Este relato está basado en mi imagen https://www.xtudr.com/images/show/703b60010acad6d19c07c79a046b35d1/pub/hombre-sireno-musculoso-y-atractivo-torso-humano-bien-definido-piel-bronceada-y-brillante-cabello-largo-y-ondulado-de-color-rubio-oscuro

En las profundidades del océano, donde la luz apenas llega y el agua es un manto oscuro y misterioso, vivía un joven sireno llamado Kai. Con apenas 21 años, su cuerpo era una obra de arte acuática: escamas brillantes que reflejaban la luz de la luna, cabello oscuro que flotaba como algas en el agua, y unos ojos verdes que podían rivalizar con las esmeraldas más puras.

Kai siempre había sentido una atracción inexplicable hacia la superficie, hacia el mundo de los humanos. Había escuchado historias de sus hermanos mayores sobre los peligros de los hombres, pero había algo en la idea de ser dominado por un humano que le provocaba un cosquilleo en el estómago, una mezcla de miedo y deseo que no podía ignorar.

Una noche, mientras nadaba cerca de la costa, Kai vio a un hombre en un pequeño bote. Era Roberto, un pescador de 34 años, con una figura imponente y una mirada que parecía capaz de atravesar el alma. Sus músculos se marcaban bajo la luz de la luna, tensos y definidos por años de trabajo duro en el mar. Sus manos eran fuertes, curtidas por el trabajo, y su voz, cuando cantaba para sí mismo, era profunda y resonante.

Kai no pudo evitar acercarse, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Se escondió detrás de una roca, observando a Roberto con una mezcla de fascinación y anhelo. El pescador, ajeno a la presencia del sireno, continuó con su labor, lanzando las redes al agua con movimientos precisos y seguros.

Con el tiempo, Roberto comenzó a notar la presencia de Kai. Al principio, fue solo una sombra en el agua, un destello de escamas que desaparecía tan rápido como había aparecido. Pero con cada noche que pasaba, Kai se atrevía a acercarse un poco más, hasta que finalmente, Roberto pudo verlo claramente.

"¿Quién eres, criatura del mar?" preguntó Roberto, su voz llena de curiosidad y un toque de autoridad que hizo que el corazón de Kai latiera aún más rápido.

"Soy Kai," respondió el sireno, su voz apenas un susurro sobre las olas. "He estado observándote."

Roberto sonrió, una sonrisa que era tanto una promesa como una advertencia. "¿Y qué es lo que ves, pequeño sireno?"

"Veo a alguien fuerte, alguien que podría... dominarme," confesó Kai, su voz temblando con una mezcla de miedo y deseo.

Roberto rió, un sonido profundo y gutural que resonó en el aire nocturno. "¿Es eso lo que deseas, ser dominado por un humano?"

Kai asintió, su mirada fija en Roberto, sus ojos llenos de una súplica silenciosa.

"Entonces ven," ordenó Roberto, extendiendo una mano hacia el sireno. "Ven y deja que te muestre lo que significa ser mío."