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Cumpleaños de mi perro (Primera parte: Bienvenida)

Escrito por: PolvoronespACT

Me llamo Paco y desde tiempo atrás me encanta tener perros sumisos a los que usar por cam. Mayores, más jóvenes, parejas.... lo importante es que sean sumisos cerdakos y que les guste disfrutar a las órdenes de un amo. Uno de los secretos que hace que mis perros se pongan cachondos al verme conectado es que realmente con cada uno de ellos adapto las sesiones a sus gustos, ya que a mí lo que me gusta es ver cómo disfrutan y tenerles al límite, haciéndoles ser cada sesión un poco más cerdos.

Entre mi grupo de perros, como siempre, hay algunos que son mis preferidos y en este grupo de relatos os voy a contar cómo rompí la barrera de 'sólo online' para darle una fiesta de 40 años a uno de mis perros favoritos como realmente merecía.

Mi relación con este perro, al cual llamaré Mi perro durante toda la serie, se extendía dos o tres años y con él, al principio fueron sesiones más trabajadas, con arneses, dildos, incluso alguna vez involucrando a su pareja de aquel momento. Con el tiempo, cuando coincidíamos, las sesiones se convirtieron en charlas cerdas, donde le explicaba que hacía yo, y él me contaba sus experiencias y sus deseos. Me encantaba hacer que se corriese explicándole que le haría o enviándole videos cerdos. Mi perro tenía 30 y largos años, con un cuerpo totalmente rasurado y con líneas marcadas de trabajar bien en los gimnasios. Durante el día era un ejecutivo corporativo, pero por la noche se volvía una buena perra en celo, dispuesta a todo para satisfacer a sus amos.

Como os he dicho, había tenido muchas conversaciones y compartido muchas experiencias en las que se corría solo diciendo como se la había mamado a viejos o como había compartido a varios machos con travestis para ver quien era más puta, o su gran fantasía de ser la perra de amos con micropenes.

Un día le planteé si quería que le organizara una buena despedida de sus 30 con una buena orgía que cumpliese sus diferentes fantasías. El tío me dijo que le encantaría, pero que no sabía cómo lo haría. Yo le comenté que le organizaría un fin de semana temático y solo necesitaba saber cuánta pasta estaba dispuesto a gastarse para alquilar un sitio, comprar material, comida y bebida... y me dijo que le propusiera y que conociéndome sabía que usaría el dinero de forma sensata.

Tenía 3 meses por delante y cada vez que me ponía a pensar en lo que haría, acababa haciéndome unas pajas terribles. Pero el tiempo apremiaba, así que empecé a ingeniar esas fantasías y lo más importante, visitar saunas y locales de ambiente de diferente tipo para encontrar a los invitados perfectos para ese fin de semana de ensueño, además de invitar a la mayoría de mis perros que vivían en la capital. Lo primero que cerré y mi perro estuvo dispuesto a pagar fue un chalet cerca de la sierra, aislado de centros urbanos u otros chalets y con todo lo que necesitaba para el plan que estaba ingeniando. 2.000€ pagó por la casa. Una casa grande, con piscina, amplio jardín y barra para hacer fiestas, sauna con yacusi, campo deportes, 12 habitaciones y varios espacios comunes como terrazas, comedores, dos cocinas o un sótano que convertiría en un lugar de Sado que aterraría a mi perro. Lo alquilé de jueves a lunes, a finales de junio. Como trabajo como productor audiovisual tenía experiencia en gestionar eventos y además tenía bastantes sitios en los que recoger material para utilizar en el attrezzo necesario para lo que estaba ideando.

La semana antes del evento hable con él un par de veces y me dijo que no se podía concentrar y que tenía que ir al baño a pajearse durante las horas de trabajo. Le dije que se pusiera un cepo y no se tocase la polla hasta el viernes. Durante esa semana le explique que le había preparado un gimcana sexual en el que le iría marcando retos durante el fin de semana. El gimcana seria de jueves por la tarde a sábado por la noche cuando haríamos su fiesta con música y bebida con orgia incluida, para esta fiesta podía invitar a quien quisiese, y le dije que yo incluso había puesto un anuncio en una página sado para invitar a la fiesta a amos y sumisos y por ahora unos 30 habían confirmado. La muy perra se corrió cuando le conté el plan, ya que le había dado permiso para quitarse el cepo conmigo.

El jueves llegó a las 17h como le había pedido, al llegar pudo ver que había ya unos cuantos coches aparcados fuera de la casa, pero no vio a nadie. Le expliqué que a los invitados los iría conociendo a medida que pasase las pruebas y que aquellos que conocía en las pruebas, podían llegar a ayudarle si se atascaba en algún reto o quería compartir placer con ellos. Con este objetivo le di unas cartas comodín de las que ya explicaré más adelante.

Mientras le contaba todo esto, se escuchaban gemidos y golpes de estar follando en la habitación del lado. Le expliqué que estaban preparando la primera prueba, y me lo llevé a la cocina para explicarle en qué consistía mientras tomábamos un café. Le expliqué que en la sala había 5 hombres esperándolo, y que uno se estaba follando otro, un perro cerdo como él. No quería que pensase que le había preparado un campo de nabos para servirse, sino que tendría otros perros haciéndole competencia. Sin duda esto le gustó por la sonrisa que dibujo en su cara. Se escucho un gemido final y pararon los golpes. Ya están listos, te voy a explicar en qué consiste tu primer reto y podrás ponerte el primer modelito que te he preparado.

En este primer reto de los diez que tenía por delante antes de celebrar su orgia de cumpleaños, tenía que adivinar quién se había follado al perro que encontraría desnudo. Los 4 candidatos estarían solo tapados con una toalla blanca pequeña, y para ganar tenía que ser capaz que con el empalme el que se había follado al otro hiciese caer su toalla y quedar desnudo, cuando esto pasase el perro follado confesaría que había sido él y se marcharían juntos. Al final de la prueba aquellos que mantuviesen la toalla puesta podrían follarse a Mi perro, si les caía antes que al follador oculto, quedaban eliminados. Lo que no sabía mi perro, es que había un poco de trampa, la primera experiencia que le había preparado quería que marcase el listón muy alto.

Pasaba poco de las 5 y media de la tarde cuando entró en la sala Mi Perro, vestido con una camiseta de tirantes negra de látex muy ajustada y un suspensorio a conjunto. Nada más entrar, se fijó en un mulato de unos 30 años, con un cuerpo bien definido, que había a 4 patas sobre una pequeña mesa, vestido como él y con el culo totalmente abierto y lleno de lefa. Sin duda ese era el autor de los gemidos y gritos ‘dame más fuerte’, ‘rómpeme’, ‘préñame cabrón’ que escuchaba desde la entrada, el perro giró la cabeza y le dedico una sonrisa mientras le guiñaba un ojo.

A su alrededor había 4 sementales desnudos solamente tapados con una toalla blanca ajustadísima y una etiqueta en el pecho con su nombre. El primero, y él que destacaba a primera visa era Fernando, un tío muy cachas y alto, con unos 190cm, parecía un toro de lo fuerte y mazado que estaba. Era moreno y estaba totalmente rasurado en cuerpo y rostro, con tatuajes en brazos y pecho. En su musculoso torso destacaban piercings en ambos pezones con un aro pequeño y una bola en el centro. Los pezones eran largos, señal de estar muy trabajados. Sus brazos se veían grandes y fuertes, con los músculos muy marcados y en el cuello una cadena gruesa. Los mazados no eran su preferencia, pero al ver semental sólo deseó no tirarle la toalla para así recibir su follada como premio por pasar la prueba.

Al lado de Fernando estaba Ricardo, un macho con una mirada penetrante y muy viciosa con unos ojos oscuros y una cara de vicio que hizo que mi perro sacase las primeras gotas de precum solo de intercambiar la mirada. No hace falta decir que estaba totalmente empalmado incluso antes de entrar en la sala. Ricardo era un cuarentón bien conservado, castaño, con cuerpo bien trabajado, unas piernas potentes, un pecho peludo con pelos finos que dejaban ver sus músculos y unos pezones pequeños y oscuros, la línea de pelo fina que se extiende hasta el bajo vientre tapando sus abdominales. Debajo de la toalla se veían unas piernas fuertes y con muy poco pelo. Su cara se marcaba por rasgos duros, una barba de 4 días y labios finos y una nariz delgada, era tremendamente atractivo y pinta de un auténtico macho. Cuando respiraba se marcaban un buen set de 6 pax de abdominales debajo de la mata de fino pelo.

El siguiente era Miguel, el más joven de todos, fibrado bajito con pelo frondoso y un poco largo, con una barba poco cuidada y greñas que se le salen detras de la cabeza (parece argentino), poco pelo en un pectoral totalmente plano del que se marcan los abdominales finos debajo y unos pezones pequeños como botones. Llevaba un tatuaje en el cuello egipcio y aros en las dos orejas, que de daban un punto macarra. Sus labios eran muy carnosos, entre 25 y 30 años.

El último de los candidatos ataviados con la toalla era el más maduro, Carlos era moreno no muy alto y lucia una buena panza de oso. Tenía la cabeza rapada y una barba corta de la perilla totalmente blanca, pectoral ancho totalmente cubierto por pelo blanco y unos brazos fuertes, debería tener unos 50 años. Debajo de su pecho se marcaba una barriga ancha y dura, se notaba que era un oso trabajado, su mirada era tierna y viciosa al mismo tiempo y al cruzar la mirada le guiñó el ojo a mi perro.

El perro pensó que la mejor forma de estimular a sus potenciales amantes sería tener una actitud cerda, pero tenía que conseguir poner más cerdo al que acababa de correrse que al resto, por lo que decidió compartir en voz alta todos sus pensamientos, hablándole a él en primera persona. El muy cabrón sabía cómo jugar sus cartas.

‘Cuando me has mirado he sabido que ese semen era tuyo, espero, blanco y con buena consistencia, seguro que su sabor estará a la altura’, mi perro se acercó al chico que estaba a 4 patas y acariciándole suavemente con las dos manos sus nalgas, sacó la lengua y recogió el chorro más grande de todos que se encontraba en la parte baja de su espala justo encima del esfínter. ‘Mmmm’ dijo mientras mantenía la lefa en la boca. Dio la vuelta y levantando la cara del mulato con las manos le escupió la leche en su boca y empezó a comerle la boca donde ambos intentaban tragar la lefa que tenía el otro en la boca. Tras 2 minutos de comida de boca sonora y cerda, el perro follado le dijo, que el culo tenía más.

‘Perfecto’ mi perro dio la vuelta y abrió el culo del mulato y le dijo, ‘dame un poco de esa leche que guardas’ y el mulato empezó a empujar, mi perro con los dedos lo ayudo un poco hasta que salió un buen chorro de leche que mi perro cazó al aire. Según me contó después quería intentar adivinar quien era el amo de la lefa a través de su reacción al comerla, su hipótesis era que el que mas cerdo fuese compartiéndola podía ser el amo. ‘Toma tu lefa’ le dijo a Carlos, el más maduro, este se acercó a su boca y comió el chorro de leche que mi perro le ofrecía en su lengua tragándola directamente sin devolverla. Repitió la misma acción con mas lefa del culo del mulato con Miguel, el más joven, pero este no le hizo ascos y se comió la lefa dando un prolongado y cerdo morreo a mi perro, se notaba que le gustaba. Al acabar le tiro un buen lapo en la boca a mi perro, se notaba que estaba muy caliente. Los dos siguientes tanto Ricardo como Fernando tuvieron una acogida más cercana a la de Miguel, pero con menos entusiasmo. Los ánimos iban subiendo y en la sala olía bastante a lefa. Pero las toallas siguieron en su sitio.

Mi perro vio que el perro follado marcaba una buena erección dentro del suspensorio y dijo en voz alta para que los otros escuchasen bien. ‘Te lo has follado a placer, ¿te importa si recojo yo su leche?’. Nadie respondió. Mi perro le limpió el resto de leche del culo y le quitó el suspensorio. Lo cogió de la mano y le hizo bajar de la mesa y le pidió que se pusiese de pie frente al resto de machos. Mi perro se arrodillo ante él, abrió la boca y engulló el rabo moreno que estaba totalmente duro, mirando al cielo y con un buen chorro de precum que le llegaba a los huevos.

De la primera se lo metió hasta la garganta, por fin se estaba comiendo una polla, aunque fuese de otro perro y el fuese el dominante. Tenía muchas granas y con todo el rabo dentro, empezó a mover la cabeza como si estuviese pajeando al mulato con su garganta. El mulato empezó a gemir, sin duda eran suyos los gemidos que escuchaba desde la cocina, pero mi perro recordó que su objetivo no era el mulato por lo que se sacó su polla de la boca y se giró hacia los otros 4 machos. ‘Joder lo has dejado muy caliente al pobre, mira cómo está’ dijo mientras golpeaba duro el rabo del mulato contra su cara. Mi perro empezó a pajear fuerte al mulato mientras miraba a los otros machos. Miguel, el más joven, puso una cara muy dura, cerrando los dientes como queriendo esconder algo. ¿Sería él e intentaba no ponerse duro para no hacer caer la toalla? Mi perro fue directo a Miguel y cogiendo al mulato de la mano, se puso frente a Miguel y hizo que el mulato lo empalase detrás suyo. ‘Fóllame’ dijo. Miguel tensó su mirada y jadeó destensando, pero su toalla no se movió un pelo, pero mi perro de momento sintió como el mulato le metía toda la polla dentro y soltó un gemido fuerte que hizo que la toalla Ricardo cayese mostrando una polla gorda semi erecta de unos 20cm mientras decía ‘perro vámonos, yo me he comido mi leche de tu culo y ahora harás lo mismo con la tuya en mi culo’. El mulato se salió del culo de mi perro, y junto a Miguel abandonaron la sala. Mi perro estaba contento, el más macho del grupo no lo follaría, pero le quedaban otros 3 sementales para darle follarlo bien.

Su cara cambió por completo cuando Miguel, Fernando y Carlos dejaron caer sus toallas y mostraron sus penes pequeñísimos. Mi perro me miró y me dijo ‘que cabrón eres’ sonriendo. A lo que Carlos, el más maduro le dijo ‘Calla perra y ponte a cuatro patas sobre la mesa’. ‘Si amos’ respondió y mi perro, por su tono de voz supe que estaba al borde de correrse. Una vez sobre la mesa, el más maduro y el joven tomaron la rienda. Mientras Carlos comenzó a comerle el culo, Miguel le dio su polla que estaba llena de lefa para que se la limpiase. La cara durante la escena con el mulato era para disimular la corrida descubrió mi perro.

Aquella escena perdió un poco de interés para mí, así que salí a ver que rollo llevaban el mulato y Ricardo. Los encontré en la sala de entrada y es que por el sonido no fue difícil llega a ellos. El mulato estaba sentado en un sillón y Ricardo lo cabalgaba con locura. Yo llevaba un buen calentón con lo que me acerqué al mulato y le di mi polla. Cuando lo recluté en una sauna ya sabía la boca que tenía y las mamadas que hacían eran un auténtico placer. Él a los pocos minutos de estar mamándome aceleró la follada y llenó el culo de Ricardo de leche. Rápidamente el mulato se situó debajo del culo de Ricardo que descargó una buena lefada en la boca y cara del mulato. Ricardo seguía duro y yo estaba apunto de correrme y me emocioné pensando que podía follarme a tal semental que aun está bien abierto, pero el mulato nos pidió que lo follásemos juntos y nos corriésemos juntos dentro de su culo, sin duda aquello que hicimos en la sauna cuando les conocí le había gustado. Ricardo se sentó en el sillón para que el mulato se clavase su rabo y quedando boca arriba. Me acerqué a ellos y la metí junto a Ricardo y con un poco de dificultad. El culo del mulato estaba tremendo y la sensación de tener mi polla (19cm y gruesa) junto con el pollón de Ricardo (22cm) fue tremendamente placentera. Yo era el que mejor me podía mover con lo que empecé a follar al mulato poco a poco. Con cada envestida podía ver la cara de placer tanto del mulato como de Ricardo, poco a poco aceleré y en poco tiempo noté como la polla de Ricardo se ponía más dura y gorda, y noté un buen chorro de leche junto a mi rabo, seguía tirando leche cuando empecé a soltar yo también. Cuando se relajaron los penes, saqué mi polla y entre los dos me la limpiaron bien. Yo hice lo propio con la polla de Ricardo, que incluso flácida casi no entraba en mi boca. Dejé a ambos sementales con Ricardo comiendo el culo del mulato, Carlos Albero de nombre, pero que se hacía conocer como CAMulatoPig en las redes sociales y estaba entre mis favoritos en Skype desde nuestro primer encuentro.

Regresé a la sala donde vi a mi perro cabalgando la polla de Miguel, el joven, mientras comía los sobacos y trabajaba los pezones de Carlos. Fernando lo insultaba y le escupía, y le daba alguna patada. El tono era mucho más duro de cuando había salido y mi perro estaba disfrutando como un auténtico cerdo con los ojos cerrados solo jadeaba y daba las gracias a sus amos por tratarlo como se merecía. El pene de Miguel que tenía poco más de 7 cm empezó a correrse fuera de culo de mi perra a la que le gritó, ‘mira que has hecho puta, ¡límpiame!’. Como un poseído mi perro se abalanzó sobre el pene de Miguel quedando con el culo en pompa con leche en las nalgas, posición que Fernando aprovecho para dar una patada en los huevos de mi perro, que amortiguo el grito con la polla de Miguel, ‘perdón amo’ le dijo a Fernando. Este miró a Carlos y le dijo, ‘Perra, come los pezones de Carlos y haz que se corra, te quiero sola para mí’. Fernando era el Alfa del grupo y de forma dominante sobre el resto, cosa que no me sorprendió, cuando. Mi perro se dedicó a morder los pezones mientras lo pajeaba y conseguía que se corriese en su mano, ‘que te limpie la leche de la mano y de tu coño, te quiero limpia’. Cuando acabó les grito a los otros dos que saliesen de la sala, que la quería solo para el a la puta. Cuando ambos salieron la actitud de Fernando cambió por completo, empezó a besar con cariño a mi perro, incluso parecía algo romántico cuando le dijo te voy a follar perra, haciendo la tijerita. Y de un manotazo apartó más de un metro a mi perro. Sin duda estaba dándole cariño para maltratarlo más. Se levantó y quitó toda la ropa a mi perro, que quedó totalmente desnudo. Su polla estaba dura y llena de leche, a saber las veces que se habría corrido dentro del suspensorio. Fernando vio como estaba el suspensorio lleno de leche y le pidió a mi perro que lo lubricase con ella. Cuando mi perro hizo el amago de poner la mano en el suspensorio le dijo ‘con la boca cariño’ y le dio un azote en la nalga que dejó marcada la mano. Mi perro estaba en la gloria con un macho macizo con micropene, que no media más de 3 cm, abusando de él. Con la boca recogió la lefa que pudo de dentro del suspensorio.0 Cómo era de látex podía recuperarla con facilidad. Lentamente la fue dejando caer sobre el pene de Fernando y con la lengua la fue paseando a lo que hacía retorcer al macho de gusto. Este cogió de los hombros a mi perro y lo colocó polla con polla, con las piernas cruzadas como si fuesen dos mujeres frotando sus coños. Fernando cogió una posición más dominante y empezó a restregarse sobre la entrepierna de mi perro que agradecía ‘fóllame amo, fóllame’, ‘que gusto me da tu polla, restriégamela toda y ambos explotaron en un orgasmo bestial en el que el micropene de Fernando lanzo unos chorros de leche que llegaron a la cara de mi perro que se retorcía de gusto.

Fernando se levantó y se apartó de mi perro, que quedó en el suelo en un charco de leche. Al pasar por mi lado me dijo al oído. ‘Cabrón has hecho que me corra como hacía mucho tiempo. Esta noche pasaré por tu habitación para que me destroces el culo’.

Fui a recoger a mi perro, que estaba sonriente y jadeante en el suelo. ‘Muy bien perro, ya has superado la primera prueba, solo te quedan 9’. Quise levantarlo, pero me pidió que esperase. Recogió toda la leche del suelo y se la restregó por el pecho, brazos y piernas. Salió de la sala y allí se encontró con Carlos Alberto, Ricardo, Carlos y Miguel que ya estaban vestidos, y al momento llegó Fernando con una camisa de tirantes que dejaba ver todo su pechos escultural.

‘He disfrutado mucho con todos vosotros, cómo me habéis tratado y habéis sacado la perra que llevo dentro. Me sabe mal no haber podido disfrutar más con vosotros dijo mirando a Carlos Alberto y a Ricardo’. Estos estaban abrazados en un sofá, eran pareja y tener este tipo de aventuras y verse mutuamente con otros les ponía muy cerdos. Ricardo se levantó y le dio un buen morreo a mi perro diciéndole ‘Aun podemos ser alguna de las 40 velas que soples en tu cumpleaños’.

Le expliqué a mi perro que si conseguía superar las 10 pruebas le dejaría que escogiese a 40 velas para su tarta. El comprendió perfectamente que la tarta era él y las velas eran las pollas que iba a soplar. Abrimos unas cervezas para descansar un poco y fuera empezamos a escuchar ruido. Pero esa historia… otro día.

Cumpleaños de mi perro (Primera parte: Bienvenida)

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