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TRANSFORMACIÓN II - Insistencia

Escrito por: CUBASTURIAS

Pasaron meses y Bernardo no tuvo sexo con nadie más. Pero se había quedado, si cabe, con más ganas de pollón que antes de su primera vez. Entonces fue cuando yendo de regreso a casa, lleno de ganas y pensando en cascarse una paja al llegar en su habitación, se encontró con uno caminando solo por un callejón. Fue Bernardo que iba caliente quien empezó a mirarlo fijamente y por supuesto a mirarle el paquete, ya era un vicio el mirarle el paquete a los hombres y adivinar que pudiera estar dentro. El hombre primero no le hizo caso pero fue tan evidente su mirada que le saludó con un “hola chaval”. Eso fue suficiente para que Bernardo se le acercara sonriendo y casi sin preámbulos fue acercando su mano a su polla. Lo hizo lentamente por si aquel reaccionaba mal, pero al ver que se dejaba fue al grano. Le abrió la bragueta, le metió la mano y le sacó la polla. La vio, no era como aquel otro de su primera vez, ni de las que más le gustaban, pero no estaba mal y empezó a pajearle. Al rato, ahí mismo, se puso de rodillas en el suelo y empezó a mamársela.

Todo iba bastante bien hasta que el hombre le hizo ponerse de pie, Bernardo se bajó los pantalones pensando que quería metérsela por el culo o tocárselo pero lo que hizo fue empezar a tocarle la polla y hasta se puso de rodillas con la intención de mamársela. Eso fue un jarro de agua fría para el chico, no le gustó que quisiera mamarle su polla, enseguida comparó con el sexo con su primer macho y vio que no iba a tener nada que ver. Ahí mismo se disculpó con que los podrían ver, se subió los pantalones y marchó casi corriendo para su casa. Ese sexo no sirvió para nada o quizás sólo para que a Bernardo le quedara claro que lo de él era poner el culo y que prefería que no le tocaran la polla.

El tercer acercamiento a un hombre que tuvo fue en la sauna del polideportivo, ya había cumplido 18 años y después de nadar en la piscina empezó a darse una sauna por unos minutos antes de duchase y marcharse a casa. Esta vez no había nadie más que ellos dos y en un momento determinado el hombre se quita la toalla que tenía anudada en la cintura la extiende sobre el banco superior y se acostó boca arriba. Bernardo no perdió ocasión y hasta se puso de pie un momento pretendiendo mirar el reloj de arena que había allí para mirarle detenidamente la polla, éste no se percató de nada porque no sólo se había acostado sino que también había cerrado los ojos. Bernardo se quedó en una pieza cuando se dio cuenta de la envergadura de lo que estaba mirando, no sólo era grande, sino que era mayor y más gorda que aquella polla que le había desvirgado el culo. Se volvió como loco y decidió que ese pedazo de polla no la iba a dejar pasar. Esperó pacientemente a que aquel cambiara de posición y cuando pasó de acostado a sentado buscó conversación.

• Bernardo: “Hola, me llamo Bernardo, no le había visto antes por aquí”

• Héctor: “Hola, ya que te presentas, yo Héctor, encantado… y bueno sí que vengo asiduamente a la sauna, lo que generalmente en otros horarios”

• Bernardo (mirándole ya directamente a entre las piernas): “A esta hora casi no hay nadie, es muy probable que uno esté solo o como ahora solos usted y yo”

Héctor como tantos otros cuando se fija en Bernardo le ve muy varonil y le contraría que siendo así tuviera la mirada tan directa donde la tenía. Como dudaba de las intenciones del chico, por haber iniciado la conversación y mirarle así, optó por abrirse más de piernas, estaba sentado desnudo sobre su toalla y además de abrirse bien, se pasó la mano acomodándose la polla y los cojones.

• Bernardo: “Aunque yo prefiero estar como estamos ahora, usted y yo, no estar solo, me gusta la compañía… o esta compañía”

• Héctor (volviéndose a recolocar la polla): “No me llames de usted, puedes tutearme… pero ¿qué quieres decir con esta compañía?”

• Bernardo (sin dejar de mirar cómo se tocaba la polla): “Sí, con usted, perdón contigo, me pareces buena gente, me siento como protegido, mejor que solo”

• Héctor (con la polla en la mano): “No sé, si no fuera por tu aspecto tan recio, tan varonil, diría que estás más interesado en otra cosa, no tanto en si soy buena persona”

• Bernardo: “Bueno una cosa no quita la otra”

• Héctor: “Entonces reconoces que tienes interés por otra cosa”

• Bernardo: “Es que hay cosas que son muy de admirar”

• Héctor (ya con una mano en los cojones y la otra acariciándose la polla): “Quizás de cerca puedas verlas mejor”

Bernardo se le acerca y va a sentarse en el banco de abajo al que él estaba sentado. Héctor entonces se abre totalmente de piernas, mantiene su pie derecho sobre el banco inferior y extiende la pierna izquierda sobre el superior donde está sentado. Bernardo lo capta y termina poniéndose entre las piernas abiertas de Héctor, pero se sienta algo de costado, quedando muy cerca aquel pollón. Como casi siempre le pasaba, se queda quieto como hipnotizado, con la vista fija en lo que él consideraba una maravilla de la naturaleza. Tuvo que ser Héctor quien le coge por la nuca y le acerca la cabeza. El chico pone su brazo sobre la pierna del hombre para con la mano sujetarle la polla, abre la boca, ya salivando como quien va comer algo que le gusta mucho. El calor y el sudor potenciaban el olor intenso a polla y cojones.

• Héctor: “Oye, un momento, está muy sudada, ¿salgo me la lavo y regreso?”

• Bernardo (ya tragándose un pedazo y sacándosela de la boca para hablar): “Ni se te ocurra, me gusta que sepa a macho”

• Héctor (al rato de la mamada): “Pásame un poco la lengua por los cojones”

• Bernardo (sacando la lengua): “¡Mmm, qué cojonazos!”

• Héctor (levantándose y poniéndose de pie): “Ven nene, ponte de pie que quiero restregarte la polla por ese culazo que tienes”

• Bernardo (lo hace y siente como ese macho le restregaba ese pedazo de polla por las nalgas y luego le recorría la raja del culo): “¡Ay macho, qué pollón!... ¿me la quieres clavar?”

• Héctor: “Por supuesto que te la quiero clavar… pero ¿tienes prisa, algo que hacer?... vivo solo y esto lo van a cerrar ya casi”

• Bernardo: “Prisa no tengo ninguna… pero aunque tuviera algo que hacer con ese pollón que tienes…”

• Héctor: “Pues vamos”

Salieron, se ducharon, se vistieron rápido y se fueron juntos al parking.

• Héctor: “¿Viniste caminando o en coche?”

• Bernardo: “Caminando, vivo cerca… y no tengo coche”

• Héctor: “Pues vamos, sube, que tengo ganas de llegar ya a casa y rellenarte ese culo”

• Bernardo: “Y yo, que desde que te vi esa polla tengo ganas y ya después que te la he visto dura, enorme en todo su tamaño, más ganas aún”

• Héctor: “Te va a doler”

• Bernardo: “No importa, quiero tu polla”

TRANSFORMACIÓN II - Insistencia

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