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Como conocí a mi sumiso 3: Sherlock Homo

Escrito por: Si

La gente cree que ser gay te da un sexto sentido para detectar a otros gays, el "gaydar". Y aún más, la gente cree que los dominantes tenemos una visión sumisa que nos permite detectar sumisos, y lo mismo con dominantes. Menuda gilipollada. Pero no tan grande como la gilipollada de que si eres lo suficientemente dominante, todo el mundo acaba cayendo. Menuda bobada. Lo que te acaba cayendo es una denuncia por acoso laboral, o por acoso a secas. Y entonces, mi carrera jodidamente planeada hasta el último milímetro se va a la mierda.

Hay muchas formas de saber si alguien es gay, y había optado por la más patética posible: stalkear las redes sociales de Alex a las tres de la mañana mientras me ventilaba mi tercer gintonic. Su Facebook era tan aséptico como el currículum de un político en campaña. Su Instagram, gatos. Ni una puta pista.

Me detuve en una foto donde sonreía sosteniendo un gatito. Por un momento me imaginé abrazándolo así, protegiéndolo mientras le susurraba que todo iba a estar bien... Joder, la ginebra me estaba volviendo un puto blandengue. Cerré Instagram de un manotazo.

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La mañana siguiente, con una resaca que me partía la cabeza, decidí ser más directo. Lo encontré en la sala del café, llevando esos vaqueros que le quedaban demasiado bien para mi salud mental. Me coloqué estratégicamente entre él y la puerta, como siempre hacía cuando quería controlar una situación.

"¿Qué tal el fin de semana?", pregunté, invadiendo sutilmente su espacio personal hasta que su espalda casi tocaba la pared.

"Tranquilo, señor," respondió, y noté cómo inconscientemente se hacía más pequeño, adoptando esa postura que me volvía loco. Su camiseta se tensó ligeramente sobre su pecho cuando contuvo la respiración. "Fui al cine."

"¿Con tu novia?" Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas

"No tengo novia," respondió, y el rubor que cubrió su cuello me hizo querer morderlo allí mismo. Pero lo interesante no fue el rubor - fue cómo sus ojos se desviaron rápidamente hacia mi boca antes de bajar al suelo.

"¿Novio?"

Alex casi tiró su café. Sus dedos temblaron alrededor de la taza mientras murmuraba un "tampoco" apenas audible. Su voz salió tan suave, tan sumisa, que tuve que apretar los puños para no cogerlo de la barbilla y obligarle a mirarme a los ojos. Pero noté algo más: la forma en que había contenido el aliento ante la palabra "novio", infinitamente más que no con la palabra "novia", como si la pregunta le hubiera afectado más de lo que quería mostrar.

Me encontré inclinándome más cerca, hasta que pude sentir el calor que emanaba de su cuerpo. Sus manos temblaban ligeramente mientras intentaba mantener el café estable. El espacio entre nosotros se había reducido tanto que podía oler el aroma dulzón de su champú - que hetero usa un champú de cerezas, de todas formas?

"No me importaría si fuese novio en vez de novia." Mi voz salió más grave, más dominante de lo que pretendía. Era el tono que usaba cuando quería que alguien se arrodillara, no para una charla casual sobre orientación sexual.

"Lo sé, señor," murmuró, y el temblor en su voz hizo que mi polla diera un respingo interesado. Antes de que pudiera responder, se escabulló por el pequeño espacio que quedaba entre mi cuerpo y la pared, rozando su pecho contra mi brazo en el proceso.

Me quedé mirando cómo se alejaba, notando la forma en que sus hombros se relajaban gradualmente mientras prácticamente huía de la sala.

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La operación "¿Es Alex gay?", se había convertido en un desastre. Después de tres días de investigación intensiva, lo único que había conseguido averiguar era que Alex tenía un gato y que yo necesitaba terapia. O más ginebra. O probablemente ambas.

Llevaba una semana observando cada detalle como un puto acosador profesional. El otro día, cuando el nuevo becario con su estúpido pelobrócoli se había estirado por delante de Alex para alcanzar un cable, prácticamente contuve la respiración esperando alguna reacción. Alex ni pestañeó. ¿Eso significaba que no era gay o simplemente que no le iban los twinks?

La frustración me estaba volviendo más seco de lo habitual. En la reunión de la mañana, me encontré prácticamente ladrándole las correcciones a su código.

"Esto está lleno de parches temporales, Alex. Refactorízalo todo." Mi voz sonó cortante mientras cerraba de un click su pull request. El sonido de su respiración entrecortada me hizo levantar la vista.

"Sí, señor. Lo siento, señor." Su voz tembló ligeramente, y cuando lo miré, tenía las mejillas sonrojadas y respiraba más rápido. Tuve que reprimir el impulso de empujarlo contra la pared y... mejor no seguir por ahí.

Durante el resto de la mañana, me encontré siendo cada vez más exigente, observando cómo reaccionaba. Le hice reescribir tres módulos, actualizar toda la estructura de la base de datos y limpiar código que llevaba meses acumulando polvo. Y con cada orden, con cada corrección brusca, Alex parecía... ¿más centrado? ¿más eficiente?

"¿Has terminado con esos cambios?" pregunté bruscamente, apoyándome en su monitor e invadiendo deliberadamente su espacio personal. El calor de su cuerpo era casi tangible a esta distancia.

"Casi, señor. Solo me falta revisar la última entrega." Su voz sonaba más suave, más sumisa que nunca.

"Cuando acabes," mi voz bajó una octava sin pretenderlo, "quiero que reorganices el repositorio. Está hecho un desastre desde la inútil de la jefa le pidió reordenarlo todo al nuevo porque no encontraba las cosas."

"Por supuesto, señor, aunque sería más fácil si se me diesen más accesos dentro del repositorio y no se tuviera que aprobar todo"

"Los repositorios son como la vida, si le das demasiado acceso a alguien suele salir mal," dije, recordando no solo el código sino cierta relación pasada. Mi mente se fue a lugares oscuros mientras añadía: "Una vez di demasiado acceso a una persona que prometía seguir mis estándares, pero al final resultó que no podía manejar... el nivel de exigencia que requería. Una lástima." Me detuve, dándome cuenta de que había sonado demasiado personal. "Con él aprendí que hay que ser más cuidadoso con ciertas... expectativas."

Mierda. ¿Acababa de decir "él"? El silencio que siguió fue tan denso que casi podía cortarse con un cuchillo.

"A veces las expectativas pueden ser... complicadas de gestionar," respondió Alex con voz suave, y noté cómo se movía ligeramente, acercándose casi imperceptiblemente.

"Sorpréndeme. Pero hazlo bien." Me incliné más cerca, necesitando distraerle de mi desliz. "No me gustan las decepciones."

"Lo entiendo. Ambos hemos tenido chicos que nos han decepcionado," murmuró tan bajo que casi no lo oí.

Me quedé helado. ¿Acababa de...? No, imposible. Debía estar imaginando dobles sentidos donde no los había. ¿Pero y si...?

"¿Has dicho algo?"

"No, señor." Su expresión era perfectamente inocente. Demasiado perfecta.

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Para cuando llegó a mi despacho con el código refactorizado, yo estaba al borde de un ataque de nervios. Me lo encontré parado en el marco de la puerta, con esa postura tan suya que parecía diseñada específicamente para volverme loco.

"Aquí tiene, señor." Se acercó a compartirme el pull request, y el roce accidental de su brazo contra el mío mandó una descarga eléctrica por todo mi cuerpo. Noté que no se apartó inmediatamente del contacto - se demoró una fracción de segundo más de lo necesario.

Revisé el código en silencio, sintiendo su mirada sobre mí. Era perfectamente consciente de cómo su respiración se había acelerado ligeramente, de cómo se mordía el labio mientras esperaba mi veredicto. El trabajo era impecable, por supuesto. Y el repositorio estaba organizado con una precisión militar que me puso más duro de lo que debería.

"Buen trabajo," dije finalmente, mi voz más ronca de lo que pretendía. "Muy... satisfactorio."

Sus mejillas se tiñeron de rosa. "Gracias, señor. Me alegro de no haberle decepcionado." Su voz había bajado una octava, casi ronroneando

"Puedes irte," prácticamente gruñí, necesitando que se fuera antes de que hiciera algo estúpido.

"Que tenga una buena tarde, señor." Se dio la vuelta para irse, y el movimiento de sus caderas mientras caminaba me confirmó que no estaba imaginando cosas.

Me pasé el resto de la tarde repasando cada detalle, cada reacción. No era solo que se sonrojara cuando invadía su espacio - mucha gente tímida lo hace. No era solo su forma de bajar la mirada ante mis órdenes - podría ser simple respeto jerárquico.

Lo que me convenció fue la suma de pequeños detalles:

El modo en que había enfatizado "ambos" al hablar de chicos que decepcionan. El clásico uso de la palabra "pareja" en vez de novia

La forma en que reaccionaba cuando usaba mi voz de director exigente - no con miedo o estrés, sino con una concentración casi... ansiosa. Como si mi autoridad le ayudara a centrarse.

Y sobre todo, ese pequeño detalle que casi paso por alto: cuando revisábamos el código y yo estaba prácticamente encima suyo, su respiración se había acelerado, sí, pero en vez de alejarse... se había reclinado ligeramente hacia atrás, hacia mí.

Nadie que no sea sumiso hace eso.

"Joder," murmuré, frotándome la cara. "O estoy proyectando todas mis fantasías... o acabo de encontrar exactamente lo que estaba buscando."

El problema era que ahora que lo sabía... ¿qué coño iba a hacer al respecto?

Me serví otro gintonic. Por esta noche, me permitiría fantasear con todas las formas en que podría hacer que Alex se sonrojara, temblara y gimiera. Mañana ya me preocuparía por cómo gestionar esta situación sin acabar en recursos humanos.

O en la cárcel.

Como conocí a mi sumiso 3: Sherlock Homo

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