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TRANSFORMACIÓN I - Origen

Escrito por: CUBASTURIAS

Bernardo: Fuerte como un oso.

Gonzalo: Audaz, valiente viajero.

Héctor: Poseedor, el que tiene.

Bernardo era fuerte, de estatura media, ancho de hombros, musculoso por naturaleza, bastante velludo. Era de andar vigoroso, y de gestos y hablar rudos. Una buena parte de todo eso le venía por herencia, su padre y su abuelo eran hombretones. La otra parte por su crianza en su pueblo, un pueblo aislado, lejos de cualquier influencia de las costumbres y maneras urbanas de comportarse.

Con 10 años se mudó a la ciudad. Su padre recibió una oferta de trabajo muy favorable que le inclinó a probar suerte y que además finalmente resultó excelente. De niño, su rudeza no le molestaba, ni siquiera era muy consciente de ella, pero al entrar en la adolescencia, cuando estas características se acentuaban aún más, le empezaron a molestar, no le gustaba ver cómo era, y menos como se iba transformando a más y más hombretón.

Era inteligente y con gran capacidad de observación, se daba cuenta de todo lo que pasaba a su alrededor. Se veía distinto a los otros chicos de la escuela, pero no sólo era eso lo que lo que no te gustaba, había otra razón que comenzó mucho antes, cuando aún era un crío. Había ido con un primo a bañarse al río y allí vio a un hombre desnudo que no conocía y notó que tenía una polla muy grande. Eso, que al inicio fue sólo curiosidad, asombro, interés, luego se transformó en una idea fija y cada vez que podía se fijaba en la polla de los hombres, le importaba, le fascinaban las pollas grandes, y más cuando ya en la adolescencia se daba cuenta que esos tenían las pollas mucho más grandes que la suya.

En la ciudad iba a nadar a las piscinas del polideportivo y en los vestuarios demoraba bastante, más de lo necesario, para ver como “calzaba” cada uno. Se dio cuenta muy pronto que le gustaban los hombres, no se interesaba por las chicas. Pero no todos los hombres, los de polla pequeña para él no existían, él se interesaba sólo por los pollones, y mejor mayores que él, como aquel que le había llamado la atención años atrás en aquel río cercano al pueblo.

Se percataba que ninguno le prestaba atención, ni lo miraban, notaba cuando alguien incluso por la calle echaba una mirada furtiva a algún otro, pero esos chicos no eran de su aspecto. Su aspecto de machote rudo aún siendo tan joven, hacía que nadie dudara de su sexualidad, que todos lo tuvieran claramente como heterosexual. Por eso no le gustaba ser como era, se veía sin esperanzas, sin posibilidades, se detestaba algo a sí mismo.

Un buen día después de nadar, se había duchado y acababa de sentarse en uno de los bancos del vestuario cuando notó que un hombre de unos 40 años entraba desde las piscinas y se desnudaba para entrar rápidamente a las duchas. Esos escasos instantes le bastaron para notar que tenía una polla de tamaño considerable. Eso para él tenía un efecto casi hipnótico, que le hizo dejar de pensar en vestirse, y quedarse a esperar para volverlo a ver. No tuvo que esperar mucho, y cuando lo vio otra vez, no pudo evitar que su mirada quedara fija en su pollón, que esta vez, al salir de la ducha lo percibió como algo más “despierto”.

Gonzalo, que así se llamaba ese hombre, lo notó, pero el aspecto del chico le hacía dudar, le veía muy macho, esperó y como seguía mirándosela fijo optó por decirle algo.

• Gonzalo: “Hola chaval, ¿te pasa algo?”

• Bernardo (sonriéndole): “Hola, no nada, estoy bien”

• Gonzalo: “Es que te vi, entré a la ducha, salgo y te veo en las mismas”

• Bernardo (hablándole pero sin poder evitar mirarle de vez en cuando la polla): “Es que estoy un poco remolón”

• Gonzalo (dudando): “Pero es que no me miras a la cara”

• Bernardo (sigue sonriendo): “Perdón, es que a veces no puedo evitarlo”

• Gonzalo: “Quizás me esté equivocando… pero me parece que me miras la polla”

• Bernardo (sonriendo y levantando la mirada): “Sí… ya le dije que a veces no puedo evitarlo”

• Gonzalo: “Entonces…”

• Bernardo: “Es que es un pollón”

• Gonzalo (sonriendo él ahora): “Sí… pero es simple curiosidad… ¿o es que te gusta?”

• Bernardo: “Las pollas grandes me ponen tonto… me gustan”

• Gonzalo: “Ven, acércate… aquí a mi lado”

• Bernardo: “Enseguida”

• Gonzalo: “Creo que ya no queda nadie… si quieres tócamela”

• Bernardo (acariciándosela): “¡Cojones… cómo se pone más grande!”

• Gonzalo: “La verdad que por tu aspecto no me lo imaginaba, pero si tanto te gusta ponte en el suelo entre mis piernas y chúpamela un poco”

• Bernardo (mirándosela desde abajo): “¡Qué pollón!”

• Gonzalo: “Vamos, no sólo con la lengua, trágate un poco”

• Bernardo: “AAgh”

• Gonzalo (al rato): “Eres increíble, todo un machito tragando polla… ahora vamos para ese cubículo, donde está el wáter, que te la quiero meter… si quieres”

• Bernardo (sabiendo que le iba a doler pero con ganas): “Sí, claro”

• Gonzalo (ya dentro y cerrando la puerta): “De rodillas, sobre la taza, de culo hacía mí”

• Bernardo: “¿Así?”

• Gonzalo (escupiendo en su mano, mojándose la polla y con otros dos lapos mojándole el culo al chico): “Voy… ahora verás lo que es una polla grande de las que dices que te gustan”

• Bernardo: “¡Ay, ay!”

• Gonzalo: “Sabía que te iba a doler”

• Bernardo: “Sí, pero no importa, dame”

• Gonzalo (al rato): “Pues toma… toma polla… y no me voy a demorar mucho porque esto están al cerrarlo y no quiero que nos coja el recepcionista… te voy a preñar”

• Bernardo: “Sí, dame la leche”

• Gonzalo: “¡Me corro cojones, me corro!”

• Bernardo (tocándose un poco y corriéndose enseguida): “¡Ay, yo también me corro!”

Se despidieron, se vistieron y salieron rápido del polideportivo.

• Bernardo: “¿Vienes mañana?... ¿quieres mi número de móvil?”

• Gonzalo: “¿Mañana? ¿no te duele el culo?”

• Bernardo: “Sí bastante… pero no importa”

• Gonzalo: “¿No quieres recuperarte?”

• Bernardo: “Me gustan las pollas grandes y tenía claro que tenían que doler”

• Gonzalo: “Bueno con el tiempo te dolerá menos… pero mañana…”

• Bernardo: “Cuando me diste la primera estocada me dolió mucho pero me gustó que me doliera”

• Gonzalo: “¡Cojones!... bueno como quieras, mañana nos vemos a la misma hora o un poco antes… además es el único día de que dispongo, no soy de aquí, vine con mi mujer y mis hijos sólo por unos días… pero que sepas que te voy a dar y te voy a dar duro… una vez que ya estoy caliente no me ando con remilgos”

• Bernardo: “Mejor”

• Gonzalo (sonriendo): “Te diría que tienes un aspecto de muy macho pero también te diría que hay que ser muy macho para aguantar así por el culo… a ver si es cierto que mañana vienes a pesar del dolor que tengo que haberte dejado en el culo”

Al otro día por supuesto que Bernardo fue puntual a la cita. Gonzalo se asombró porque no concebía que no se tomara unos días de recuperación, pero el verlo de nuevo se excitó de inmediato. De hecho se encontró a Bernardo sentado desnudo, esperándole en el vestuario, y quiso ser directo.

• Gonzalo: “Vamos maricón, bájame tú los pantalones y empieza a chupar”

• Bernardo: “Enseguida, ya estaba desesperando”

• Gonzalo: “Y asegúrate de mojármela bien que hoy quiero darte más tiempo por el culo… veremos cómo aguantas con ese culo reventado de ayer”

• Bernardo: “Sí… no puedo dejar de tener otra vez ese pollón dentro”

• Gonzalo: “¡Traga cojones!”

• Bernardo (todo un rato): “Glup, glup, glup”

• Gonzalo: “Ya tragas hasta mejor… pero levántate y date la vuelta, quiero verte el ojete”

• Bernardo: “¿Así?”

• Gonzalo: “Sí, sepárate bien esas nalgonas con las manos… sí que lo tienes muy enrojecido, inflamado… ¿estás seguro que quieres?

• Bernardo: “Sí macho, desde que me la sacaste ayer ya quería repetir, pero cuando luego me dijiste que no ibas a estar más por aquí… no podía dejarlo pasar”

• Gonzalo: “Pues vamos para el mismo cubículo de ayer… y asume las consecuencias”

• Bernardo (ya dentro): “¿Me pongo igual que ayer”

• Gonzalo: “No, hoy me voy a sentar yo sobre el wáter y tú te vas a sentar sobre mi polla, veremos si eres capaz”

• Bernardo (obedeciendo): “¡Ay!”

• Gonzalo: “Si es que esto es increíble, te has sentado de a una, lo veo, lo siento y no me lo puedo creer”

• Bernardo: “Es que quería sentir otra vez la punzada, comprobar que estoy metiéndome algo enorme por el culo”

• Gonzalo: “Eres masoca, maricón… vamos muévete, sube y baja, que hoy me vas a sacar tú la leche moviendo ese culazo”

• Bernardo (subiendo y bajando de forma desaforada): “¡Ay cojones!... ¡qué pollón tienes macho, cómo me llena el culo!”

• Gonzalo: “Y el placer que me da tu culo en mi polla, sigue, sigue así, que me tienes a tope”

• Bernardo: “¡Sí macho, cómo me gusta tu polla… que digo polla, pollón, pollonazo que tienes cabrón… las ganas que tenía hasta ayer de una polla en el culo!”

• Gonzalo: “Pero… ¿qué me dices? ¿que hasta ayer eras virgen de culo… o lo que quieres decir que no habías tenido una polla como ésta?”

• Bernardo: “No macho, eres tú el primero que me da por el culo”

• Gonzalo (sujetándolo por las caderas y deteniendo la follada un momento): “No lo puedo creer… ayer por tu comportamiento estaba seguro que tenías que tener ya alguna historia”

• Bernardo (volviendo a cabalgar): “Pues no… y me alegro haber empezado por la puerta grande… o más bien con una polla grande”

• Gonzalo (al rato): “Muévete puta, muévete… que ya quiero que me saques la leche”

• Bernardo: “Sí… dame otra vez la leche, inúndame el culo”

• Gonzalo: “¡Me corro, toma leche maricón!”

Como el día anterior con sólo un par de manoseos que se dio Bernardo en su polla se corrió, con la obsesión que tenía desde hacía tanto tiempo por las pollas grandes y lo que estaba sintiendo por el culo, no necesitó más.

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