Al día siguiente Bernardo llegó a casa de Héctor muy temprano en la mañana y lo primero que hicieron no fue follar, a pesar que al llegar lo primero que hizo el chico fue acariciarle la polla por encima del pantalón. Héctor le ordenó desnudarse completamente, mientras él se quedaba como estaba, en shorts y camiseta, y bajo una buena luz le embadurnó completo con las cremas, todo el cuerpo con la de piel normal y luego en la raja del culo y alrededor de los genitales con la otra. Por esta vez sí que le tocó esa zona. Luego pasaron al baño y con un paño y la espátula que traían le quitó casi todo, luego le mandó a ducharse. Al salir y secarse, hizo que se echara el bálsamo sobre todo en la zona genital y él se lo aplicó en la raja del culo. Bernardo quedó absolutamente depilado, sin un pelo, aunque con zonas enrojecidas, algo irritadas, a Héctor se le había pasado un poco el tiempo que decían las instrucciones. Eso le importó más a él mismo que al chico, que con su educación de pueblo y estoicismo, estaba acostumbrado a aguantarse. Eso sí, cuando se miró en el espejo se gustó a sí mismo, se daba cuenta que así disminuía notablemente su aspecto osco.
• Bernardo: “Mmm, muchas gracias, me veo mejor así”
• Héctor: “Me pasé un poco, no me gusta haberte dejado esas rojeces”
• Bernardo (sonriendo): “Me arde un poco por aquí, pero nada importante… me duele más el ojete”
• Héctor (sabiendo cómo iba a responderle): “Pues cambio de planes… habrá que esperar entonces”
• Bernardo (tocándole la polla otra vez, por encima del pantalón corto): “Ni hablar de esperar, quiero despertar al monstruo”
• Héctor: “Pues Berna te voy a seguir destrozando ese culo… maricona, tú solita te lo buscas… me ha dado morbo el espejo, así que la mayor parte del tiempo te quiero ver, que ahora, sin esa capa de pelos que tenías, te veo como más desnudo… o desnuda Berna, desnuda, que también ya se te ve menos hombre… me la vas a mamar aquí, de rodillas y luego te la voy a clavar de pie, sujetándote tú al respaldar de esa silla… vamos, al suelo puta, de rodillas, me bajas el pantalón y los calzoncillos y a mamar”
• Bernardo (le baja el pantalón y los calzoncillos a la vez y se queda quieto ensimismado): “Mmm”
• Héctor: “¿A qué esperas puta?”
• Bernardo: “No puedo evitar mirar un pollón como éste aunque sea unos segundos”
• Héctor: “Bueno, ahora traga”
• Bernardo (y tragó pero no lograba metérsela toda): “AAgh”
• Héctor (empujándole la cabeza hacia sí): “Espera que te ayudo… ¡trágala toda maricón!”
• Bernardo (babeando, soltando un río de saliva): “AAgh, AAgh”
• Héctor: “Eso te pasa por querer pollas grandes… ahora te jodes”
• Bernardo (cuando Héctor le da un respiro): “Pues me jodo macho, me jodo, pero me encanta tu pollón”
• Héctor: “Berna, ¿sabes que se te ve el culo más apetecible, así depilado? es un culazo, tienes tremendas nalgas… es más, no espero más… de pie, que ahora mismo te la voy a clavar… y lo voy a hacer como te gusta a ti te pongo la punta y hasta los cojones”
• Bernardo (sonriendo): “Eso es si primero yo no empujo el culo para atrás”
• Héctor: “Pues mejor los dos a la vez, pero te va a doler… cuando te eché la crema depilatoria en la raja te vi el ojete irritado, no te has recuperado de lo de ayer”
• Bernardo: “Mejor, ya te he dicho que me gusta que por lo menos en el primer sablazo me duela”
• Héctor: “¡Pues toma polla maricón!”
• Bernardo: “Ay, sí cojones ¡qué dolor!... creo que hasta más que ayer”
• Héctor: “Tú te buscas estas cosas”
• Bernardo: “Sí, lo sé”
Héctor siguió dándole por el culo a buen ritmo y ahí mismo delante del espejo, le gustaba mucho ver la imagen del chico en el espejo recibiendo polla, ver cómo se la sacaba casi completa y luego otra vez desaparecía metiéndosele toda dentro. Sabía que habría más ocasiones para follárselo de otras formas durante todo el fin de semana y se dejó llevar, le empezó a dar aún más duro hasta que no aguantaba más.
• Héctor: “¡Me corro maricón, me corro!”
• Bernardo: “¡Sí papá sí, lléname otra vez el culo con la leche de ese pollón, préñame cojones sí!”
Bernardo con sólo rozarse la polla se corrió pocos segundos después que su macho. Cada vez le costaba menos correrse, la excitación que le hacía sentir Héctor se acercaba a ser suficiente para correrse, y no sólo era el pollón que se gastaba, era más, era también todo un macho, y un macho que sabía cómo tratarlo, dentro y fuera del sexo.
Terminaron y se ducharon. Héctor le metió prisa a Bernardo para irse a un centro comercial. Llegaron pronto y se fueron de tienda en tienda. Héctor le compró unas cuantas cosas, un par de zapatos, pantalones, camisetas, un polo, hasta calcetines y calzoncillos de dos tipos. Se fijaba en cada detalle, entraba con él en los probadores, descartaba cosas y se quedaba con otras, apenas le preguntaba a Bernardo si le gustaba o no, sencillamente decidía él. Cuando le compró los pantalones, le hizo probar varios, hasta que se quedó con dos, un vaquero azul de tela elastizada y otro blanco, ambos sumamente ajustados por las nalgas, eso era su principal objetivo, que se le marcara bien el culo. También le compró un cinturón de tejido blanco y azul con intención marinera. Las camisetas eran también ajustadas, una azul y la otra color rosa pero ésta en particular con bastante escote. Bernardo se asombraba de las cosas que compraban pero callaba, al final era él quien pagaba y además sabía que lo estaba haciendo a postas.
Cuando Héctor dio por terminadas las compras le hizo ir a un baño, desnudarse completamente en un cubículo y ponerse unos zapatos tipo mocasín con unos calcetines rosados de corte bajo, una tanga color salmón, el pantalón blanco y la camiseta azul. Bernardo se daba cuenta que lo estaba vistiendo de maricón, pero no podía negarse, él era el macho y ya se imaginaba que al regresar a la casa, no más entrar, le iba a volver a dar por el culo, probablemente sin dejar que se quitara toda esa ropa, pero sino ya se encargaría él de calentarle, bajarse el pantalón y ofrecerle su culo. Luego se fueron a comer en un restaurante del mismo centro comercial.
• Héctor: “¿Te has visto en el espejo? ¿te has dado cuenta que ya no tienes ese aspecto tosco que te molestaba?”
• Bernardo: “Sí, aunque si quieres mi opinión creo que te has pasado un poco”
• Héctor (sonriendo): “¿Eso crees?, no te preocupes, no pretendo que te pongas todo junto siempre la misma vez… te he hecho vestir así hoy para ver como reaccionabas y para que hoy te sientas maricón… pero mira, tus gestos y tu manera de hablar son las mismas, he visto gente que te ha mirado pero al verte caminar han cambiado la manera de mirarte, sigues siendo muy macho al andar y eso compensa, deben haber pensado que eres un chico muy moderno… y puede que sí, quizás hoy me pasé un poco… pero que sepas que en un momento pensé incluso en hacerte poner la camiseta rosada…”
• Bernardo: “Pues menos mal”
• Héctor: “De todas maneras he de decirte que me encanta como se ven tus nalgas con ese pantalón, además un poco se intuye la tanga, trasparenta un poco, me cuesta dejar de mirarte para el culo”
• Bernardo (sonriendo): “Te está pasando como a mí cuando te veo la polla”
• Héctor: “Como tiene que ser tú interesado por mi polla y yo por tu culo”
• Bernardo: “Pues sí”
Llegó el camarero y les ofreció dos cartas con el menú. Bernardo comentó algo pero Héctor le interrumpió.
• Héctor: “No vas a pedir tú, yo voy a decidir para mí y para ti… pero no creas que es por hacerme sentir tu macho, la transformación que me he propuesto para ti también incluye dieta, que cambies tus hábitos alimenticios y bajes algo de peso… una pena que no estés conmigo en mi casa todo el tiempo”
• Bernardo: “¿Te gustaría?”
• Héctor: “Sí, ya te he ofrecido mi casa”
• Bernardo: “Y si te digo que pudiera buscar un pretexto a mis padres para mudarme contigo”
• Héctor: “Por lo menos a día de hoy me encantaría”
• Bernardo: “¿De verdad?”
• Héctor: “Sí, la única pega sería que me gusta dormir solo, pero sabes que en casa hay habitaciones de sobra… te aclaro a mi habitación podrías entrar cuando quieras y por supuesto te follaré muchas veces en mi cama… bueno ya lo he hecho… pero a la hora de quedarme dormido mejor solo, me cuesta dormir”
• Bernardo (sonriendo): “Vale, te follas, preñas a la perra y luego que se largue y no te moleste”
• Héctor: “No quise decir eso”
• Bernardo: “Lo sé”
Héctor pidió para él un par de platos poco calóricos. A Bernardo finalmente le gustó, nunca se hubiera pedido eso pero tuvo que reconocer que estaba bueno. Pero le estimulaba saber que así se iba adaptando a su hombre.
• Bernardo: “Pues volviendo a lo de mudarme. Le voy a decir a mi madre que una chica me comentó que había un profesor, tú, de otra facultad que vive cerca de la Universidad que está ofreciendo una habitación a un estudiante con la única condición de que se ocupe de la casa, que tiene poco tiempo y viaja mucho, que no pide dinero sino limpieza y que por supuesto los gastos personales irán por cada cual. Pero que a muchos estudiantes no les interesa porque prefieren compartir piso con otros chicos y no con un profesor, aunque sea de otra facultad. Voy a esperar un par de días y entonces le voy a decir que el profesor, va a entrevistarme y a un par de chicos más y que ya le contaré. Luego le digo que me preferiste a mí y ya está. Puede que quiera ir quizás una vez… pero no te preocupes, conozco a mi madre y si acaso va, y lo ve todo bien, no volverá, no es de meterse en casa de nadie y menos de un profesor de la universidad”
• Héctor (sonriendo): “Bueno, renta tendrás que pagar… lo que pasa que será en especies, tendrás que tener tu culo a mi disposición”
• Bernardo: “Eso ya lo tienes, mi culo es tuyo y de esa polla enorme que me vuelve loco, para que me lo revientes cada vez que te salga de los cojones”
• Héctor: “Y sobre ocuparte tú de la casa, muy bien, pero a excepción de la cocina, esa que la quedo yo”
• Bernardo: “Vale”
• Héctor: “¿Y cuando crees que podrás mudarte?”
• Bernardo: “Lo haré poco a poco, así lo van asimilando mejor, pero vaya que el fin de semana que viene ya me tendrás a tu disposición… lo que sí pienso es, después que esté instalado, quedarme un día por semana en casa de mis padres, probablemente sábado o domingo que es cuando están los dos en casa”
• Héctor: “Todo muy bien pensado… bueno de postre nada, o mejor dicho si quieres te lo doy en casa, te tomas mi leche como postre que te viene mejor, más sana”
• Bernardo (sonriendo): “Perfecto, ya por la mañana me la diste por el culo, está muy bien que me la des en la boca… pero vaya que tú me la das por donde te salga de los cojones, nunca mejor dicho”
• Héctor: “Claro Berna… si es que me has llegado como caído del cielo, llevaba tiempo solo y me gusta dominar, necesitaba alguien con quien hacer lo que dices, lo que me salga de los putos cojones… lo que sigo sorprendiéndome es como un chico tan viril como tú pueda ser tan sumiso, tan fácil de someter”
• Bernardo: “Bueno si no tuvieras esa polla que tienes no me podrías someter, te lo aseguro… pero una polla como la tuya me pierde”
Bernardo se mudó. La verdad es que estaba más cerca de la universidad y ahora tenía más tiempo. Se ocupaba de todo lo concerniente a la casa, lo hacía todo y lo mantenía todo impecable, limpio y en orden. Cuando ponía la ropa en la lavadora no podía evitar oler uno a uno los calzoncillos de Héctor.
El plan de transformación también incluyó que se dejara el pelo largo, algo por encima de los hombros y además Héctor le compró un secador de pelo que valía para hacer rizos, hacer el pelo ondulado. También le hizo practicar como caminar, primero la punta del pie y no apoyar con todo el peso a la vez en toda la planta del pie.
Ya casi no quedaba nada de esa tosquedad que tenía Bernardo, se miraba en el espejo y le gustaba lo que veía, ahora se vestía y se miraba, de frente y de costado, siempre se miraba el culo, ya siempre usaba pantalones muy ceñidos, se sentía orgulloso de sus nalgas, y por delante trataba de no marcar paquete, muchas veces, cuando salía con Héctor, incluso se metía la polla hacia atrás. Ahora se gustaba, pero lo más importante, estaba seguro que le gustaba y mucho a Héctor, a su macho, quien no paraba de darle polla, de reventarle, de destrozarle el culo con ese pollón enorme. En verano, le hacía estar siempre en tangas y chanclas por la casa, y en invierno con un pantalón licra térmico. A Héctor le gustaban mucho sus nalgas y no quería que estuviera en casa sin que pudiera verlas, tocarlas, azotarlas. Y ahora Berna ya se corría fácilmente sin tocarse, sus corridas empezaban siempre por algún lugar escondido dentro del culo. Ahora era totalmente distinto al Bernardo original.
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