Confieso que al principio me hacía sentir mal, pero quién soy yo para cuestionar las decisiones de mis señores. Cumplir sus deseos de comerle la polla, lamerle los pies, hacerle una paja o cualquier otro, mientras ellos no te echan ni puto caso ha pasado a ser una actividad habitual para mí y debo confesar que ha empezado a gustarme.
La primera vez fue con un amo circunstancial, uno de esos de paso por la ciudad que me citó en su hotel y me hizo chuparle la polla desde debajo de la mesa mientras él chateaba desde su ordenador con amigos. Tras tenerme un tiempo eterno en esto, me compensó después con creces. Me meó encima y escupió en mi boca (ambas cosas me vuelven loco); me azotó, jugó con mis pezones y finalmente me folló boca y culo hasta descargar una buena lechada que recordé durante días.
Después hubo más ocasiones en las que distintos amos me ningunearon y que no tuvieron tan buenos finales. Pero ahora, con mi actual Señor, se ha convertido en cotidiano y me encanta. Cuando quedamos para cenar con amigos, yo ocupo mi posición bajo la mesa y lamo sus pies o mamo su polla sin que me dirija una sola palabra en toda la velada, salvo para indicarme que debo cambiar su polla por la de cualquier invitado.
Como ahora teletrabaja desde casa, puedo pasarme horas a sus pies mientras él está en sus tareas. Normalmente me dedico a sus pies cuando tiene videoconferencias y a su polla cuando está trabajando sólo. Otras de mis funciones son servirle de reposapiés o evitar que deba moverse para ir al baño; como buen sumiso yo le hago de urinario.
Obviamente no tengo ninguna queja, porque mi señor es consciente también de mis necesidades y sabe cómo recompensarme. Peor lo llevo cuando la función que me asigna es asistirle cuando se folla a otros sumisos, obligándome a permanecer presente en la habitación y en castidad. Reconozco que es una cuestión de celos y que no tengo derecho a cuestionar ni una sola de sus decisiones, pero jode. Sobre todo cuando el sumiso casual se comporta también como amo mío, algo que, ni que decir tiene, fomenta mi propio Señor.
En cualquier caso estoy feliz con mi Señor, siento que no lo merezco y comprendo que, siendo bastante más joven que yo, necesite follar con frecuencia con todo lo que se le ponga a tiro. Yo seguiré ahí, a su servicio, mientras él esté satisfecho con esta perra que se siente muy bien tratada.
Ninguneo
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