Escrito por: Locked
952 palabras
Una semana después de la experiencia anterior, decidí volver al Tête a ver qué conseguía. Me vestí con la jaula de castidad, la correa que la mantiene en el sitio, y el arnés como suelo, pero esta vez añadí unas rodilleras y grilletes de cuero con cadenas cortas para poder atar mis pies o manos entre sí, y al llegar me puse el collar de bondage, lo aseguré con un candado, y le até una correa de perro grande de tipo cadena pesada.
Empecé en los gloryholes como me gusta, mientras mis ojos se acostumbran a la oscuridad reinante en la zona de cruising. Estuve una media hora allí y comí tres pollas. Las dos primeras fueron mamadas habituales, gente que las pone para ponerse a tono antes de volver a salir. El tercero sí que cogió por el agujero del gloryhole la correa del cuello y la usó para controlar cuanto podía alejarme, asegurándose de poder follarme la boca o de que me la metiese hasta el fondo. Tampoco se corrió, pero me tuvo ahí un buen rato usando mi boca para darse placer.
Una vez se marchó, yo también salí de mi cabina y empecé a deambular por los pasillos, viendo la acción a mi alrededor. Los domingos el local se llena, y se notaba en la cantidad de gente que había y en la dificultad para pasar por algunos puntos por las mamadas en curso. En una de esas vueltas, tanteé a un hombre alto y fuerte, y aceptó, dirigiendo mis manos y boca a sus pezones antes de que empezase a bajar hacia su pene. Y vaya pene era, uno de los más grandes que he probado, no en largo, pero sí muy ancho. Tras unos momentos de pezoneo, nos movimos a una cabina privada, y ahí sí que pude saborearle. Le comí los pezones, los huevos, el culo, y cuando intenté ese pene me fue imposible meterlo hasta la garganta de lo gordo que era. Delicioso. Luego me puso a cuatro patas sobre la cama y empezó a follarme, poco a poco al principio, pero cogiendo fuerza y velocidad a medida que notaba que mi culo era capaz de aceptar su polla. Y vaya si me folló. Rápido, despacio, moviéndose un poco, metiéndolo y sacándolo del todo. Fantástico. Al rato me pidió una pausa para beber algo, y le dije que me dejase atado en algún lado para encontrarme con facilidad, pero por desgracia no lo hizo, y nos costó casi 10 minutos volver a encontrarnos por los 4 pasillos de la zona de cruising. Cuando me encontró volvimos a meternos en la cabina y esta vez entre pausas para que se lo comiese todo me folló divinamente hasta preñarme. Entre las dos partes debimos estar dándole una hora.
Quise tomarme un descanso después de esa experiencia, así que cogí una cerveza del bar y tras beber allí un poco me senté en la sala de descanso de la zona de cruising, una salita con un par de sofás y porno en una pantalla. No tuve la sensación de llevar sentado ni cinco minutos cuando se sentó otro hombre grandote a mi lado y empezó a tocarme. Le ofrecí la correa que seguía colgando de mi cuello y se le encendieron los ojos. Ti...