Me llamó mi amo

Me llamó mi amo. Eran las dos de la mañana. Yo estaba durmiendo. Llevaba el aparato de castidad puesto desde hacía cinco días por orden suya, y lo cierto es que en ese período me estaba molestando un poco. Tenía los huevos rojos de las rozaduras, y sentía el capullo irritado y que me escocía. Lo estaba pasando mal, pero a la vez me sentía caliente como una perra puesto que no me corría desde hacía por lo menos dos semanas, también por orden de mi amo. Y es que antes de ponerme la castidad, me prohibió correrme y tocarme y eso que se la tuve que chupar prácticamente cada día hasta que él sí que se corrió donde le apeteció de mi cuerpo: boca, culo, barriga, cara, orejas (le encantaba llenarme los agujeros de las orejas con su leche)… O me follaba el culo a la más mínima y en cualquier momento, a su antojo. Me decía: deja de hacer la comida y ven al sofá, ponte a cuatro patas que estoy caliente y te voy a follar. Y yo lo hacía encantado, claro. Casi siempre me folla a cuatro patas, es su postura favorita. Pero suerte que a veces vienen otros tios y me follan de otra manera, como ellos quieren. El lunes, por ejemplo, mi amo me dijo que el Luis estaba caliente y que teníamos que ir a su casa a follar un rato. Resultó que el Luis estaba con otro tio, un tal Eduardo, y entre los dos me follaron por todos lados y en todas las posturas, hasta que se cansaron y se corrieron. Mi amo ese día ya me había follado y se limitó a contemplar y charlar, y ordenar posturas.

Y luego cualquiera intenta dormir, caliente como estoy, más caliente que una perra en celo. Por eso me puso el sistema de castidad, porqué le dije que me pasaba las noches empalmado y caliente después de tantos orgasmos anales y que no respondía de mi si un día me despertaba masturbándome sin darme cuenta.

Así que hoy me ha llamado a las dos de la mañana para que le pusiera la cam y comprobar que todavía llevaba el sistema de castidad, que no había roto el candado con algunas tenazas o algo. Y se lo he enseñado y cuando lo ha visto, se ha quedado tranquilo y me ha dicho que un día de estos lo sacamos y me podré correr. Ya tengo ganas. Esto huele que apesta. Y la polla y los huevos me escuecen.