Por aquella época quería probar y probar era probar todo.
Siempre he virado mas hacia el suelo, hacia la sumisión, a estar de rodillas mirando al suelo esperando una orden o un castigo.
Mi comienzo fue hace muchos años probando por chats y buscando alguien que me dominara hasta que encontré a un amo que le gustaba el dogtraining. Eso me llamó la atención y empece a sentirme cómodo.
Cada vez me sentía más sumiso, pero yo controlaba las sesiones.
Yo decidía cuando se iniciaba y cuándo se cortaba sin que él lo supiera. Sin que él se diera cuenta ni yo tampoco. Algo dentro de mí se aprovechaba de cada oportunidad para estar por encima de el. El sumiso no era yo, el sumiso era mi amo.
Empecé a complacerle y eso me hacía estar cachondo. Descubrí algo nuevo. una nueva sensación que me producía placer y que luego más tarde contaré con más detalles.
No sabía que era el Dogtraining pero ponerme a 4 patas como si fuera un perro, con la cabeza bien alta y la espalda arqueada producía en mi polla una excitación que antes no conocía.
Producía tal excitación que mi rabo soltaba precum casi sin tocarme. Casi no, sin tocarme. Y así empezó todo…
-Al perrito le está gustando.
No sabía si asentir o no, pero estaba claro que mi rabo mandaba en ese momento.
-Que ha pasado? Has manchado el suelo de la mierda que suelta tu rabo no? Eso hay que solucionarlo, estúpido.
No sabía qué hacer. Era bastante novato en obedecer. Aún tenía que aprender mucho. Me agarró de la cabeza (Simbólicamente ya que era todo ciber), acerqué mi cabeza y empecé a lamer todo lo que había en el suelo…luego retrocedí con mis piernas e hice lo mismo. Mi rabo no paraba de soltar precum allá por donde estaba.
Levante la mirada y le vi, con el rabo en la mano, cachondisimo, tocándose lentamente y con cara de satisfacción. Así estuvimos un rato pero me cansaba y ponía excusas: me han pillado, ha venido alguien, una llamada de tlf…
Cortaba, buscaba a otro y me corría.
-Perro, hoy no vale correrse ok? Mañana seguimos.
Claro claro. Hoy no se iba a correr él pero yo sí. Una y otra vez.
Las sesiones las hacíamos cuando yo quería. Las sesiones se cortaban cuando yo decidía. Quién era el sumiso?
Cada vez las sesiones eran más continuadas. Él intentaba dominarme de forma muy psicológica y lo conseguía (o eso pensaba el). Su excitación iba en aumento en cada sesión. Yo cada vez le daba más de dónde él quería.
Me hacia más sumiso, más dog, mas complaciente. Le miraba cómo un perrito abandonado. Cuando estaba a punto de correrse, cuando estaba en lo mas alto de su excitación, siempre tenia yo un problema: se ha caído internet, ha venido un familiar, casi me pillan…y vuelta a empezar.
Sus corridas eran sin sentido. Al inicio de la sesión pintaba bien para el. pensaba: yA TENGO A MI PERRO, HOY CORRIDON…pero no…esa noche acabaría mal. Acabaría corriendo solo sin más. Sin su perro.
Cada noche hacia lo mismo, era el mismo fin. Le controlaba yo la paja. El día que quería ver su corrida, le permitía, sí, era yo quien le permitía a ese amo correrse o no. yo le dejaba correrse o no, según mi placer.
Eso hacia qué tras cortar, mi corrida fuera impresionante. Como si llevara meses sin correrme. El se enfadaba un día pero al siguiente volvía a por mí.
Cuando volvíamos me castigaba…y no penséis que lo hacia como él quería…sinceramente, aquí también decidía yo.
Tenia su cabeza tan controlada que seguía creyéndome a cualquier cosa que decía.
- Perro. Dime algo que no te guste.
Y ahí entendí que era una puerta abierta para controlarle aun más.
Mi placer? la castidad. Qué le respondía? Qué la odiaba. Que conseguía? Que como castigo no dejara correrme.
Yo ponía cara de enfado y así controlaba lo que sí quería en ese momento.
A veces no me dejaba mirarle a la cara y me obligaba a levantar las manos. Siempre tenia predilección por mis sobacos. Un día descubrí su cara, sin que él se diera cuenta, de cuando veía mis sobacos.
Vi la expresión en su cara. Se volvíamos completamente inmóvil. Se paraba. No podía reaccionar. Se quedaba bloqueado. Ahí si le pregunte, disimuladamente si le gustaba con vello o sin él, y fue una de las pocas cosas que le permitía decidir :) ya que era otra forma de tenerle bajo mi mando.
Habían pasado muchas semanas, incluso meses. Todo seguía igual. El se corria cuando yo decidía, sin el saberlo. Las sesiones duraban el tiempo que yo quería y se hacían cuando yo decidía.
Un día, me escribe en mis axilas su nombre. Le pedí permiso para ver su reacción. A pesar de mis idas y venidas y mis faltas de respeto hacia él, le tenia en mi palma. Comiendo de mi mano y conseguía todo lo que me proponía.
Ese día me dijo que si me portaba bien, accedería y claro, me porté bien :). Ese día fue una de las peores sesiones que tuvimos. Yo no estaba decidiendo, yo no llevaba el control de la situación y ambos, inconscientemente, nos dimos cuenta de todo.
Le dije que tenia un regalo para él pero que había condiciones. Si sí, condiciones, y no puso ni una pega.
Tonto, le dije. Ni se inmutó.
Solo una condición: déjame verte cara y rabo cuando te de el regalo. Se lo pensó 1 segundo y aceptó. Estaba claro.
Levante los brazos, y empece a enseñarle mis axilas. En una ponía su nombre, el cual no diré. Su cara era un poema. Su rabo, sin tocarlo, empezó a dar latigazos, cuando cuando se corre sin tocarse. Su expresión era de asombro, intentando aguantar la corrida, presionando para no eyacular.
No le salía la voz del cuerpo. Quería verme la otra axila.
- DEJAME VERTE LA OTRA TAMBIEN.
Muy lentamente, fui levantándola...muy despacio…hacia amagos de bajar y ponía cara de pena. Su rabo estaba a punto de nuevo. la levanté. Gire mi mirada hacia el lado izquierdo, como el me hacia a mí cuando quería que me pusiera de rodillas en el suelo.
Se empezó a correr sin tocarse, mientras se bajaba de la cama y se ponía de rodillas en la lateral. Ahí estuvo durante unos minutos. Su rabo no bajaba. Estaba claro quién mandaba.
Mis axilas eran su punto débil. En una ponía su nombre y en la otra: OBEDECE
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