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Como conocí a mi sumiso

Escrito por: Si

Nota: Me he fijado que la inmensa mayoría de relatos están escritos desde el punto de vista del sumiso, y son excesivamente "y me folló muy duramente". En cambio, no hay muchos relatos desde el punto de vista del dominante y más centrados en la parte psicológica de la dominación, y me gustaría rellenar este hueco - bueno, me gustaría rellenar otros huecos, pero eso es otro tema -. Si os gusta, quereis darle like y comentarlo, se agradecerá, pero recordad que el objetivo de este relato es encontrar novio, no audiencia ;)

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Ser dominante y romántico al mismo tiempo es una prueba clara que Dios castiga dos veces. Porque eso implica que para encontrar la felicidad debo encontrar a alguien:

☐ Maricón

☐ Sumiso

☐ Que nos gustemos

☐ Que quiera una relación a largo plazo

En esa desdicha estaba pensando mientras a través del cristal que separaba mi despacho del área común, podía ver perfectamente el escritorio de Alex. Estaba completamente absorto en su PC, mordisqueando distraídamente el extremo de su bolígrafo, y joder, ese gesto con el bolígrafo debería ser ilegal.

"Cálmate M, que eres el director", me dije a mí mismo. Se suponía que debía estar aprobando solicitudes, no fantaseando con mi subordinado. Pero últimamente me resultaba cada vez más difícil concentrarse cuando Alex estaba cerca. El chaval era bajito, muy mono, vestido con un look casual que le hacía parecer tener veintymuchos y no los treintaypocos que teníamos ambos y esos pantalones que le marcaban el cu... joder, M, céntrate.

Todo había empezado tres meses atrás, durante una reunión especialmente tensa, en donde acabaron llamándome "tirano". Fue cuando empecé a fijarme en los detalles: cómo siempre buscaba mi aprobación antes de tomar cualquier decisión, cómo sus ojos se iluminaban cuando recibía un cumplido por su trabajo, cómo se sonrojaba ligeramente cuando me acercaba demasiado. Al principio pensé que era simple timidez, o ganas de conservar su empleo, pero había algo más ahí. Tenía que haberlo.

"¿Señor?" La voz de Alex me sobresaltó. Estaba parado en la puerta de mi oficina, sosteniendo una carpeta. "Disculpe, ¿tiene un momento?"

Me aclaré la garganta, intentando mantener mi compostura profesional y no pensar en lo bien que le quedarían algunas manchas blancas en su carilla. "Claro, Alex. Pasa."

Alex entró y tomó asiento frente a mi escritorio, su postura perfectamente erguida, las manos cuidadosamente colocadas sobre la carpeta en su regazo. Demasiado formal. ¿Era así con todos o solo conmigo? Joder, necesitaba saberlo.

"Quería consultarle sobre la presentación del nuevo proyecto," comenzó, abriendo la carpeta. "He preparado dos versiones diferentes y me gustaría saber cuál prefiere..."

Me recliné en mi silla mientras lo observaba explicar cada versión. Su voz era suave pero segura cuando hablaba de trabajo, aunque sus ojos constantemente buscaban mi aprobación como si fuera un Golden Retriever. Era fascinante ver ese contraste entre competencia profesional y esa necesidad constante de validación. Y joder, me ponía a mil.

"Personalmente," dije, inclinándome ligeramente hacia adelante, "me inclino por la segunda versión. Pero me interesa saber qué opinas tú, Alex. ¿Cuál preferirías usar?"

El rubor que apareció en sus mejillas no pasó desapercibido. "Yo... también prefiero la segunda," admitió, bajando la mirada por un momento. "Me parece más... efectiva."

"Excelente criterio," respondí, permitiéndome una pequeña sonrisa cuando vi cómo evitaba mirarme a los ojos ante el cumplido. Dios, era tan obvio. "¿Por qué no te quedas un momento y la revisamos juntos? Podríamos hacer algunos ajustes..."

"Por supuesto, señor," asintió inmediatamente. Tan obediente, tan ansioso por complacer... tuve que recordarme que estábamos en la oficina para no dejar volar demasiado mi imaginación.

Mientras rodeaba mi escritorio para sentarme junto a él, me permití fantasear por un momento. ¿Cómo reaccionaría si viera la erección que llevo encima? ¿Se escandalizaría? ¿O quizás... se sonrojaría aún más y bajaría la mirada de esa manera tan mona?

Calma, me recordé a sí mismo. Un paso a la vez. Primero necesitaba confirmar mis sospechas. Y ya tenía un plan para eso.

"¿Te gustaría ir por un café y revisar esto?" Mierda. He hablado con la cabeza de abajo y no la de arriba. "Para discutir el proyecto con más calma," añadí rápidamente, aunque en mi mente ya estaba imaginando mil escenarios diferentes.

La forma en que sus ojos se agrandaron ligeramente, el modo en que sus dedos se tensaron sobre la carpeta... archivé cada reacción en mi mente para analizarla después, como el obsesivo de mierda en que me estaba convirtiendo. "Por favor, M, no te pilles de un sumiso sin que se pille él de tí antes", me dije a mi mismo, recordándome una de mis máximas.

Salimos de mi despacho mientras Alex repasaba algunos detalles del proyecto que, francamente, me importaban una mierda en ese momento. No con esos labios moviéndose tan cerca.

Y entonces la vi. Laura, mi antigua número 2, hasta que se pilló una reducción de jornada por maternidad, también escabulléndose a por un café

"¡Anda, Laura!", exclamé, acercándome. Era el momento perfecto para mi pequeño experimento. Me coloqué junto a Alex y, con toda la naturalidad que pude fingir, apoyé mi codo sobre su hombro. "¿También escapando de la oficina?"

Noté inmediatamente cómo el cuerpo de Alex se tensaba bajo mi contacto. Pero lo más interesante no fue eso, sino lo que vino después: esa forma sutil en que se relajó, adaptándose a mi peso, casi... ¿Rindiéndose a él? Joder.

"Sí, necesitaba aire fresco," respondió Laura, pero yo estaba más pendiente de la respiración de Alex, que se había vuelto más superficial. "¿Vosotros al café de siempre?"

"Qué va, vamos a probar ese nuevo sitio de la esquina," contesté, permitiéndome mover ligeramente el brazo, presionando un poco más. Alex no solo no discutió mi elección de establecimiento, sinó que se movió con mi gesto como si estuviéramos sincronizados, adaptándose perfectamente. Cada segundo que pasaba me confirmaba más mis sospechas. "¿Te apuntas?"

Vi por el rabillo del ojo cómo Alex contenía brevemente el aliento. ¿Era decepción lo que detectaba? Interesante.

"No puedo, tengo que volver ya," se disculpó Laura. "¡Que aproveche!"

Mantuve mi posición unos segundos más después de que se fuera, disfrutando de cómo Alex parecía haberse acomodado completamente al contacto. Cuando finalmente me aparté, noté ese micro-momento de desorientación en su postura, como si su cuerpo echara de menos el estar debajo de otro cuerpo.

"¿Vamos?", pregunté casualmente, como si no acabara de notar cada puta reacción de su cuerpo.

"Sí, señor," murmuró, y tuve que recordarme que esto era solo el primer paso de mi investigación. Aunque por la forma en que mi corazón se aceleró ante su sonrisa tímida, tal vez la investigación no iba a ser tan objetiva como había planeado.

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