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De la amistad al maletero

Escrito por: en_maletero

Hacía años que Héctor y Lucas eran amigos. Compartieron escuela y muchos momentos de confidencias. Héctor siempre había tenido novias, y Lucas tenía relaciones con hombres. Siempre tuvieron confianza para explicarse las alegrías y problemas de la vida.

Un día, bebiendo un poco más de lo normal, Lucas le explicó que tenía interés en los juegos de poder y el bondage. Le excitaba ser atado, encerrado, ceder el control. Héctor, impresionado, le preguntó si lo había hecho alguna vez. Lucas le confesó que muy pocas veces, tenía que tener mucha confianza con la persona, y no acababa de encontrar la seguridad necesaria. Héctor estaba con los ojos como platos, nunca se imaginó escuchar esos intereses en Lucas.

Héctor estuvo pensando en los deseos de su amigo de ser atado. Aunque no se había planteado nada erótico con un hombre, tener a su amigo atado le resultaba un campo de exploración más que interesante. Empezó a pensar cómo podía hacer para satisfacer a su amigo y, de paso, probar qué se sentía al tener a alguien a su merced. No tardó demasiado en buscar información sobre cómo atar y con qué para no lastimar a su amigo.

Una tarde de viernes Lucas recibió un mensaje de Héctor. Le decía de quedar a dar una vuelta después de cenar. Lucas no tenía muchas ganas, estaba cansado del trabajo y no le apetecía salir. Empezó a buscar excusas, pero Héctor estaba más insistente que nunca. Lucas no entendía la necesidad de verse. Héctor le contó que lo recogería en coche a la puerta de su casa, que lo llevaría de vuelta a casa, pero que sí o sí se iban a ver. Lucas aceptó.

Héctor se preparó para ese día. Se arregló la barba y se vistió a lo chico duro. Se buscó un tejano estrecho, una camisa blanca, unos botines negros y una cazadora de cuero que tenía. Se mostraría elegante, aunque sutilmente dominante, sin despertar sospechas en Lucas. Limpió su coche y preparó unas manillas, cuerdas y cinta adhesiva en el maletero. Estaba realmente emocionado con el juego que iba a emprender con su amigo.

Lucas recibió un WhatsApp. Héctor estaba en la puerta esperándole. Lucas no se arregló demasiado, pero bajó rápido. Cuanto más pronto se vieran más pronto volvería a casa a descansar. Vio el elegante coche de Héctor, brillante, con los intermitentes puestos. Ahora le sabía mal ir tan poco arreglado. Cuando entró vio a Héctor con su cazadora, que entreabierta mostraba su elegante camisa blanca. Le sentaba muy bien.

-Vas muy guapo Héctor-dijo Lúcas. A Héctor le encantó la apreciación y soltó una media sonrisa-. Yo no voy nada arreglado. Si hace falta subo a casa y me pongo algo mejor. ¿Vamos a algún sitio elegante?

A Héctor le daba igual como fuera Lucas, al poco rato nadie más que él vería las pintas de Lucas.

-Nah... Ya sabes que me gusta arreglarme-decía Héctor mientras pensaba que rara vez se arreglaba-. Vamos a tomar una cervecita. Algo rapidito, como te he dicho. ¿Tenías pensado algo que hacer después o qué?

-No, me iba a quedar en casa a descansar. He tenido la semana liada. Por eso no te he hecho mucho caso para salir...

Era fantástico. Lucas no tenía planes. Héctor esbozó una media sonrisa. Lucas le vio sonreir, y se le contagió la sonrisa.

-¿De qué te ries?-preguntó.

-Nada, que tomamos unas cervecitas, ¿no?

Héctor arranco el motor y puso marcha hacia su destino.

-Oye, Lucas, eso que me dijiste el otro día de que te gustaría que te ataran y esas cosas... ¿tienes con quien hacerlo?

-Ahora no, no he dado con nadie en un tiempo-respondió Lucas.- Oye, los bares no están por ahí?

-Lucas-dijo Héctor, mientras cerraba el seguro a las puertas-. ¿Y si te ato yo?

Lucas quédo perplejo. ¿Héctor atándolo? Su amigo era más alto y más fuerte que él, pero no le había visto con ojos de deseo. Le sorprendió tanto que se quedó atónito. Héctor paró el coche.

-Lucas, ¿estás bien?- le preguntó

-Sí, sí. Es que... no me esperaba esto. Me has dejado muy sorprendio...

-¿Entonces quieres que te ate? ¿Confías en mí?-espetó Héctor.

Tras un silencio en el que Lucas estaba asimilando la situación, finalmente respondió.

-Sí, sí... Probemos a ver... Pero vaya... que... que sino...

-¡HAS DICHO QUE SÍ!- gritó Héctor. Volvío a tomar el camino hacia el lugar que estaba buscando. -Mira, yo quiero que tengas una experiencia magnífica. No quiero que temas por nada. Eso sí, te voy a atar de verdad, no vas a poder soltarte.

Lucas veía como se adentraban en un polígono industrial. Estaba alucinado con la situación. Se mantuvo en silencio mientras Héctor le explicaba. El coche se detuvo apartado de unas farolas, y Héctor apagó el motor.

Héctor estaba totalmente emocionado con la situación, se sentía un auténtico macho alfa a punto de apoderarse de su amigo. Abrió la puerta del copiloto y le indicó que saliera.

-¿Me vas a atar aquí en medio?-preguntó Lucas.

-Tu sal-contestó Héctor sin más.

Lucas salió entre excitado y nervioso. ¿Qué tenía planeado? Héctor cerró la puerta del copiloto y, cogiendo del antebrazo a Lucas, se dirigieron al maletero. Al abrirlo, Lucas pudo ver los materiales que había allí.

-Ahora obedece y déjame hacer-ordenó Héctor con una voz más seria de lo normal-. No te muevas.

Héctor cogió las manillas y juntó las manos de Lucas por delante suyo. Se las puso y se las ajustó correctamente. Vio a su amigo enmanillado, y sintó una leve erección que quería mantener en secreto. Lucas estaba nervioso por si alguien podía observarles, y miraba de un lado al otro. Héctor siguió con su objetivo, y cogió una de las cuerdas para atarle los tobillos.

-¿Estás cómodo?-preguntó Héctor poniendo muy cerca su cara de la de Lucas. Su amigo asintió-. Perfecto.

Héctor se agachó y cogió en volandas a Lucas, y lo introdujo dentro del maletero. Lúcas se sorprendió y quedó excitado por la decisión de su amigo, no le reconocía con ese rol de poder. Aun dentro del maletero, Héctor estaba con las cuerdas entre sus manos, y aseguraba las muñecas atadas de Lucas a las barras del maletero. Lo mismo hico con los tobillos.

-Ahora no puedes salir por tu propio pie. Yo tengo el poder. Vamos a dar un paseo, y luego ya veremos qué hago contigo.

Cogió la cinta adhesiva y desenrolló un poco.

-No grites ni hagas ruidos a no ser que realmente te esté pasando algo. No quiero que la policía nos pille, así que pórtate bien.

Antes de que Lucas pudiera decir nada, Héctor tapó su boca con la cinta adhesiva y empezó a darle vueltas y más vueltas. Cuando quedó bien sellado, dejó caer la cinta en el maletero y se enderezó. Podía ver, enmarcado en los límites del maletero, a su amigo atado, amordazado y sin escapatoria. Se le quedó mirando por un instante con mirada penetrante.

-Disfruta de las vistas-dijo con una sonrisa en la boca. Acto seguido, cerró el portón.

Lucas quedó en la oscuridad y el silencio. Toda esta situación le había excitado muchísimo. Escuchó desde dentro del maletero cómo se abría la puerta, seguramente, del piloto, cómo alguien se sentaba y otra vez aquella misma puesta cerrarse. Acto segudio escuchó cómo el seguro de las puertas se cerraron de nuevo, y poco después el motor arrancó con su característico sonido. Empezó el movimiento de aquél coche.

Ahora, tocaba disfrutar de las vistas...

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