Mi primera vez "secuestrado"

(Todas las situaciones descritas en el relato sucedieron realmente, siendo previamente consensuadas y todos los comportamientos descritos, fingidos)

Yo estaba muy, muy nervioso. Habíamos hablado mucho por internet, charlado un par de veces por videollamada, pero no nos conocíamos en persona.

El tenía una pequeña clínica veterinaria, y por circunstancias, quedamos allí. Tomamos un café rápido para romper el hielo. Cuando lo terminamos, me enseño un cuarto trasero con una silla y una camilla.

Me dejó pasar a mi primero, y según entré, sentí como con una mano me tapaba muy fuerte la boca, y con otra me agarraba la entrepierna, mientras me decía "ssshh...lo vamos a pasar muy bien". Con una mezcla de sorpresa, y un poco de miedo real ante mi primera vez, yo intentaba quejarme, pedir auxílio "mmmppphhh!! mmmfff!!" mientras intentaba sacar su mano de mi boca.

Me gritó que me callara y me sentó bruscamente en la silla a la que me esposó con unos grilletes de cuero. Acto seguido sacó un gran rollo de cinta americana gris, me tapo la boca, y le dió varias vueltas, dejándome incapaz de gritar, solo gemía y suplicaba.

Indefenso, atado y amordazado en la silla, empezó a meterme mano mientras me miraba lascivamente, y cuando más pedía socorro yo, más se excitaba el. Me bajó los pantalones y empezó a masturbarme, pero enseguida paró. Me dijo: "Házmelo tu", quitó los grilletes de la silla y me esposó con las manos hacía delante, se sentó, y conmigo arrodillado me obligó a masturbarlo, mientras yo suplicaba que no. Se corrió.

Acto seguido, me cogió como al hombro mientras yo intentaba patalear y revolverme, y me inclinó sobre la camilla. No me acostó, apoyé mis codos en ella, aún esposado, dejando el culo hacía fuera. El llegó por detrás, y mientras con una mano me acariciaba y me pellizcaba los pezones, con la otra me masturbaba fuertemente, mientras yo lloraba e intentaba suplicar, amordazado, que parase. No lo hizo hasta que yo también me corrí, y cuando lo hice, se vistió, se marchó y me dejó allí un buen rato, atado y amordazado como su rehén.