En esos momentos ya Leandro estaba como en otra parte, llevaba mucho tiempo prácticamente sin ningún contacto piel con piel. Él era como un terreno seco que recibía la lluvia, su cuerpo lo agradecía, lo estaba necesitando sin que fuese consciente de ello. Se dejó hacer, se relajó como nunca antes. Guillermo pasó de la zona lumbar a los glúteos, los apretó bien, a los dos, luego uno a uno con las dos manos, subía y bajaba. Leandro instintivamente abrió un poco las piernas y Guillermo al mirarle entre las piernas pudo notarle una erección. Eso le dio pie para seguir con el masaje, para ir más a lo íntimo, le echó lubricante en la raja del culo y empezó a recorrerla con sus dedos pulgares mientras apretaba sus glúteos, bajaba y al acercase al ojete, saltaba y seguía con la parte baja de la raja, volvía hacia arriba y ya finalmente empezó a tocarle los bordes del ano con sus dedos.
• Guillermo: “Es bueno no ignorar ningún musculo, somos todo uno, pero si te molesta algo me dices”
• Leandro (ya estaba en una nube): “Haz lo que quieras macho”
A Guillermo no se le escapó que le llamara “macho”, lo había hecho por primera vez, eso y que fuese cuando le estaba recorriendo los bordes del ano, tenía su significado. Entonces ya se decide y le mete un dedo en el culo, con mucho lubricante y muy poco a poco, haciendo primero círculos. Otra vez la reacción involuntaria de Leandro fue abrirse un poco más de piernas. Guillermo aprovecha y le mete otro dedo. Ahora con el índice y el del medio rebuscó dentro hasta encontrar el punto que trataba de localizar y empezó a masajearle la próstata, lento, más rápido, más suave, más fuerte. A Leandro se le escapaban los gemidos.
• Leandro: “¡Cojones qué gusto! ¿qué me haces?”
• Guillermo: “Tú no te preocupes, relájate, pon tu mente en blanco, disfruta”
• Leandro: “Es que es algo que nunca he sentido, es que empieza ahí pero me recorre por dentro… sigue por favor”
• Guillermo: “Tranquilo que voy a seguir mucho tiempo… noto que estabas necesitando algo de esto, fue mucho tiempo sin nada, ¿no es así?”
• Leandro: “Sí, casi que no quería ni mirarme la polla, es que ella tenía razón”
• Guillermo: “Ella fue una hija de la gran puta, pero no te preocupes que yo no te voy a tocar tu polla, te voy a abrir a otro mundo de placer”
• Leandro: “Ya me lo estás abriendo, me estás volviendo loco, ¿esto también lo aprendiste en tus cursos?”
• Guillermo (sonriendo y metiéndole un dedo más): “Sí que lo aprendí, pero no en ningún curso… tengo experiencia… pero tú a disfrutar, olvídate de todo”
• Leandro: “¡Cojones! ¿cuántos dedos ya me has metido?”
• Guillermo: “Tres… pero ya es para prepararte a más”
• Leandro: “¿Para más?”
• Guillermo: “Sí, para meterte la polla por ese culazo que tienes, al principio algo te puede doler, he hecho todo lo posible para que no sea mucho, pero luego verás cómo te gusta”
• Leandro: “Me quieres hacer maricón… bueno ya con tres dedos en el culo…”
• Guillermo: “Llámale como quieras, pero las etiquetas no importan, lo que importa es que vuelvas a la vida… y lo que pienso es que nunca has tenido el sexo que necesitabas… y no me refiero sólo a estos tres años que has estado solo y sin nadie, también incluyo los cinco que estuviste con tu mujer… lo que realmente necesitas te lo estoy dando yo… y vamos, ahora ponte de pie, inclínate y recuéstate sobre la camilla… que te la voy a meter”
• Leandro: “Lo que quieras, que el placer que me has hecho sentir con tus dedos es algo que me ha llevado a la cima… no sé yo lo que voy a sentir con ese pollón duro que estoy viendo”
• Guillermo (echando más lubricante, en el culo y en su polla): “Ahora no te contraigas, si quieres puja como si fueras a cagar… ¡toma polla!”
Le metió la cabeza de la polla y esperó a que su esfínter se acostumbrara, luego se la metió hasta la mitad y ya finalmente completa.
• Leandro: “¡Cojones, cómo me llena!”
• Guillermo (ya con el mete y saca): “¿Te gusta? ¿te dolió mucho?”
• Leandro: “Sí, me gusta, me dolió pero me gusta”
• Guillermo: “Lo que pensaba, naciste para poner el culo”
• Leandro: “Sí, parece que sí, me gusta todo lo que me has hecho, quiero ser tuyo, macho”
• Guillermo: “No sólo es cuestión de tu culo, ¿no te das cuenta como ya hablas?, tu mente lo ha aceptado”
• Leandro: “Sí cojones, creo que me he perdido mucho, y durante mucho tiempo”
• Guillermo (al rato): “Pues ahora te toca a ti, al suelo y a mamar”
• Leandro (mirándole la polla): “Esto no me cabe en la boca”
• Guillermo: “Tú pásale la lengua primero y luego trágate aunque sólo sea una parte… espera que te ayudo”
• Leandro: “AAgh”
• Guillermo: “¡Qué gusto! verás como aprendes… ahora ponte con un solo pie en el suelo, levanta la otra pierna y ponla sobre la camilla, que te quiero bien abierto, quiero que mi polla te llegue bien adentro”
• Leandro: “¿Y no quieres que nos vayamos a la cama?”
• Guillermo: “Hoy no, eso lo dejamos para la próxima, te prometí un masaje y esto es parte del masaje, primero por fuera y ahora por dentro, para que quedes completo”
• Leandro: “Entonces eso quiere decir que te vas a seguir ocupando de mí”
• Guillermo: “Por supuesto, te has trabajado muy bien todo tu cuerpo, me gusta, y especialmente tus glúteos y tus pectorales, tienes muy buenas tetas y muy buenas nalgas, cuando te vi y aún no te había visto la cara y no sabía que eras tú, ya te tenía ganas”
• Leandro: “Todo este tiempo en el gimnasio sin saber para quien lo estaba haciendo… pero cojones, te repito me has hecho darme cuenta que he perdido mucho tiempo”
• Guillermo: “Pues aprovecha el tiempo ahora y toma polla… ¡qué rico, cómo me gusta tu culo!”
Al rato de darle polla y más polla.
• Guillermo: ¡Ay maricón, que me corro, me corro coño!”
• Leandro (pajeándose): “Sí, dame tu leche, dámela”
Leandro se corrió poco después que Guillermo y entonces se sentaron los dos en el suelo. Al par de minutos lo que sintió Leandro fue como que una ola gigante llegara y barriera toda su mente, que recolocaba todas sus ideas, sus conceptos, sus pensamientos, sus deseos. Todo cambiaba de golpe, como si le hubieran hecho salir de la más completa oscuridad hacia la luz y le deslumbrara. Luego sintió un agradecimiento enorme a Guillermo. Se dio cuenta que él supo darse cuenta, antes y más, de quien era realmente, más que él mismo.
• Guillermo (al rato y sonriendo): “¿Quieres que vuelva mañana a ver cómo vas de la lumbar?”
• Leandro: “No”
• Guillermo (sorprendido): “Bueno, entonces ya me dirás”
• Leandro: “No quiero que vengas mañana a verme la lumbar, que ahora mismo ni me la siento, quiero que te quedes, quiero que te mudes… no dices que estás alquilando una habitación… aquí tienes habitación gratis”
• Guillermo: “¿Seguro?”
• Leandro (sonriendo): “Bueno, no tan gratis… a cambio quiero masajista… masajes con lo que llaman por ahí con final feliz”
• Guillermo: “Parece que es cierto que quieres recuperar el tiempo perdido”
• Leandro: “Sí… contigo”
• Guillermo: “Una cosa, no me gusta estarte llamando por Leandro, prefiero cortarlo y llamarte Lea, que dado el sexo que hemos tenido y que vamos a tener, te pegará más”
• Leandro: “Me puedes llamar como te salga de los cojones y si me quieres llamar Lea, que suena mejor para ser tu puta pues perfecto”
• Guillermo: “Es increíble el vuelco que has dado, como lo has entendido todo tan de inmediato”
• Leandro: “Has sido tú quien me has hecho dar ese vuelco, ese giro de 180 grados”
• Guillermo: “Sí, pero lo he logrado porque tenías mucha hambre de sexo”
• Leandro: “Sí, seguramente sí, pero gracias por haberme sacado de esa parálisis en la que estaba”
EL GIRO II - Y se hizo la luz
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