La Banda en Locktober / 11 de octubre

Es una tarde lluviosa y fría, después de haber dormido toda la mañana esperamos que de la noche para ir al concierto.

Es el momento ideal e íntimo para que Miguel continúe con su relato.

-Los perros tienen frío- dice Lucas mirándome temblar un poco por el clima, sentado desnudo en el piso.

Martín trae unas cuerdas y me amarra manos y pies en el piso, luego le dice a Octavio que me abrace y lo amarra a mi cuerpo, quedamos los dos de lado abrazados, mi cabeza queda pegada al pecho lampiño y duro de Octavio y aprovecho para reposar un poco en su cuerpo. Huele ligeramente a sudor y a ese aroma tan suyo y único que me hace mojarme… nos ponen ballgags en la boca y los dos babeamos sin control, nuestra saliva moja al otro al resbalar de lado

Miguel continúa contándonos su historia.

“Azul no estaba muy feliz de incluirme en sus encuentros sexuales… pero accedió a que nos viéramos los tres.

Cuando llamamos a Fabián por teléfono, me dijo que quería hablar primero conmigo así que fui a su despacho, sin mucho preámbulo me ofreció trabajo, sabía que renunciado al bar y que por eso había llegado antes.

-¿Qué tendría que hacer?- le pregunté algo contrariado, yo quería sexo y él me estaba ofreciendo otra cosa

-Quiero que seas mi esclavo personal- me dijo sin maquillar las cosas- así tendría lógica que yo me coja a tu novia delante de ti.

-¿Y qué tendría que hacer?- pregunté intrigado aunque no me llamaba mucho la atención pasarme horas encerrado en una oficina

-Obedecerme en todo- respondió Fabián encendiendo un cigarro y recargándose en su silla - desnúdate

Me levanté y me quité la ropa, había algo en la forma en la que me daba órdenes que me excitaba muchísimo. Me quedé en boxers mirándolo con cierto nerviosismo

-Dije desnúdate ¿estás desnudo?- me preguntó dándole un toque a su cigarro. Me bajé el boxer de inmediato, mi verga reaccionó poniéndose semi erecta y yo me la tapé con miedo de que viera que me excitaba lo que me estaba ordenando

-Pon tus manos en la cabeza- me ordenó y obedecí despacio, en esa posición no tenía manera de esconder nada

Fabián hizo hacia atrás su silla y me señaló sus zapatos- quiero que me quites los zapatos y me des un masaje en los pies- obedecí, sus pies olían muy fuerte, los de cualquiera de ustedes huelen a flores en su peor momento comparados con el olor de los pies de Fabián.

-¿Ya ves que no es difícil?- me dijo sonriéndome, yo lo miré un poco y seguí masajeándolo, sus pies eran muy largos, delgados, con las uñas perfectamente bien recortadas y las plantas suaves…

Aquel día llegué a mi casa oliendo a sus pies y cogí con Azul acercándome la palma de la mano a la cara para excitarme.

El primer día de trabajo volvió a ordenarme que me desnudara- a partir de hoy sin que te lo ordene, en cuanto llegues quiero que me esperes desnudo en la oficina. Mi hora de entrada era a las siete y media y el siempre llegaba a las ocho y esperaba verme sin ropa de pie delante de su escritorio con las manos en la cabeza.

Al principio me daba mucho miedo que alguien entrara y me viera, conforme fui comprendiendo la dinámica de la oficina me di cuenta de que eso nunca sucedería.

Fabián dejó de visitar a Azul durante un mes, las dos primeras semanas de mi trabajo, básicamente era un mensajero que llevaba cosas a otras oficinas y lo acompañaba en sus reuniones tomando notas. Mi trabajo no era importante excepto por la media hora diaria que pasaba dándole masaje en los pies.

Cuando terminó la segunda semana llegó una mañana y me encontró desnudo, como siempre, se sentó en el escritorio y sacó de su cajón una tanga de encaje, de mujer- a partir de ahora quiero que traigas esto puesto debajo de la ropa, no quiero volver a ver que traes ropa interior de hombre- me dijo.

Usar tanga debajo del traje era un martirio, se me encajaba, me irritaba, se me metía y tenía que estar acomodándomela en todo momento, ni qué decir de mi verga que realmente se sentía incómoda dentro de esa prenda.

Yo le contaba todo a Azul y llegaba todas las noches a lavar mi tanga mientras le contaba lo que había pasado en la oficina. Fabián sabía lo que hacía y Azul estaba más interesada en que se la cogiera que en lo que me hiciera en el trabajo.

Cuando terminó el mes que la tuvo en abstinencia llegó a la casa sin avisar- quiero que te pongas la ropa que usas en el trabajo- me dijo. Me dió algo de vergüenza pero como Azul sabía todo me desnudé y me puse la tanga delante de los dos.

-Se te ve linda amor- dijo Azul sonriéndome y apretándome una nalga

-Bueno, creo que ahora ya quedaron bien claras las jerarquías entre nosotros- dijo Fabián - ella es tu esposa, tú eres mi esclavo y todo lo que es del esclavo le pertenece a su Amo- Azul y yo guardamos silencio, mi verga creció dentro de la tanga y Fabián lo notó- quiero que me ruegues que me coja a tu novia- me dijo

-Por favor, te ruego que te la cojas- le dije sin pensarlo dos veces

-No no, quiero que lo supliques como un esclavo- me dijo

Me arrodillé- por favor Amo, quiero que se coja a mi novia- le dije

-Ruégame más- me dijo y me acerque a su pierna- por favor Amo, se lo ruego, se lo suplico, le entrego a mi esposa para que le dé placer y la haga feliz

Fabián se sacó la verga- prepárame- me ordenó y de inmediato abrí la boca y me metí su verga en ella… durante el mes que llevaba trabajando con Fabián nunca me había ordenado que se la mamara ni habíamos tenido nada que fuera sexual… no porque no lo deseara yo sino porque a él parecía que no le apetecía… hoy me doy cuenta de que fue su manera de calentarme, había generado tanta tensión sexual entre nosotros que ahora no le diría que no a nada.

De rodillas en el marco de la puerta vi como Fabián finalmente le daba a Azul lo que quería, la escuché gemir como nunca… me di cuenta de que le daba mucho mejor placer que el que le daba yo… pero no me sentía mal por eso, al contrario, sentí que con mi esclavitud le había conseguido a mi esposa un amante de muy buen nivel…

Me hizo mamarle la verga después de cogérsela y entonces dió un paso mas- ahora quiero que te pongas junto a ella, me los voy a coger a los dos- no me lo esperaba y la idea me pareció desagradable, pero Azul brincó de alegría… esta vez más resignado que dispuesto me puse en cuatro, con mi tanga de encaje enterrada entre las nalgas.

Azul me besó, estaba en cuatro junto a mi- me encanta verte así- me dijo y Fabián nos metió los dedos a los dos al mismo tiempo, a mi en el culo y a ella en el coño, ella empezó a gemir y yo me sentí en confianza para gemir también.

Su verga me entró despacio y sentía que me cagaba… mi mente explotaba pensando en mil cosas, los gemidos de Azul me ponían tan caliente que aguanté que me entrara hasta el fondo… empezó a moverla adelante y atrás suave… Azul no paraba de gemir y sentía su humedad en el colchón con mis rodillas. Luego Fabián aceleró y aceleró, me la sacó y se la metió a ella… me metió el dedo mientras se la cogía- gírate esclavo, quiero que te tragues mi semen- me ordenó, me giré, abrí la boca y me enchufó la verga, literalmente me cogió la cara sujetándome de la nuca… de pronto se detuvo y lanzó un gemido muy fuerte… sentí su leche entrando hasta mi garganta… Azul me miraba excitada… me besó cuando Fabián me sacó la verga de la boca y le convidé de la leche de mi Amo…

Esa fue la primera de muchas noches de sumisión, cada vez fueron más humillantes para mí: alguna vez me hizo lamerle los pies mientras Azul lo montaba, otras me amarró y no me dejó interactuar con ellos…

-Bueno¿ y a qué hora entra Lucas en la historia?- pregunta Martín impaciente

-Ohhh espérate cabrón- dice Lucas no seas ansioso…

-Pues es que quiero saber- responde Martín

-Estuvimos juntos los tres como por tres meses. Luego Azul se dejó enganchar por otro manager que le prometió lanzarla como solista-

-Típico- dice Martín

-La dinámica entre Fabián y yo se enfrió… aunque seguía trabajando para el, ocasionalmente me dijo que ya no tenía sentido que lo esperara desnudo y pues… un día dijo que me quería vender.

-Cabrones son las siete, no tarda en venir Cristóbal con la cena- dice Lucas desamarrándonos

-Báñense que apestan a baba y hay que estar listos cuando llegue- nos ordenó y Octavio y yo entramos a nuestros cuartos para bañarnos.