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La Banda en Locktober / 1 de octubre

Escrito por: Switchpoblano

Las giras son una buena oportunidad para dormir en el piso a los pies del Amo. Siempre duermo con una cadena larga sujeta a mi cuello por un candado grande que me hace incómodo dormir y me obliga a dormir de lado. No me permite usar almohada, así que duermo usando mis brazos para recargar mi cabeza.

Me permite usar un cobertor debajo y uno encima para mantenerme caliente, como cantante debo cuidar mi voz y no pasar frío es muy importante. La cadena que uso en el cuello está sujeta a su pie, es suficientemente larga para que el Amo pueda moverse cómodamente, y restringe mis movimientos a menos de un metro de la cama donde duerme.

Hay un plato grande con agua junto a mi que puedo levantarme a tomar cuando considere necesario. A veces el Amo se mea dentro de él durante la noche. De esa manera no tiene que despertarme para que lo siga al baño porque mi cuello está sujeto a su pie.

Al despertar me bebo lo que queda de agua, esta noche no se ha levantado a orinar, el agua está fresca y se siente bien, aunque es incómodo sorberla del plato. Tengo prohibido levantarla tengo que beber agachado como un animal.

-No eres un hombre, eres más un animal- me dijo alguna vez el Amo Octavio y siempre que bebo agua me acuerdo de sus palabras.

Tengo prohibido usar el celular por las noches, el pone el despertador cuando hay que levantarse temprano, hoy no es el caso, el único compromiso que tenemos es ir a grabar un podcast por la tarde y luego el concierto.

Me quedo quieto en el suelo un rato, calculando el mejor momento para despertar a mi Dueño.

A Octavio lo conozco desde que éramos niños, sus papás y mis papás son muy amigos. Lo recuerdo siempre como un niño muy bonito y bien portado. Muy educado y formal, sus papás nos hacían escucharlo tocar el piano cada vez que visitábamos su casa.

Cuando yo cumplí quince años y tenía la hormona alborotada recuerdo que el tenía 21 y era un universitario súper guapo, muy alto, bueno para todos los deportes y con el cuerpo bien musculoso. Un par de veces nuestras familias fueron juntas a nadar y confieso que no podía dejar de ver su cuerpo con músculos bien formados, su abdomen con algunas marcas y sus piernas alargadas, bien torneadas y peludas. Me encantaba ver sus pelos en el sobaco, lacios y largos pegados a su cuerpo por el agua.

Jamás sentí que Octavio me mirara de una forma provocativa, ni me sentí en ningún momento invadido… el dice que incluso no recuerda cómo era yo cuando éramos niños.

Una tarde, tenía 19 años, me metí a un sauna gay. Deambulé por el lugar con algo de pena y un hombre muy mayor como de cuarenta años comenzó a seguirme por los cuartos y me miraba insistentemente…

Evadía su mirada y claramente hice un “no” con la cabeza cuando lo tuve frente a frente… pero aquel hombre parecía determinado a tener algo conmigo. Cuando nos quedamos solos en el vapor me acorraló, fue muy insistente - ¿porqué no?- me decía, todavía puedo oler su cuerpo bien perfumado y el olor de la goma de su cabello.

-¿Cómo sabes que no te gusta si no pruebas?- me dijo agachándose y agarrandome las caderas con fuerza para meterse mi verga en su boca… yo era un chavito muy delgado, aunque hacía ejercicio el hombre era corpulento y me sujetó con fuerza.

De entre el vapor surgió la figura de Octavio- ya te dijo que no cabrón- dijo con tono firme- ¿te vas o te la armamos de pedo con los administradores?- no se me olvida la voz varonil y fuerte de ese Octavio de veinticinco años.

-¿Estás bien wey?- me preguntó sentándose junto a mí

-Voy a tomar aire- le dije algo asfixiado por el ambiente, Octavio me acompañó afuera del vapor y nos sentamos en unas banca uno junto al otro. Tenía sus piernas abiertas de forma natural, no es que se estuviera exhibiendo, pero yo no podía dejar de ver sus huevotes y su verga flácida, gruesa y alargada con el glande gordo color carne mirando hacia abajo.

Platicamos un poco y me invitó una cerveza, cuando me vio tranquilo se levantó dejándome ver sus enormes nalgas, alargadas y carnosas. A mis 19 un hombre así de 25 se veía como un semi dios.

Le sujeté la mano rasposa y grande- oye- le dije- ¿me dejas darte las gracias por salvarme de un modo especial?- Octavio se rió.

-Cabrón, yo pensando que estás asustado y tú estás caliente- me dijo abriendo las piernas y acercándome la pelvis, jamás olvidaré cómo columpió su verga de lado a lado abriendo sus brazos - date cabrón, dame las gracias- me dijo.

Y yo ahí sentado en la banca me metí su verga por primera vez… aquella verga joven y hermosa era como un manjar para mi boca, la recuerdo suave y casi delicada entrando a mi cavidad bucal. Desde luego no era ningún experto mamando verga, pero sabía que tenía que esforzarme para sorprenderlo, era el adolescente que quiere impresionar a un chico mayor.

No sé si Octavio lo disfrutaba, no lo escuché gemir como lo he oído gemir otras veces, pero yo si estaba en extasis, sentía como su verga se iba poniendo grande y gruesa, de lo delicado y suave pasó a lo duro y rudo…

Movía mi cabeza con energía casi frenética, sujetando sus muslos peludos y duros, no me atrevía a tocarle las nalgas aunque me moría por hacerlo… sus huevos debajo de la verga colgaban soberbios, hermosos, gigantes… de pronto aunque Octavio es muy alto me parecía que estaba desproporcionado y que tenía una verga y unos huevos demasiado grandes para su estatura… hubo un momento en que ya me costaba trabajo tenerla en la boca… yo quería que se viniera… quería sentir su semen pero estaba muy lejos de tener la experiencia necesaria para hacerlo sentir un orgasmo con mi boca.

Me tocó con mucha suavidad y casi ternura la cabeza y se apartó de mi- listo Pablito- me dijo amistosamente- voy a ver qué más me encuentro, ya no te metas en problemas ¿va?. Lo vi caminar de vuelta al vapor, sus nalgas se movían maravillosamente armónicas sobre sus dos piernas alargadas y fuertes…

Pienso que ya es hora de levantar al Amo, me subo a la cama y comienzo por lamer sus pies. La noche los ha hecho sudar y aún conservan el olor de la noche anterior, se sienten ligeramente lubricados por el sudor corporal… el Amo reacciona a mis caricias y se incorpora ligeramente, revisa su celular y vuelve a acostarse, cierra sus ojos unos minutos y yo permanezco lamiendo, dando pequeñas mordidas a sus plantas, metiendo mi lengua entre sus dedos, en un ejercicio de humillación y devoción.

Después de un rato se descubre del cobertor con el que ha estado dormido, dentro de su boxer su verga está bien parada, le bajo el boxer con suavidad, y me meto su verga en la boca… han pasado once años desde aquella primera vez, ahora si logro hacerlo gemir, sé qué le excita y qué lo pone caliente, conozco su verga mejor que la mía y se la acaricio con mi boca buscando darle segundo a segundo un nuevo placer.

El Amo se levanta y se baja de la cama, lo sigo y la cadena que me trae sujeto a su pie me jala hacia él. Se para delante del retrete- sostenme la verga- me dice adormilado y yo la sujeto con mis labios dirigiendo el chorro hacia la tasa de baño, sus meos salpican mi cara y los siento cálidos y al mismo tiempo como un excitante regalo involuntario.

Cuando termina de mear le limpio la punta del glande con mis mejillas, me sujeta la barbilla y escupe dentro de mi boca… mantengo en la lengua su saliva esperando la orden

-Traga- me ordena y trago obediente

-Gracias Amo-

Enciende la regadera- vamos a revisar esa castidad- me dice poniéndome de pie, me mira la verga enjaulada, es evidente que estoy erecto- buen chico- me dice quitándola, en se abre la jaula mi verga se para dura como un tronco, yo pongo las manos detrás, conozco las reglas, me mete en la regadera y me enjabona el pito, provocándome conscientemente para que sienta rico… me enjuaga y me cambia el agua a agua fría - hay que bajar esa erección.

Respiro agitado sintiendo el agua helada en mi espalda, no me quito del agua porque no lo tengo permitido, Octavio me sujeta los huevos y los aprieta… hasta que siente que mi verga está suficientemente flácida, luego la vuelve a meter en la jaula- al piso- me ordena.

A Octavio le gusta usarme de tapete cuando nos bañamos, se sube en mi espalda con sus sandalias puestas mientras se enjabona y enjuaga, me deja lavarle los pies cuando termina y al final mientras se seca me ve bañarme.

Afuera de la regadera soy nuevamente su tapete, subido en mi espalda se pone la camisa, los boxers y el pantalón y luego me tiene tendido boca arriba con sus pies en mi pecho mientras se pone los calcetines, los zapatos y se peina.

Bajamos bien bañados y perfumados al comedor, en donde ya nos espera Cristóbal nuestro manager para darnos las instrucciones del día.

La Banda en Locktober / 1 de octubre

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