La brisa del mar aún era fresca cuando Samuel despertó. Gabriel dormía a su lado, con la cabeza apoyada en su brazo. La luz del amanecer apenas asomaba sobre el horizonte, pintando el cielo de tonos rosas y naranjas. Samuel lo observó en silencio, memorizando cada detalle: la curva de su sonrisa incluso dormido, el desorden en su cabello castaño, la forma en que parecía tan tranquilo, como si el peso del mundo no pudiera tocarlo.
Gabriel abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz. Al ver a Samuel observándolo, sonrió y murmuró:
—¿Acaso siempre me vas a mirar así?
Samuel rió, encogiéndose de hombros.
—No prometo nada.
Gabriel se incorporó, aún somnoliento, y tomó la mano de Samuel entre las suyas.
—¿Sabes qué es lo que más me gusta de ti? —preguntó, su voz baja y seria.
—Sorpréndeme.
—Que, por primera vez en mi vida, siento que estoy en el lugar correcto, con la persona correcta.
Las palabras lo tomaron por sorpresa. Samuel había pasado gran parte de su vida dudando de que el amor verdadero existiera, y mucho menos que fuera para él. Pero ahora, sentado en esta playa con Gabriel, todas esas dudas parecían tan distantes como las estrellas.
—Eres lo más aterrador que me ha pasado —confesó Samuel, apartando la mirada. Gabriel levantó una ceja, confundido.
—¿Eso es bueno o malo?
—Es bueno… pero me asusta cuánto me importas.
Gabriel lo abrazó sin decir nada, dejando que las olas llenaran el silencio entre ellos.
—Yo también tengo miedo —admitió finalmente—, pero creo que es porque esto importa de verdad.
Con esa declaración, todo encajó. Samuel lo miró y sonrió con una determinación que no había sentido en años.
—Entonces hagamos un trato: lo que sea que venga, lo enfrentamos juntos.
Gabriel asintió y, sin dudar, selló la promesa con otro beso, esta vez con el sol como testigo.
El mar continuó su vaivén constante, eterno, pero para ellos, el tiempo se detuvo. Habían encontrado algo tan raro como una noche de luna llena perfecta: un amor honesto. Y ambos estaban listos para lo que siguiera.
Promesas al amanecer
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