Creo que se me nota demasiado lo perra que soy. De otra manera no se explica cómo me entran los machos cuando ni yo mismo soy consciente de que me estoy insinuando. Y eso que mi físico hace que sólo me entren los amantes de los osos gordos, pasivos y maduros. A pesar de que esto reduce bastante el porcentaje de machos interesados, uno además se permite (aún) el lujo de elegir, ya que me gusta que el amo al que me entregue sea más joven que yo; si puede ser, mucho más joven. Me encanta tener un amo con 30 años menos que yo. Lógicamente esto reduce mucho el elenco de candidatos ante los que postrarse, pero también hace que, cuando ocurre, me entregue a ellos con veneración.
Uno de mis amos venerados fue Carlos, aunque nunca lo llamé por su nombre obviamente. Un macho joven y fuerte, de unos 27 años, moreno y con una polla capaz de hacer que yo transigiera con todos sus morbos, a pesar de no coincidir con los míos. Ciertamente soy adicto a las pollas y una como la que portaba mi señor me hacía aceptar cualquier humillación que quisiera hacerme.
Vivía en otra ciudad por lo que nuestros encuentros eran de fines de semana, en los que me ponía a su exclusivo servicio. Cuando estábamos juntos, mi principal misión era que él no hiciera absolutamente nada que no le apeteciera; me encargaba de todas las tareas domésticas, de atenderlo, de estar a su servicio y de los invitados que pudiera tener. Acataba todas sus decisiones, yo no tenía capacidad para decidir absolutamente nada, ni tan siquiera lo relacionado conmigo, me decía dónde serían nuestros encuentros de fin de semana, a qué hora tenía que llegar, qué debía llevar puesto (eso incluía plugins, bolas chinas, suspensorios…), si debía comprar comida o bebida por el camino, cuándo saldríamos de casa, cuándo me quedaría en ella… todo. Incluso entre semana me enviaba wasaps para darme instrucciones sobre la ropa y accesorios que debía llevar al trabajo, o a qué horas debía de estar disponible online para atenderlo.
Le gustaba la humillación, por lo que me hacía estar desnudo en reuniones de amigos o en algunos espacios públicos. Con él fue con el que conocí por primera vez lo que era llevar una jaula de castidad en mi pene, con la que le gustaba lucirme en playas nudistas de ambiente o lugares públicos similares. En las reuniones de amigos, algunos llevaban también a sus esclavos que debían permanecer, al igual que yo, desnudos y con sus jaulas visibles. Yo solía ser el de mayor edad de estas reuniones por lo que no sólo era el blanco favorito para las humillaciones de todos los amos presentes, sino también de la de sus perros. Digamos que yo era la perra de perras y era rara la noche que no acabara meado, lefado, azotado, insultado y follado por muchos de los presentes. A mi amo le encantaba cuando todo eso me lo hacían los otros perros, por lo que en cada una de esas reuniones yo acababa bien pringado de fluidos que no podía limpiarme sin su autorización expresa, algo que nunca tenía hasta horas después.
También fue con él con el primero que tuve que beberme su pis en público; llenó una jarra en un bar de ambiente de Torremolinos con su orina y me hizo beberlo a la vista de todo el mundo. Con esto sí era muy riguroso, podía mearme y lefarme cualquiera que él autorizara, en casa o en los bares; pero el único pis y la única leche que podía tragar era la suya.
Lo de follarme o hacerle mamar su polla en cualquier lugar era algo habitual, necesitaba descargar varias veces al día y mi misión era que no se desperdiciara ni una sola gota de su leche. Yo prefería hacerlo en casa, pero cuando le entraban las ganas de descargar, no había opción; así conocí coches, baños públicos, cuartos oscuros, olivares en el campo, calles oscuras y, por supuesto, playas.
El trato con él en la intimidad era lo que más me gustaba. Era un amo exigente y duro, al que no le podía negar nada y que jamás utilizó una frase que pudiéramos llamar “cariñosa” conmigo. Aun así, sabía tratarme en todo momento y sabía administrar bien los momentos de dureza con los de descanso. Creo que estaba satisfecho conmigo. Yo, que lo adoraba, intentaba demostrarlo siempre, incluso en los momentos que más me costaba acatar sus órdenes. Aceptaba cualquier humillación suya sólo por tener la oportunidad de sentir su polla dentro de mí en una nueva ocasión y conseguía que no me importara nada porque la recompensa merecía la pena. Aunque nunca me lo dijo, creo que estaba contento conmigo. Al menos hasta el día que aparecieron otros perros y poco a poco fue dejando de llamarme.
El buen amo
Xtudr, el chat esencial para los fetichistas gays, te conecta con miles de chicos en tu área que comparten tus gustos. Disfruta de la comunicación instantánea enviando y recibiendo mensajes.
Explora una forma rápida, sencilla y divertida de conocer gente nueva en la red de encuentros para chicos líder como otroso.
Con Xtudr, puedes:
- Crear un perfil con fotos y preferencias.
- Ver perfiles y fotos de otros usuarios.
- Enviar y recibir mensajes sin restricciones.
- Utilizar filtros de búsqueda para encontrar tu pareja perfecta.
- Enviar y recibir Taps a tus favoritos.
Regístrate en la aplicación fetichista y BDSM más popular y comienza tu aventura hoy mismo.
https://www.xtudr.com/es/relatos/ver_relatos_basic/41533-el-buen-amo