El mulato (final)

Hacía días que no salía y me dije que me merecía un premio, un poco de diversión. Me acordé del mulato y fui al bar donde lo conocí. No lo encontré. Me tomé una copa y mientras estaba esperando se me acercó un tipo que intentó ligar conmigo. No era mi tipo. Parece que se dio cuenta, puesto que se fue enseguida. Pedí una segunda copa para hacer tiempo que el mulato viniera al bar. Pedí una tercera copa. Harto de tomar copas en plan solitario salí del bar y me acerqué a otro bar cercano. Era una zona de bares gay y podría ser que estuviera en cualquiera de ellos. Iba a entrar en otro bar cuando me acordé que el mulato me había dado un papel con su número de teléfono. Rechacé entrar en el bar y llamé al mulato. Estuvo sonando un buen rato y ya estaba a punto de cortar cuando oí que descolgaban al otro lado. ¿Quién eres? Soy el chico moreno que querías follarte el otro día, le dije. Sí, ya me acuerdo. Y hoy qué ¿te vas a dejar follar? Por eso te llamo, por si quieres que nos veamos. De acuerdo, vente. Me dio la dirección y acudí. No estaba lejos, pero tardé como media hora en llegar. Cuando llegué llamé al interfono y al poco rato me abrió la puerta. Abrí y subí al piso que me había indicado. La perta del piso estaba semi abierta. Entré y cerré la puerta tras de mí. Enfrente me encontré un salón grande con varios cojines de todas las medidas tendidos por el suelo. En uno de ellos localicé al mulato estirado y desnudo con todo su esplendor. Tenía su mirada clavada en mí. Me di cuenta que no estábamos solos. En otros cojines había al menos cinco otros machos desnudos y en plan relajados escuchando música. Había un par que estaban follando. Ven aquí a mi lado, me dijo el mulato. Pensaba que estarías solo, le dije sin moverme del sitio junto a la puerta de entrada. ¿Tú qué crees, que te estaría esperando? Si lo deseas tendrás macho que te quiera follar, pero si te sientes incómodo abre la perta, date media vuelta y vete. Yo venía para estar contigo, le dije. ¿No te gusta la variedad? Aquí puedes tener todo tipo de razas y tamaños. Puedes escoger, me dijo soltando una carcajada. Ven, acércate y hazme los trabajos que me hiciste el otro día. Compórtate como la puta que eres y entrégate a tu mulato. Luego ya podrás catar otras variedades, me dijo golpeando el cojín que tenía a su lado con golpes secos indicándome dónde me tenía que sentar. Desnúdate, aquí estás entre amigos. Así lo hice. Me fui desnudando mientras contemplaba el ambiente de la habitación. El mulato estaba charlando con otro de los asistentes, que rápidamente al ver que el mulato se decantaba por mí, se levantó y se fue a charlar con el otro grupo. Me tendí al lado del mulato cuando ya estaba completamente desnudo. Acerqué mi boca a su pollón, pero me detuvo reteniendo mi cara. Tranquilo, que este será tu postre, tu plato final. Como el otro día no quisiste que te follara, hoy voy a darte premio doble. Antes tendrás que catar mis compañeros y ellos decidirán si mereces comerte mi polla. Con una seña le indicó a un chico negro que se acercara. Calzaba una buena polla, incluso casi mayor que la del mulato, pero yo ya me había fijado en mi mulato. Me volteó quedando con el culo al aire y dispuesto hacia donde tenía la polla a punto. Sin darme opción a prepararme me la clavó a fondo. Solté un grito que provocó la risa de todos los tíos presentes, incluso la pareja que estaba follando se detuvo y quedaron mirándome. Ya sabía que no estabas preparado, me dijo el mulato. Deja que te bombee la polla en tu culo y te vas a dilatar sin darte cuenta. Tu culo será un túnel para nuestros camiones, jajaja. Termina tu trabajo y deja paso al siguiente, le dijo al negro que me estaba follando. No tardé nada en notar que estaba sacando leche en mi culo. Se dejó caer encima de mí con todo su peso mientras arremetía la última embestida. El siguiente ya se acercaba con lanza en ristre. No era tan grande, pero estaba muy encorvada. La encaró en mi ojete y sin pausa la clavó a fondo. Vaya coño te has agenciado, macho, dijo dirigiéndose al mulato. Esta hembra tomará tu trabuco y te hará gozar, dijo al mulato. Luego quiero repetir, le dijo al mulato sin dejar de mover el culo y su polla dentro de mí. Finalmente se corrió dejando su rastro en mis entrañas. El tercero ni se movió de donde estaba con sus compañeros. Lo observé y me pareció que tenía unas formas muy femeninas. Era el único que llevaba puesto una tanguita diminuta que le cubría escasamente sus partes íntimas. ¿Ahora sí quieres que te follemos los tres? ¿Quieres que te destrocemos ese pedazo de culo que tienes, putita? Soltó una carcajada y mirando al mulato dijo tranquilo, te dejamos que le destroces el coño. La culpa es tuya por dejarla escapar el otro día. El mulato me cogió por las caderas y me sentó en su vientre. Cabalga, me dijo, cabalga duro, quiero que me saques toda mi leche. Apretó el ritmo y mi culo notaba su polla entrando y saliendo. No tardó mucho en apretarme contra su vientre mientras lanzaba un grito de placer. Ahora sí que eres mía, nena, me dijo. Yo caí rendido en su pecho intentando evitar que su polla saliera de mi culo. Quería mantenerlo atrapado para siempre. Era mi Macho. Me arrepentí no haberle permitido follarme la primera vez que me lo pidió. De todas formas, ahora sí que lo tenía atrapado en mi culo y no lo dejaría escapar.

Dedicado a "Tu Amo de Donosti", él sabe a quién me refiero