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El Padre, el Hijo y Rolando IV

Escrito por: CUBASTURIAS

- Carmelo: “Una cosa Rolando, quiero decirte algo en serio”

- Rolando: “Dime”

- Carmelo: “Ayer cuando te fuiste, como puedes imaginar, nos quedamos conversando sobre ti, Alex y yo, me contó que estabas alquilado y más detalles de dónde y cómo vives”

- Rolando: “¿Y…?”

- Carmelo: “Bueno, que pensamos que nos gustaría… que sería muy bueno para ti que…”

- Rolando: “¿Qué?”

- Carmelo: “Que podrías considerar venirte a vivir con nosotros”

- Rolando: “¡Cojones, eso sí que no me lo esperaba”

- Carmelo: “Mira, aquí hay tres habitaciones. Una grande que es la mía y otras dos más pequeñas. Es cierto que una de esas dos la tenemos como un despacho, con una mesa con un ordenador que la usa Alex para estudiar, pero él dice que la mesa está ya para cambiarla, que podríamos comprar una más pequeña y pasar esa zona de estudios para su habitación”

- Rolando: “No querría que el muchacho estuviera apretado y mucho menos para sus estudios”

- Carmelo: “A ver Rolando, ya yo hice mediciones y cabe todo perfectamente y sobra espacio y en lo que sería tu habitación sólo habría que comprar una cama de 90 cm”

- Rolando: “Así y todo no me convences… tendría que verlo”

- Carmelo: “Pues hacemos los cambios y lo ves… en el peor de los casos se devuelve la cama y quedamos igual”

Llega Alex en pelotas, terminando de secarse la cabeza con una toalla.

- Rolando: “¿Has oído lo que me estaba diciendo tu padre?”

- Alex: “Sí, pero no tenía que enterarme de nada, está hablado y fue idea mía… por supuesto yo no decido, quien decide en esta casa es mi padre… por eso se lo dije y después de hacer sus mediciones y pensárselo estuvo de acuerdo”

- Rolando: “No me dejáis de asombrar”

- Alex: “Bueno, ¿qué dices? no, no, mejor piénsatelo… lo que sí no creo que tengas que pensar mucho es en quedarte hoy a comer con nosotros”

- Carmelo: “Alex es quien va a cocinar y cocina muy bien”

- Rolando (sonriendo): “Si sabe cocinar tan bien como me saca la leche, la comida será deliciosa”

- Carmelo (sonriendo): “Bueno habiendo visto lo de hoy no te aseguro tanto, tanto… bueno macho vete a duchar, luego iré yo, ven conmigo que te paso una toalla”

Van juntos, Carmelo saca una toalla de un armario y entra con él en el baño. Rolando se mete en la ducha pero antes de que haya abierto la llave Carmelo extiende la mano y te acaricia la polla.

- Carmelo: “Préstale especial atención a esta, lávatela bien y cuídala, que estoy seguro que no sabes lo que tienes”

- Rolando: “Me cuesta entender como aquel chico a quien le hice lo que le hice con esta tranca con aquella edad ahora me la elogie y me la acaricie”

- Carmelo: “Ya te he dicho varias veces que lo que me hiciste fue un favor, que soy yo quien te tengo que estar agradecido y lo que lamento es que no me hayas estado dando con esta polla todos esos años en que estaba casado”

Esa misma tarde se fueron en el coche de Carmelo a comprar la mesa, llegaron y la colocaron en la habitación de Alex, luego subieron al trastero y bajaron un somier con sus cuatro patas que tenían guardado, que había sido la cama de Alex y que fue sustituido por un canapé. Volvieron a salir, esta vez a una tienda muy cercana, a unos escasos 100 metros y compraron un colchón. Carmelo le dio 20 euros al chico para que se lo llevara de inmediato, como era tan cerca el chico no puso reparos. Ya en casa, Alex inmediatamente vistió la cama, le puso una de las almohadas extra que tenían.

- Alex: “Macho, acuéstate un momento, dime como te sientes y si te gusta esta almohada, hay otras en el armario, más duras o más blandas, no sé cual prefieres”

- Rolando (sonriendo): “Seguro que tú las prefieres bien duras”

- Alex (sonriendo también): “Sí pero no precisamente las almohadas… a las almohadas lo que me gusta es morderlas a veces”

- Rolando: “Bueno tendré que irme a casa por lo menos a buscar lo esencial”

- Alex: “No machote, que ya hemos salido y vuelto a salir varias veces, aquí tenemos de todo… mira te voy a dar un cepillo de dientes nuevo… ya mañana que es domingo vamos los tres en el coche de papá y te ayudamos a traer lo que más te interese, incluso es muy cerca, podríamos hacer varios viajes”

- Rolando: “Vale pero si me levanto palote, antes me tenéis que sacar la leche, que ya siento que me estoy enviciando de ese par de culos”

- Alex: “Macho, tú eso ni lo tienes que preguntar, tanto mi padre como yo estamos a tu disposición y mi culo lo puedes usar cuando y como quieras, como si te levantas mañana y me lo quieres follar a palo seco sin ni siquiera ensalivármelo pues nada lo haces y tendré que joderme”

Pasaron los días, las semanas y los meses y los tres estaban encantados de vivir juntos. Carmelo y Alex prácticamente no dejaban que Rolando hiciera nada en casa, le decían que habiendo dos hembras en la casa un macho no tenía que ocuparse de esas cosas. Con mucha insistencia Rolando logró que le dejaran poner los platos en el lavavajillas y tirar la basura. No hubo reglas de fidelidad pero Rolando dejó de buscar nada fuera, le bastaba con ese par de culazos que tenía en casa. Carmelo tampoco necesitó más, sentía que Rolando era su hombre. Alex fue el único que de vez en cuando estaba con algunos, pero ahora se cuidaba mucho de con ellos usar siempre condón. No podía con la idea de pasarle algo a Rolando y que éste se la pasara a su padre. Al final él también prefirió no estar con nadie distinto a él, porque nadie le follaba mejor que él. A pesar de toda esa desinhibición Alex y Carmelo ni se besaban durante el sexo. Su amor era absolutamente paterno-filial nada más.

Un día a Carmelo le detectaron una imagen de masa con alguna posibilidad de ser tumoral en el vértice del pulmón derecho en un Rx de torax. Se lo dijo a Rolando y también que tendría que ingresar para que se lo quitaran. Determinaron no decirle nada a Alex hasta el momento en que tuviera que ingresar. No tardaron en darle fecha de hospitalización, tenía que ingresar un domingo y la intervención se la harían el lunes. Ese domingo se lo dijeron a Alex, éste se puso blanco, sus manos se helaron y sus ojos se les llenaron de lágrimas.

- Rolando: “¿Qué te pasa nene? a tu padre no le ha pasado nada, es sólo una prueba, de momento no hay nada”

- Carmelo: “Si Alex no te preocupes, mira si quieres Rolando me lleva al hospital y tú te quedas tranquilo aquí”

- Rolando: “No Carmelo, así como está yo no lo voy a dejar solo, va con nosotros y ahora mismo voy a llamar a mi jefe para decirle que mañana me tomo el día, no para estar en el hospital sino para estar con Alex”

Y así lo hicieron. El mismo día de la intervención les dijeron que el aspecto era de un ganglio calcificado, que aunque algún seguimiento debería hacerse, no tendría consecuencias. A Alex le cambió el rostro, tanto que el médico se dio cuenta, le puso la mano en el hombro y le dijo que se notaba que quería mucho a su padre, pero que no se preocupara que todo estaba bien.

Una semana después en ausencia de Alex que aún no había regresado de la Universidad, surge una conversación entre Rolando y Carmelo sobre lo que había pasado.

- Rolando: “Carmelo, no te imaginas lo mal que la pasó tu hijo”

- Carmelo: “Bueno, yo lo vi cuando me llevaste a ingresar”

- Rolando: “No, tú no sabes nada, al regresar temblaba, las manos le sudaban, no hablaba, no quería comer nada, le tuve que obligar a tomar helado y no se lo tomó todo… hasta pensé que tendría que llevarlo a urgencias… sólo se tranquilizaba algo cuando le abrazaba… ese día no lo dejé dormir en su habitación, me lo llevé a la tuya y allí dormimos los dos, bueno yo casi no dormí… a él le di un diazepam, de los que a veces tomo para dormir y así durmió unas horas… durante ese tiempo, desde que te dejamos en al hospital hasta que nos hablaron después de la prueba me pareció que era otro Alex, que era un niño… como si tuviera digamos unos trece años… me miraba con cara como de súplica, como implorando, incluso yo diría que necesitando de mí”

- Carmelo: “Creo que volvió a revivir la enfermedad de su madre… estaría aterrado con la posibilidad de que se repitiera lo mismo, de que a su padre le pasara lo mismo que a su madre… aunque se comporta estupendamente, sabes que saca excelentes notas en la universidad, creo que eso nunca lo superó totalmente… seguro que se sentía incapaz de volver a pasar por lo mismo… además te he contado que cuando aquello se aferró mucho a mí, nos hicimos uno sólo, quizás no debí dejarlo llegar a tanto… y sobre la edad que te pareció, es exactamente la edad que tenía cuando la enfermedad de su madre… en fin, por suerte todo estuvo bien, vamos a olvidarnos… y a retomar nuestras vidas como antes”

- Rolando (sonriendo): “A propósito de eso, te imaginarás que tengo los cojones a tope, más de una semana sin ni siquiera pajearme”

- Carmelo: “Pues ahora mismo me encargo de eso, no puedo dejar que mi hombre esté así… además yo también tengo muchas ganas acumuladas”

- Rolando: “¿Te sientes bien como para eso?”

- Carmelo: “Totalmente… además sabes que me dieron el alta y me dijeron de llevar vida normal, sin restricciones”

- Rolando: “Pues manos a la obra… me apetece que busques la tanga que te traje aquella vez, te desnudes por completo y te la pongas… yo te espero aquí con mi polla lista para que pongas a mamármela, luego vamos para tu habitación, pero quiero empezar aquí como aquel primer día que nos reencontramos”

Carmelo se fue a su habitación, pero se le ocurrió algo que sabía que le iba a gustar a Rolando, más cuando le estaba pidiendo ponerse una tanga. Buscó en uno de los cajones y sacó un par de zapatos de tacón que habían pertenecido a su mujer y que nunca se deshizo de ellos. Eran rojos y de mucho tacón, pero de un número menor que el de él. Se sentó en el borde de la cama y se los calzó, sintió que le apretaban, luego se puso de pie y se dio cuenta de que aunque le apretaban podía caminar con ellos. Dio unos pasos frente al espejo y se dijo a sí mismo “¡cómo voy a poner a mi macho cuando me vea!”. Al salir de su habitación, se detuvo y se dio la vuelta apoyándose en el marco de la puerta.

- Carmelo: “Mira mi macho cómo está tu puta, ¿ves como muevo las nalgas? es que estoy loca por volver a sentir esa maravilla que tienes dentro, llenándome el culo”

- Rolando: “¡Cojones Carmela!, ¿y esos tacones?”

- Carmelo: “¿Te gustan mi macho?”

- Rolando: “Mucho, muchísimo… y además que me encanta verte en tacones ¿te das cuenta como te ponen el culo? tienes tremendo culazo, no me canso de decírtelo… pero con tacones ya ni te digo, mejoran el culo y las piernas”

- Carmelo: “Sí, me miré al espejo antes de salir… y me di cuenta que conociéndote te iba a dejar con la boca hecha agua”

- Rolando: “Y tenías toda la razón, mira como la tengo de dura, me estás calentando demasiado, ven,”

- Carmelo: “Sí mi macho, tendré que atenderla”

- Rolando (empujándole hacía si): “Así muy bien, trágatela toda, hazle hueco en tu garganta puta”

- Carmelo (al rato, sacándose la polla de la boca y salivando a mares): “Creo que lo que más me gusta de ti es lo macho que eres, como sabes usar a las que hemos nacido para complacer”

- Rolando: “Vamos para tu habitación… pero antes date un paseíto por el salón, camina como hacen las putas, moviendo mucho el culo, las caderas, no te cortes”

- Carmelo (caminado como una zorra): “¡Cómo me voy a cortar! imposible si te estoy viendo mirándome con esa cara, con esas ganas, al revés, mira como me muevo ¿te gusta?”

- Rolando: “Me encanta, lo haces mejor de lo que pensaba, está claro que cada día eres más y más zorra… pero vamos ya para tu cama, que hoy es imposible que la sesión sea larga, tengo la leche que se me va a salir por las orejas, estoy loco por sentirla dentro de ese culazo que tienes cojones, un culazo que además se lo has entregado en herencia a la también puta de tu hija”

- Carmelo: “Sí mi macho, ya sabes que yo reconozco el derecho que tienes de también follarte a mi hijo… todo lo mío es tuyo… incluyendo a Alex….¿o prefieres que le llame Alexa?… además prefiero que te lo folles tú que cuando se ponía por ahí a buscar a quien sabe”

- Rolando: “Creo que eso ya no ocurre”

- Carmelo: “Sí y ojalá que siempre sea sólo tuya como lo soy yo”

- Rolando: “¿Oye esos tacones le servirán también a ella?”

- Carmelo: “De hecho le quedarán mejor, calza un número menos que yo”

- Rolando: “¿Sólo tienes ese par?"

- Carmelo: “Sí, del resto me deshice… pero macho si lo que quieres es vernos a las dos en tacones mañana mismo salgo y compro otro par, o incluso más para tener varios colores, negros, rojos, dorados”

Llegan a la habitación.

- Rolando: “Acuéstate con los tacones puestos, no te los quites y levanta las piernas, póntelas sobre tus hombros que hoy que te la voy a clavar de frente, quiero verle todo el tiempo la cara a la puta”

- Carmelo (ya recibiendo polla): “Ay macho qué rico como la voy sintiendo entrar… macho en mi vida ninguna otra polla me ha llenado tanto el culo… es que la tienes enorme”

- Rolando: “Eres una hembra, está claro que eres Carmela, nada de Carmelo, eres Carmela la puta”

- Carmelo: “Tu puta macho, tu puta… pero dame, dame duro, reviéntame si quieres… si es que desde niña me encantó que me rompieras”

- Rolando: “Toma puta, toma… que me corro, me corro…”

- Carmelo: “Dámela, dámela toda… ¡mmm qué gusto!”

Y Carmelo se corrió sin tocarse, se mantuvo con las dos manos sosteniendo sus piernas cuando se dio cuenta que él también se corría, que la salía la leche en trallazos incontrolables, más espaciados que cuando se pajeaba.

El Padre, el Hijo y Rolando IV

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