía más duro y más duro…
Me la sacó y se acostó en la cama, me jaló de los huevos para que me arrodillara y se la volviera a mamar, se la mamé hasta dejársela bien limpia…
Mi vida cambió ese día. Sifo hablaba español así que todas las órdenes de Hakim me las daba él. Para empezar deje de usar calzones, así cuando Hakim quería usarme estaba a su disposición, si estábamos en el patio Sifo y yo debíamos sentarnos siempre en el piso, era nuestro lugar como las perras del grupo. Cuándo hacía calor debíamos estar con el torso desnudo, alguien que no era de ahí podría no darse cuenta pero todos en la cárcel sabían que los dos que no traíamos el pecho cubierto éramos las perras de Hakim.
Sifo se las ingenió para que nos vendieran lubricantes y los dos traíamos el culo aceitado y listo siempre para cuando se ofreciera… eso si, jamás nadie me volvió a poner una mano encima y aunque todos me miraban y se reían al menos ya no me pegaban.
Había algo de privilegios al ser la perra del líder del grupo: tenía el respeto de todos, Hakim me dejaba comer lo que le llegaba de afuera y otros pequeños lujos, pero Sifo me advirtió que Hakim se cansaría y ocasionalmente me pasaría lo que a él, que aunque Hakim lo usaba ocasionalmente había sido relegado como perra de todo el grupo…
Domesticando al Güicho 5
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