El amo tuvo una necesidad que me hizo salir apresurado del trabajo e ir a casa. Tenía que avisarle cuando estuviera desnudo en el trastero, de espaldas a la puerta y con el culo dispuesto. Su necesidad no era otra que ofrecerme a un compatriota suyo que había venido a verle y tenía curiosidad por probar ese culo del que tanto le habían hablado los amigos del amo.
Ese amigo era tripulante de cabina de una línea aérea y ese día había volado a nuestro país. El amo y él eran amigos de la infancia y habían estudiado juntos en su Colombia natal, hasta que se separaron en la universidad. Ambos entraron en el trastero, donde yo aguardaba disciplinadamente, y mi amo empezó a manosear mi culo mientras le explicaba a su amigo las características del mismo y lo invitaba a tocar primero, abrir con sus dedos después y, casi sin dilatar, a follarlo a saco.
Mientras el amigo me follaba con la fuerza de los machos jóvenes, el amo no dejaba de recordarme lo puta que yo era y lo útil que era mi culo para cualquier macho. El amigo, también me insultaba mientras me follaba y azotaba con sus manos mis nalgas. Si adoro que me insulten, el que me lo hagan con ese acento antioqueño me hacía ponerme a cien y no pude evitar que mi polla soltara precum en una cantidad que no le gustó al amo y me lo hizo saber con dos hostias en la cara. Una perra no puede aliviarse sin permiso y menos si el macho aún no se había corrido.
Afortunadamente (para mí) su amigo llevaba varios días sin correrse y esa primera follada acabó pronto con tanta leche depositada en mi coño que no pude retener dentro. Nuevas hostias, ahora de ambos, limpieza de la polla con la boca y lamida de la leche derramada antes de irnos al salón, donde me tocó servirles unas cervezas, mientras se reponía Jairo (que así se llamaba el amigo de mi amo, amo que por cierto se llama Daniel).
Ese momento de relax para ellos y de servicio para mí me dio la oportunidad de ver, por fin, la cara de Jairo ya que hasta ese momento solo había podido constatar que tenía un cuerpo atlético, que era alto (1,87) y que tenía una polla enorme que sabía utilizar muy bien. Era muy guapo, más que el amo, con un acento muy dulce. Se le notaba inteligente, formado y más vicioso aún de lo que me había parecido durante la follada. La verdad es que me atrajo desde el primer momento, a diferencia de otros amigos del amo. Pensé para mis adentros que si lo hubiese conocido a él antes que al amo, tal vez...
Una vez atendidos en sus necesidades el amo y su amigo, quedé arrodillado a la vista de ambos, pero lo suficientemente lejos como para no interferir en sus conversaciones y el amo me anunció que su invitado se quedaría dos días en casa. Que me las tendría que apañar con el trabajo, porque esos dos días yo sería su criada y su esclavo sexual, sin, por supuesto, dejar de atender sus propias necesidades. Vamos, que las necesidades de ambos eran las mismas y, por tanto, tendría que desdoblarme para satisfacerlas.
Sólo pude articular la frase “Por supuesto, señor” para añadir, tras una breve pausa “señores”, algo que Jairo agradeció ordenándome que le mamara la polla que volvía a empalmársele. Sin dilación me puse a ello y, sin que nadie me lo hubiese ordenado, lo hice adoptando una posición que dejaba mi culo enfrentado al amo. Asumiendo así que desde ese momento eran dos los amos.
Al amo no pareció molestarle mi iniciativa, ya que se acercó por detrás y me mordió las nalgas para darme después una lamida de culo de las que sólo él sabe dar. Y ahí comenzó el segundo asalto donde yo me encontraba follado por dos pollas, una dándome embestidas en la boca y otra partiéndome el culo. Y esa doble follada no fue precisamente corta. A mi nuevo amo se le notaba que se había corrido antes y mi señor acompasó su ritmo al de su amigo para que yo recibiera la doble ración de leche simultáneamente.
Mientras llegaba esa ansiada leche, Mi nuevo amo empezó a asumir su rol y comenzó a darme todas las bofetadas que se le antojaron, se puso cachondo con mi “gracias señor” cada vez que me daba una. De vez en cuando sacaba su polla de mi boca y me escupía la cara. Mi amo por su parte interrumpió su follada para ir por un par de pinzas para mis pezones y coger su cinturón con el que me azotaba el culo entre follada y follada.
Debo decir que cuando finalmente sentí la leche caliente de ambos en mi interior, me sentí aliviado. Como digo, esta follada fue larga y, aunque creo que estuve a la altura requerida, acabé exhausto y rendido en el suelo, boca abajo. El amo me dejó estar en esa posición un par de minutos, pero me hizo levantar a patadas, para que le preparara un baño a su invitado.
No todo lo que parece... (3)
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