Hace unos años viví en otra ciudad durante un año compartiendo piso con un señor mayor. En el mismo rellano había un piso con una pareja mayor también de maricas, como enfatizaba mi compañero de piso a modo de precaución: no acercarse.
Como no podía ser de otra manera me los fui cruzando en la escalera tanto juntos como por separado y eran dos señores de cincuenta y tantos muy bien llevados y muy correctos. Me pareció que les debería gustar por las miradas que nos entrecruzábamos, pero también podría haber sido imaginaciones mías.
Una tarde nos cruzamos en el Mercadona y comenzamos a charlar de las trivialidades de la cesta de la compra mientras recorríamos los pasillos del supermercado.
“Tenemos que coger leche” dijo Luis de 58 años.
“Sí, a nuestra edad nos quedamos sin leche” le contesto Enrique (de 59) guiñándome el ojo.
Le contesté que eso pasa a todas las edades, yo mismo ya había pasado por el pasillo donde estaban escogiendo que tetrabrick llevarse a casa, le enseñé la bebida de soja que llevaba en la bolsa. “Nooo, leche de verdad no sucedáneos” me contestó Enrique, yo seguí defendiendo la soja que si es muy sana y tal y él sentenció “Preferimos la leche de verdad, hay que ver cómo sois los hetero!!” Oh! era una indirecta que yo no había pillado, sonreí ante el divertimento que tenían los dos y decidí provocarlos al contarles que era bisexual, de normal no tomaba de leche de vaca pero podía beberla de vez en cuando.
En estas estábamos en el pasillo del vino y querían coger un par de botellas, entre los tres escogimos unos de una bodega que prometia, tenían buen gusto con el vino era innegable. Salimos del super y nos dirigimos hacia casa. Charlamos de como me estaba adaptado a vivir con un yayo huraño, de cuánto tiempo hacía que estaban casados, de cuanto tiempo llevaba soltero, no se sorprendieron que mi bisexualidad estuviera dentro del armario (agradecieron mi sinceridad) y Luis se acercó a mi oído, apoyando su mano en mi espalda y me susurró “Tu secreto esta a salvo con nosotros”, un escalofrío recorrió mi espalda al notar su aliento cerca.
Entramos en la escalera y Enrique me contó que iba a comenzar a preparar la cena con la calma y tenían pensado abrir una de las botellas de vino, me invitaron acompañarlos cosa que hice, me sentía muy cómodo con el matrimonio.
Entramos a casa, me senté en medio de un sillón de tres plazas que tenían en el comedor, Luis descorchó una botella de vino y Enrique vino con tres copas, la sirvieron y se sentó cada uno al lado mío, olvidando completamente la cena que iban a comenzar a preparar. Por como me miraban mientras charlábamos tuve la certeza que yo era la cena.
Entre copas de vino comenzamos una charla distendida entre los tres; yo les conté porque me mude, mis gustos en series de TV, el tiempo que llevaba soltero o el tiempo que llevaba sin tener sexo, en realidad lo que les interesaba era saber el tiempo que hacía que no estaba con un hombre no con una mujer. Ellos me contaron como se conocieron en un local SM, y la conversación derivó al sexo principalmente, a Luis le gustaba que lo ataran y Enrique era más dominante aunque se turnaban “Pero cuando éramos más jovenes, ahora ligamos poquito”, esa fue la excusa para contarme que de vez en cuando les gustaba compartir un yogurín, estaban en un portal de contactos gays pero era difícil para dos viejos quedar con alguien de una edad similar a la mía. Yo les contesté que no era un yogurín ni mucho menos, ya tenía treinta y tantos en aquel entonces. “Uy, para nosotros lo eres Daniel, y muy dulce” sentenció Enrique mientras toco por primera vez mi rodilla, yo me sonrojé un poco, es inevitable sentirse alagado ante la avalancha de piropos que comenzaron a dedicarme. Luis fue a buscar otra botella de vino y le conté a Enrique que nunca había tenido un perfil en una web de contactos gays, solo de mujeres “No te pierdes gran cosa” me contestó sin retirar su mano de mi rodilla. Al ver que no se la apartaba, la deslizó levemente a la cara interna de mi pierna y vino Luis con la otra botella. Comencé a sentirme un poco borracho, les pregunté donde tenía el lavabo y fui sintiendo como me miraban al dirigirme al servicio.
Además de estar algo borracho, me di cuenta que esos dos viejos me estaban poniendo cachondo sorprendentemente, y me estaba gustando el juego. Salí del lavabo sin haber acabado de subirme la bragueta del tejano, ellos se habían sentado juntos y estaban besándose. Dejaron de hacerlo para no perder detalle de como me cerraba el pantalón. Me senté en el espacio libre y bebí un sorbo de vino.
Se interesaron por saber si tenía alguna experiencia en tríos o sm, lo cual respondí negativamente pese a que no descartaba nada algún día, lo de estar atado me llamaba la atención y se lo insinué. Volvieron a besarse y entre besos miraban de reojo como los miraba, para provocarlos empecé acariciarme el paquete y creo que eso los altero un poco más. Nuestros balcones estaban conectados y se podía ver las plantas y la ropa tendida y me confesaron que les gustaba mirar mi ropa interior, descubriendo cuales eran los slips que más les gustaban y casualidades de la vida llevaba puesto uno de los que dijeron “Es el destino” expresó Enrique y Luis dijo que no me habían enseñado el piso. Mostré interés aunque la distribución era la misma que donde vivía, tome mi copa de vino y los seguí atento a lo que me contaban acerca de la decoración hasta que llegamos a su dormitorio. Su cama era inmensa y parecía que el colchón era muy cómodo; Luis abrió un cajón de una de las cómodas y me enseñó unas esposas forradas de felpudo que me dijo eran sus favoritas “Son tan cómodas como el colchón!” Las dejo por la cama y se sentó y comenzó a besar otra vez a su esposo. Yo también me senté en el otro costado de la cama y no perdía detalle mientras iba dando sorbos a mi copa que casi estaba vacía. Enrique me miraba de reojo, Luis me daba la espalda y pude ver que su mirada cada vez estaba más cargada de deseo, al igual que la mía, pero la timidez era mayor que el deseo y no me animaba acercarme a ellos pese a que la distancia que separaba a los tres en la cama era muy corta. “Se te ve muy cortado Daniel” dijo Enrique y Luis saco un pañuelo del mismo cajón donde anteriormente estaban las esposas que debían estar en algún punto de la cama. “Si te apetece te vamos a proponer un juego” asentí y me vendo los ojos con el pañuelo “si te sientes incomodo, di alto y los dos paramos”
Vale.
Estaba sentado de rodillas en la cama y Luis se puso detrás mio para ajustarme la venda, lo ultimo que vi fue a Enrique apurar su copa de vino. Luis comenzó a masajearme los hombros bajando las manos por la espalda, se acercó a mi pasando sus manos por mi pecho suavemente. Enrique se puso delante y me comenzó acariciar los muslos, tenía las piernas juntas pero debería apreciar como se inflaba mi paquete. Me beso tenuemente en los labios y se acercó más, entre los dos me aprisionaron y se besaban entre ellos, me besaban a mi. La lengua de Enrique entró en mi boca y nos morreamos largo y tendido mientras Luis besaba mi nuca y acariciaba mi barriga. Cogió la camiseta por el extremo inferior y la retiro, Enrique reanudó sus morreos con mayor intensidad y lo recibí abrazándole del cuello y poniéndome algo más alzado para poder besarlo mejor, Luis aprovecho para tocarme el culo al dejarlo al descubierto; para poder tener mayor estabilidad separe algo las piernas y Enrique fue con su mano directamente a mi paquete y después de sopesarlo sin dejar de besarme me susurró “No te imaginas las ganas que tenía de ti” “Desde que te mudaste, no deja de hablar de ti, casi me pondría celoso sino te compartiéramos” me susurró Luis en el otro oido y se movió a mi lado mientras con la mano que no tocaba mi culo busco otra cosa en la cama; las esposas pensé. Enrique estaba jugando con mis pezones y por la comisura de mis labios caía un hilo de saliva que Luis recorrió con su lengua, gire mi cabeza y nos morreamos. Note como en una muñeca cerraba una manilla de las esposas y me recordó que si me sentía incomodo dijera alto y pararían. Me mordí el labio y puse la otra mano por detrás de mi espalda para que pudiera ponerme pa otra. Cambie la forma de sentarme con ayuda de los dos y ellos también se movieron, Enrique detrás mío no paro de susurrarme guarradas al oido mientras me metía mano y besaba el oido. Luis me quito el tejano con dificultad “Qué cabrón, mira Quique tenía razón, lleva los slips que nos gusta!!” “Estaba claro que ibas a ser nuestro” dijo Enrique mientras jugaba con la goma trasera de mi slip, me ayudo a recostarme en la cama pero al tener las manos esposadas detrás no era muy cómodo; se lo dije y me abrieron una muñeca y me hicieron estirar los brazos atándome al cabezal “¿Estás cómodo así?” me preguntó Enrique, ante mi respuesta afirmativa me volvió a susurrar “ojalá no digas que paremos, y disfrutes como lo vamos hacer nosotros” y me beso húmedamente. Mientras tanto Luis iba besando mi paquete sin retirarme el slip, mientras su esposo me hablaba al oido y besaba, separo mis piernas besándome y mordisqueando”Esto esta apunto de explotar” Enrique acarició la cara interna de mi muslo y llego a mi paquete que debía estar superhumedo de la saliva de su esposo y todo el líquido preseminal que estaba sacando. Suspiro y se besaron, se levantaron para quitarse la ropa y volvieron a mi lado. Aquí podía sospechar quien era cada uno, pero esta primera vez no lo supe a ciencia cierta, así que a partir de aquí obviare los nombres. Era yo esposado a una cama con un principio de erección que no podía contener la única ropa interior que llevaba y dos tíos de casi 60 años tan cachondos y más viciosos que yo.
Uno se quedo besando mis axilas y pezones mientras que el otro por fin me retiro el slip, dejando al aire mi erección. Asió firmemente mi polla y retirando mi prepucio el cual se metió en la boca y comenzó a chupar vigorosamente. Estaba tan cachondo por los dos frentes que tenía abiertos que me sentía desbordado. Los dos empezaron a chuparme la polla, besarme toda la entrepierna. Uno comenzó a separar mis nalgas lo justo para que su dedo pudiera acariciar mi ojete, el otro paso sus dedos por mi boca y introdujo uno dentro de mi boca y al sacarlo recorrió la saliva que tenía en los labios y se turnó con el otro que estaba acariciando mi ano. Pese a que debería haber esperado, me cogió de improviso que introdujera el dedo en mi ano, haciendo que se me escapara un gemido de placer bastante sonoro; a este paso me iba a oír mi compañero de piso, menos mal que estaba sordo.
Mientras uno exploraba mi ano con el dedo que había salivado el otro procedió a tragarse toda mi polla en plan garganta profunda. Los sentidos los tenía abrumados ante el placer que está experimentando, nunca pensé que dos viejos me iban hacer gozar de esta manera. Continuaron besándome, chupándome la polla, jugando con mi ano, pezones y vuelta a empezar.
Hasta que ya no podía aguantar más, creo que lo exprese entre gemidos y fueron sus bocas a mi polla, ante tal intensidad no pude hacer otra cosa que soltar todo el deseo que tenía contenido. El primer chorro salió al espacio manchando mi pecho, me llego hasta la cara, el resto se lo trago uno de ellos y cuando acabe me beso intensamente, devolviendo todo el semen que saqué. Después de besarme, con mis labios llenos de mi semen y saliva, Enrique me dijo “Espera que me folle a mi esposo y te desatamos”, quede tendido en la cama exhausto y con las manosatadas al cabezal de la cama mientras chorreaba semen de mi boca, tembloroso ante las oleadas de placer que experimenté y escuchando los gemidos de Luis; al poco rato pararon y note como Enrique se corria en mi cara, la lefa estaba calentita. Comenzó a masturbar a Luis y al poco note su corrida en el pecho, debio salpicar toda la cama. Me desataron y estuvimos estirados los tres abrazados en la cama, sudorosos y yo rebozado en su semen. Echamos un cigarro mientras comentamos la jugada, me acompañaron a la ducha y como era pequeña y no entrábamos los tres, Enrique entro conmigo y me ayudo a limpiarme bien, nos besábamos y después de frotarme la espalda, hizo que chupara dos de sus dedos y los introdujo otra vez en mi ano y los reconocí, me tenía contra la pared del baño jugando con mi próstata, lo que hizo que volviera a tener otra erección “¿Sabes que tu culo va a ser mio, verdad?” Me susurró “Pero otro día, hoy no estamos solos” Luis abrió la ducha con una toalla pero viendo el panorama, la dejo y se puso de rodillas comenzando a chuparme mientras los dedos de Enrique no salían de mi y me besaba. Esta vez me corrí en la boca de Luis. Fumamos un último cigarrillo y me fui a casa. Al llegar cogí el slip que había llevado durante la sesión, mojado de saliva y semen y lo tendí. Ellos estaban en el balcón mirando sonrientes como lo tendía, les sonreí y entre.
Ya sabía a quien picar si alguna vez necesitaba leche entera, nada de bebidas de soja.
Mis vecinos son la leche.
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