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Como conocí a mi sumiso 4: Grindr is Coming

Escrito por: Si

La puta ginebra me había jugado una mala pasada. Después de otro día de ver a Alex mordisqueando bolígrafos y poniéndose nervioso cada vez que me acercaba, necesitaba sacarme esta tensión de encima antes de acabar empotrándolo contra la pared de mi despacho.

Grindr era una puta mierda. Demasiados twinks buscando papis con billetera y demasiados osos que se creían alfas porque tenían barba. Pero a las tres de la mañana, con media botella de ginebra encima y la imagen mental de Alex sonrojándose mientras decía "sí, señor", cualquier puerto era bueno.

"Sumiso buscando Dom experimentado", decía el perfil. La foto mostraba un torso delgado y una cara parcialmente visible que, con suficiente alcohol encima, podría pasar por la de Alex. Me mordí el labio mientras tecleaba.

"Dom con experiencia. ¿Límites?"

La respuesta fue inmediata: "Casi ninguno, señor."

Ese "señor" me hizo gruñir. Joder, llevaba demasiado tiempo conteniendo mis instintos.

Le di una dirección y un límite de tiempo. "Si llegas tarde, te vas."

"Sí, señor."

El chaval - Andrés, o Adrián, o cómo coño se llamara - llegó cinco minutos antes. No se parecía tanto a Alex como había imaginado, pero tenía esa misma forma de agachar la cabeza y ese temblor en las manos que me volvía loco.

"Desnúdate," ordené desde la silla donde me había instalado. "Y ponte de rodillas."

Obedeció inmediatamente, con una eficiencia que delataba experiencia. Se arrodilló con la espalda recta y las manos tras la espalda, la postura perfecta de un sumiso entrenado. Pero no era lo que necesitaba. No era esa sumisión natural y nerviosa que me volvía loco.

"¿Primera vez con un dominante?" pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

"No, señor. He tenido varios amos."

Varios amos. Por supuesto. Este era un puto profesional del BDSM, no un sumiso natural que necesita ser amado y protegido. Me levanté y le agarré del pelo, tirando su cabeza hacia atrás.

"¿Te gusta que te traten como una puta?"

"Sí, señor," gimió, pero sonaba ensayado. Como un actor porno recitando su guión.

Le solté con un gruñido de frustración. "Ponte a cuatro patas."

Se colocó en posición, arqueando la espalda de una manera que supongo que creía seductora. Me desabroché el cinturón y lo saqué de las trabillas con un silbido. El sonido le hizo estremecerse, pero no era el mismo tipo de temblor que Alex tenía cuando me acercaba demasiado.

El primer golpe con el cinturón le arrancó un gemido estudiado. El segundo, uno más auténtico. Para el tercero, ya había perdido la cuenta de cuántas veces había imaginado que era Alex quien estaba ahí, temblando y sonrojándose mientras susurraba "sí, señor" con esa voz tímida suya.

"¿Te gusta, puta?"

"Sí, señor, por favor... más fuerte..."

Me puse de rodillas detrás de él y le agarré del pelo, tirando su cabeza hacia atrás mientras mi otra mano le abría las nalgas. Mi polla estaba tan dura que dolía, palpitando contra la tela del pantalón.

"¿Quieres que te folle?"

"Sí, señor, por favor..."

Me saqué la polla y la froté contra su entrada, notando lo lubricado que estaba. El muy cerdo había venido preparado. Me hundí en él de una sola estocada, arrancándole un gemido que esta vez sonó genuino.

"¿Es esto lo que querías?" gruñí, empezando a follármelo con fuerza mientras tiraba de su pelo.

"Sí... sí señor..."

Cerré los ojos mientras aumentaba el ritmo, imaginando que era Alex quien temblaba bajo mi cuerpo. Alex, con sus sonrojos y su forma de bajar la mirada. Alex, mordiéndose el labio mientras susurraba "sí, señor" con esa voz tímida suya.

El sumiso empezó a gemir más fuerte, moviendo el culo contra mí como la puta profesional que era. Pero yo seguía pensando en cómo sería tener a Alex así, descubriendo su sumisión natural, temblando mientras lo reclamaba como mío.

Me corrí con un gruñido animal, llenándole el culo mientras imaginaba que era Alex quien se estremecía bajo mi cuerpo. El sumiso se corrió poco después, con un gemido estudiado que me devolvió bruscamente a la realidad.

"Fuera," gruñí mientras me subía los pantalones, tirándole su ropa.

"Pero señor, podríamos..."

"Que te largues, joder."

"¿Señor?"

"Que te largues, joder."

Se vistió en silencio y salió casi corriendo de la habitación. Me dejé caer en la cama, frustrado y más cachondo que antes. Saqué el móvil y abrí Instagram, buscando esa foto donde Alex sonreía con su puto gato.

"Me estoy volviendo gilipollas," murmuré mientras mi mano se deslizaba dentro de mis pantalones.

Esa noche me corrí pensando en cómo sería tener a Alex de rodillas frente a mí, temblando y sonrojado. Y después me dormí odiándome por ser un puto romántico de mierda que no podía follar sin sentimientos.

La mañana siguiente sería un infierno de resaca y culpabilidad, pero merecía la pena por haber confirmado lo que ya sabía: estaba completamente jodido. No quería un sumiso cualquiera. Quería a Alex.

Como conocí a mi sumiso 4: Grindr is Coming

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