El Bully y el tímido Parte 1

Damián siempre había sido el líder indiscutido de su grupo en el colegio. Con 19 años recién cumplidos, su cuerpo atlético y su actitud desafiante lo convertían en el chico que todos temían y, en secreto, admiraban. Su presencia era imponente, y su sonrisa, aunque rara, escondía un filo peligroso. A pesar de su carácter dominante, había algo en su vida que siempre lo había dejado intranquilo, un vacío que no sabía cómo llenar.

Por otro lado, Nico era el polo opuesto. Con 18 años, su figura menuda y sus lentes redondos lo hacían parecer el estereotipo del estudiante tímido. Su inteligencia era su refugio, y los libros, sus mejores amigos. A pesar de su apariencia frágil, había una fortaleza interna en Nico que solo unos pocos conocían. Su orientación sexual no era un secreto para él mismo, pero tampoco lo proclamaba a los cuatro vientos. Prefería evitar problemas y pasar desapercibido, lo que era difícil cuando Damián decidía hacerle la vida imposible.

El conflicto entre ellos había comenzado desde el primer año de secundaria. Damián no perdía oportunidad de burlarse de Nico, apodándolo "ratón de biblioteca" y empujándolo en los pasillos. Sin embargo, detrás de cada burla y cada golpe, había una chispa de curiosidad en los ojos de Damián que él mismo no entendía. Algo en la vulnerabilidad de Nico lo atraía, aunque no podía admitirlo ni a sí mismo.

Un día, el profesor de biología, cansado de ver las constantes tensiones entre los dos, decidió tomar cartas en el asunto. Los llamó a ambos después de clase y les asignó un proyecto juntos, con la esperanza de que trabajar en equipo les enseñara a respetarse. "Damián, Nico, quiero que trabajen juntos en este proyecto sobre genética. Pueden usar la biblioteca de la escuela o reunirse en casa de uno de ustedes. Tienen una semana para entregarlo."

Damián bufó, disgustado por la idea, pero sabía que no tenía otra opción. Nico, por otro lado, se mostró sorprendido y un poco asustado por la perspectiva de pasar tiempo a solas con su agresor. Aún así, ambos aceptaron la tarea, aunque con diferentes expectativas.

El primer encuentro para trabajar juntos fue en la biblioteca de la escuela. La tensión era palpable, y las palabras eran pocas y cortantes. Sin embargo, a medida que avanzaban en el proyecto, algo empezó a cambiar. Damián comenzó a ver más allá de la fachada tímida de Nico y notó su inteligencia y pasión por el tema. Nico, por su parte, empezó a vislumbrar una faceta más humana en Damián, más allá de su exterior intimidante.

Después de varios días trabajando juntos en la biblioteca, Damián sugirió que se reunieran en su casa para terminar el proyecto. Nico dudó al principio, pero finalmente aceptó. El sábado por la tarde, Nico llegó a la casa de Damián con sus notas y libros. Damián lo recibió en la puerta con una sonrisa forzada. "Vamos, entremos. Mis padres no están, así que podemos trabajar tranquilos en mi habitación."

La habitación de Damián era un reflejo de su personalidad: posters de bandas de rock en las paredes, ropa tirada por el suelo y una cama desordenada. Nico se sintió incómodo, pero intentó concentrarse en el trabajo. Se sentaron en el escritorio de Damián, codo con codo, con los libros y papeles esparcidos frente a ellos.

Mientras trabajaban, la conversación comenzó a fluir más naturalmente. Damián se sorprendió al descubrir que disfrutaba de las explicaciones de Nico sobre genética. "Eres realmente bueno en esto, Nico. ¿Alguna vez pensaste en ser científico?" preguntó Damián, genuinamente interesado. Nico se sonrojó ligeramente. "Sí, es mi sueño. Pero no estoy seguro si podré lograrlo..."

Damián lo miró fijamente. "¿Por qué no? Eres inteligente. No dejes que nadie te diga lo contrario." Nico se quedó sin palabras, sorprendido por el inesperado apoyo de Damián. Poco a poco, la tensión entre ellos comenzó a disiparse, reemplazada por una camaradería incipiente.

La tarde avanzó, y cuando ya habían terminado la mayor parte del trabajo, Damián se recostó en su cama, estirándose con un suspiro de satisfacción. "Creo que hemos hecho un buen trabajo, ratón de biblioteca," dijo con una sonrisa juguetona. Nico, que seguía sentado en la silla, le devolvió la sonrisa tímidamente. "Sí, creo que sí. Gracias por... por no hacer esto más difícil de lo que ya era."

Damián se incorporó y miró a Nico con una expresión que mezclaba curiosidad y algo más profundo. "Nico, ¿alguna vez te has preguntado por qué me comporto como un idiota contigo?" Nico levantó la vista, sorprendido por la pregunta. "Bueno, siempre pensé que... simplemente me odiabas."

Damián negó con la cabeza, sus ojos fijos en los de Nico. "No te odio, Nico. De hecho, creo que... te envidio. Tienes algo que yo no tengo. Y no sé cómo lidiar con eso." La confesión dejó a Nico sin aliento. Nunca había esperado escuchar algo así de Damián.

"¿Envidiarme? Pero, ¿por qué?" preguntó Nico, su voz apenas un susurro. Damián se acercó más, su mirada intensa. "Porque eres auténtico. Sabes quién eres y no tienes miedo de ser tú mismo. Yo... yo todavía estoy tratando de descubrir quién soy."

El silencio llenó la habitación mientras las palabras de Damián colgaban en el aire. Nico sintió una oleada de compasión y algo más, algo que no podía definir. Se levantó y se acercó a Damián, sentándose a su lado en la cama. "Damián, todos estamos tratando de descubrirnos a nosotros mismos. No tienes que hacerlo solo."

Damián lo miró, sus ojos llenos de una mezcla de vulnerabilidad y resolución. "Gracias, Nico. Realmente lo digo." Nico asintió, sintiendo que, por primera vez, había una verdadera conexión entre ellos.

Esa tarde, no solo terminaron su proyecto de biología, sino que también comenzaron a desmantelar las barreras entre ellos. Aunque todavía quedaba mucho por explorar y descubrir, ambos sabían que algo fundamental había cambiado.

Mientras Nico se preparaba para irse, Damián lo detuvo en la puerta. "Oye, Nico. ¿Te gustaría venir otra vez? No solo para estudiar, sino... para pasar el rato." Nico sonrió, asintiendo con entusiasmo. "Me encantaría, Damián. Me encantaría."

Con un último intercambio de miradas, Nico se despidió y salió de la casa de Damián, sintiendo que, de alguna manera, ambos habían dado un paso importante hacia algo nuevo y emocionante.

(Continuará...)